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Espejismos de “la Transición” y una cruel ironía del destino. Por Fco-Javier Alvear

El sociólogo y analista político, Felipe Portales, formula recientemente -una vez más- en su artículo titulado ¡Hace 25 años que su voto no vale nada!, una muy buena síntesis de los efectos de la derechización de la exConcertación, hoy devenida en Nueva Mayoría que, como hemos podido comprobar durante estos últimos meses, no tiene nada de lo uno ni de lo otro. Ello con motivo de otro muy buen artículo de Mario Briones R., motivado a su vez, por el inexplicable y humillante proceso de ’perfeccionamiento’ del proyecto de reforma tributaria emprendido por el actual gobierno, titulado coloquialmente El voto de un ciudadano chileno vale callampa. Ambos trabajos publicados en El Clarín de Chile. (VER TEXTOS ABAJO)

Por lo que, esta vez, facilismos al margen y aprovechando vuestra confianza, solo me quiero limitar a citarle una parrafada in extenso y a realizar, a modo de corolario, una breve pero sentida reflexión:

"La tozuda negativa a hacer pactos meramente electorales con el PC, que le habrían brindado a la Concertación la mayoría en ambas cámaras en 1997; la renuencia de Lagos y Bachelet a efectuar transformaciones profundas del modelo económico heredado de la dictadura, pese a haber dispuesto de mayorías parlamentarias en sus períodos de gobierno; las modificaciones legales de comienzos de los 90 que hicieron aún mas entreguistas al capital transnacional –que en tiempos de la dictadura- las políticas del cobre; la ampliación de las privatizaciones de servicios públicos; la mantención de los grandes subsidios a las grandes empresas forestales; la renegociación de las deudas de los bancos en términos muy convenientes para los grandes grupos económicos; la mantención de leyes y políticas pesqueras extremadamente favorables para aquellos; la profusión de tratados bilaterales de libre comercio para integrarnos de manera solitaria y subordinada al mercado mundial; el préstamo del Banco del Estado al Grupo Luksic, para que este adquiriera el Banco de Chile; el bloqueo de significativas ayudas holandesas a las revistas Análisis, Apsi y Hoy; la discriminación del avisaje estatal contra los medios escritos teóricamente afines a la Concertación, lo que significó su total exterminio en la década de los 90; la “neutralización” de TVN por medio de una ley en 1992; la privatización del Canal de la “U”; la tenaz negativa a devolverle los bienes del confiscado diario Clarín a su legítimo propietario (de acuerdo al Consejo de Defensa del Estado y a un tribunal del Banco Mundial), vigorizando de paso al duopolio “El Mercurio-Copesa”; etc."

Finalmente, solo me resta señalar, que resulta francamente doloroso y desesperanzador constatar que una inmensa mayoría de chilenos, aquellos que participaron con valor y decisión en la lucha por la recuperación de la democracia y de los sucesivos procesos electorales plenos de esperanzas y alegría, hoy se sienten ya no defraudados sino que virtualmente estafados, pues ven en todo ello un mero espejismo y que esta gente en estos casi 25 años -dicho en buen chileno-, solo vino a aprovecharse (del pánico). Y, por si esto fuera poco, han logrado recuperar una idea típica del pinochetismo, eso de que la política era algo sucio, en lo cual no había que entrar. Cruel ironía del destino.


¡Hace 25 años que el voto no vale en Chile!

Publicado el 6 Agosto 2014 www.elclarin.cl

Escrito por Felipe Portales

Comparto completamente el excelente artículo de Mario Briones publicado en “El Clarín”: “El voto de un ciudadano chileno vale callampa”; donde se ilustra -con la renovación de la política de “los consensos” con la derecha, en el caso de la reforma tributaria- cómo se continúa “perfeccionando” el modelo refundacional de la sociedad chilena impuesto a sangre y fuego por esa misma derecha, a través de la dictadura; pese a que el voto de los chilenos en 2013 -¡y desde 1988!- expresó algo totalmente diferente. Pero, desgraciadamente, este es un fenómeno que surgió inmediatamente después del triunfo del No en el plebiscito de octubre de 1988; y que se ha prolongado hasta hoy. En lugar de aprovechar dicha victoria electoral para comenzar a desmantelar la obra refundacional de la dictadura, el liderazgo de la Concertación procedió a hacer todo lo contrario. Empezó a generar solapadamente las condiciones para perpetuar ese modelo.

