España vota, Podemos duda

Ayer aún, cada nuevo escrutinio español parecía confirmar el auge de Podemos. Sin embargo, pocos son aquellos que esperan una escalada de este partido en las elecciones generales del 28 de abril. ¿Cómo explicar el repliegue de una formación que tanto había hecho por devolver la esperanza a los progresistas europeos?

Salido de ninguna parte hace cinco años, con la ambición de subir al asalto del cielo (y de España), Podemos parece regenerar la manera en que se hablaba y en que se hacía política en Europa. Cinco años más tarde, nadie cree ya en la victoria relámpago ayer prometida, y el partido parece amenazado de normalización en el seno de un paisaje político que rechazaba en bloque. ¿No constituye su repliegue actual más que una fase, común a todas las luchas de este tipo, o refleja la exacerbación de las tensiones que habían presidido su nacimiento?

El 17 de enero de 2014, cuando Podemos irrumpe en la escena política española, sus fundadores pretenden sostener las exigencias de “democracia real” del movimiento de los “indignados”, que ocupó las plazas de las ciudades del país en mayo de 2011. Sus reivindicaciones despliegan un amplio espectro de eslóganes y de proposiciones, con un denominador común: el cuestionamiento del orden político (y, en menor medida, económico) surgido del pasaje de la dictadura franquista (1936-1977) a la democracia liberal...