De este modo, regaló –ocultamente, desde luego- la mayoría parlamentaria simple que con seguridad le esperaba a Aylwin ¡de haber mantenido intacta la propia Constitución del 80! En efecto, ella estipulaba –en el obvio entendido que la derecha conservaría su histórica minoría electoral, y que Pinochet sería ratificado por el plebiscito de 1988- que el futuro gobierno tendría mayoría electoral con solo un tercio de una cámara y la mayoría de la otra. Es claro, Pinochet obtendría con seguridad el tercio de la Cámara de Diputados, dado el sistema binominal; y la mayoría absoluta del Senado, con la distorsión de los 9 senadores designados.

Sin embargo, la derrota de Pinochet invirtió los términos. El inminente presidente Aylwin obtendría la mayoría de la Cámara de Diputados; y de todos modos lograría más de un tercio del Senado. En este, sacaría al menos 13 senadores (la Constitución original establecía 26 senadores electos, dos por cada Región); lo que considerando el total de 35 (26 más los 9 designados); significaba más del tercio, equivalente a 12.

Pero aquí vino lo inaudito. Mediante los acuerdos de reformas constitucionales concordados entre la Concertación y Pinochet, a mediados de 1989 (y que tuvieron que ser ratificados por un plebiscito, del que casi nadie se acuerda); el liderazgo de la Concertación aceptó –entre muchas otras cosas, varias de ellas positivas- elevar los quórums de las leyes simples ¡a mayoría absoluta en ambas cámaras!, con lo cual, aunque obtuviese una clara mayoría electoral –como de hecho lo logró-, la Concertación no podría reflejarla en una mayoría parlamentaria efectiva. Obviamente, no podría lograr en el Senado una ventaja que compensara los 9 senadores designados por la dictadura…

Es decir, el liderazgo de la Concertación prefirió ser minoría en el Congreso; algo que debe ser inédito en la historia de la humanidad. De este modo, cedió la posibilidad de modificar el sistema sindical, laboral, de salud, tributario, financiero, universitario, de juntas de vecinos, de colegios profesionales, etc. Lo que de ningún modo hubiese podido cambiar en el plano económico, social y cultural (por los quórums más exigentes que se requerían) fue la LOCE; la ley de concesiones mineras; la ley del Banco Central; el sistema previsional; y la posibilidad del Estado de desarrollar nuevas empresas.

La explicación de todo lo anterior nos la dio el principal “arquitecto” de la transición, Edgardo Boeninger, en un libro que escribió en 1997: “Democracia en Chile. Lecciones para la gobernabilidad” (Edit. Andrés Bello). Allí planteó que a fines de la década de los 80 el liderazgo de la Concertación experimentó una “convergencia” con el pensamiento económico de la derecha, la que “políticamente no estaba en condiciones de reconocer” (p. 369). Con esta explicación se entiende perfectamente el regalo anteriormente descrito. Como el liderazgo de la Concertación no podía políticamente reconocer su viraje en 180 grados hacia la derecha; el ser minoría en el Congreso le permitía plausiblemente culpar a esta condición de que no efectuara los cambios prometidos, en los cuales inconfesablemente ya no creía.

Aquel viraje no solo nos permite entender cabalmente dicho regalo; sino también un conjunto de extraños y muy importantes comportamientos del liderazgo concertacionista, que de otra forma serían incomprensibles: La tozuda negativa a hacer pactos meramente electorales con el PC, que le habrían brindado a la Concertación la mayoría en ambas cámaras en 1997; la renuencia de Lagos y Bachelet a efectuar transformaciones profundas del modelo económico heredado de la dictadura, pese a haber dispuesto de mayorías parlamentarias en sus períodos de gobierno; las modificaciones legales de comienzos de los 90 que hicieron aún mas entreguistas al capital transnacional –que en tiempos de la dictadura- las políticas del cobre; la ampliación de las privatizaciones de servicios públicos; la mantención de los grandes subsidios a las grandes empresas forestales; la renegociación de las deudas de los bancos en términos muy convenientes para los grandes grupos económicos; la mantención de leyes y políticas pesqueras extremadamente favorables para aquellos; la profusión de tratados bilaterales de libre comercio para integrarnos de manera solitaria y subordinada al mercado mundial; el préstamo del Banco del Estado al Grupo Luksic, para que este adquiriera el Banco de Chile; el bloqueo de significativas ayudas holandesas a las revistas Análisis, Apsi y Hoy; la discriminación del avisaje estatal contra los medios escritos teóricamente afines a la Concertación, lo que significó su total exterminio en la década de los 90; la “neutralización” de TVN por medio de una ley en 1992; la privatización del Canal de la “U”; la tenaz negativa a devolverle los bienes del confiscado diario Clarín a su legítimo propietario (de acuerdo al Consejo de Defensa del Estado y a un tribunal del Banco Mundial), vigorizando de paso al duopolio “El Mercurio-Copesa”; etc.

Por cierto, todo lo anterior significó la legitimación, consolidación y perfeccionamiento pacíficos del modelo refundacional que la dictadura impuso a sangre y fuego. Además, la elite concertacionista ha hecho lo anterior a través de un permanente engaño. Este es, el de presentarse como un conglomerado que ha tenido obstáculos objetivos de tal envergadura, que le ha sido imposible cumplir con los compromisos originales de la Concertación; y no, como lo reconoció Boeninger, que se viró claramente hacia la derecha. Por esto, el voto mayoritario por un cambio del modelo que se ha producido en la sociedad chilena desde 1988, no produce ningún resultado, ya que los electos por dicho voto no tienen ninguna intención de desmantelar realmente el modelo de la dictadura.

Por lo tanto, se deduce que un requisito fundamental para sustituir el modelo neoliberal es que las mayorías de centro-izquierda permanentemente existentes en el país tomen conciencia del giro copernicano sufrido por la elite concertacionista; y busquen representarse por dirigentes efectivamente de centro-izquierda. Tarea muy difícil, en la medida que dicha elite ha exterminado (en conjunto con la derecha propiamente tal) los medios masivos de comunicación que podrían denunciar su viraje en 180 grados.

F.P.


El voto de un ciudadano chileno, vale callampa

Publicado el 5 Agosto 2014 www.elclarin.cl

Escrito por Mario Briones R.

Llega el periodo de elecciones, se suceden los sesudos análisis sobre las razones que explican la indiferencia de la población chilena para participar en las elecciones, lo que incluso motivó el cambio de la legislación para incorporar a todos los que cumplían con los requisitos, inscribiéndolos obligatoriamente, ahora con voto voluntario. Después de la última elección presidencial y ante la fuerte abstención de los electores, volvieron a surgir los sesudos análisis políticos pidiendo cambiar nuevamente la norma para regresar al voto obligatorio.

Pero las cosas no son tan simples en el plano humano y no funcionan al ritmo voluntarista de los políticos que intentan manipular la expresión de la ciudadanía para hacerlos participar cuando sea más conveniente para ellos. Los últimos acontecimientos debieran indicarle al mundo político, la verdadera causa de la apatía que explican la ausencia de una gran parte de la población en las votaciones, con cada defraudación que se comete. Encabezado por el propio Ministro de Haciendo, Sr. Alberto Arenas y algunos miembros del Senado, con firmantes de la propia coalición de gobierno de la Nueva Mayoría, acordaron junto a opositores de la extrema derecha, el consenso para “perfeccionar” el proyecto de reforma tributaria, según una pauta aprobada a puertas cerradas en la casa del señor J. Andrés Fontaine, economista, ex ministro de Economía de Piñera, y Consejero de Libertad y Desarrollo.

Luego de los hechos previamente descritos, tenemos el justo derecho a preguntarnos, ¿Para qué votar, si mi voto vale callampa? Todos recordamos los extensos y documentados discursos de los líderes de la Concertación, para decir, que no se pudieron reformar numerosas leyes, debido a la falta de quórum suficiente que permitiera a los gobiernos de esos años tener los parlamentarios para introducir cambios importantes al binominal y a numerosas leyes heredadas de la dictadura. Incluso se llegó a instalar el eslogan, “justicia en la medida de lo posible.

En la última elección se lograron las mayorías suficientes para aprobar una gran cantidad de leyes, incluso las que requieren de un alto quórum, pero ahora se nos dice que debemos consensuar las grandes transformaciones para que perduren en el tiempo. A qué grandes transformaciones se refieren, si nadie habla del cobre, del royalty, de las aguas, de las empresas que expolian a la población con feroces tarifas en electricidad, teléfonos, AFP, etc.

Es doloroso e indignante para la gente común y corriente llegar a la triste conclusión que su valor dentro de lo que se llama democracia es igual a cero, es decir, un voto que no vale nada. Es que, señor escuche, dicen, el que decide es el Congreso, es donde está el corazón de la democracia. Disculpen Uds., pero yo siempre creí que “la democracia es el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo” y que los parlamentarios eran simples representantes del pueblo y cuando el pueblo apoyaba con su voto mayoritariamente una determinada reforma tributaria y otras, ellos tenían la obligación de honrar a ése pueblo que los eligió, respetando la palabra empeñada. No, es que no es así, así no funcionan las cosas, le dicen a la gente, Ud., no entiende lo ocurrido sobre el consenso en reforma tributaria, se trata del “perfeccionamiento de las leyes”. Un lenguaje muy conocido por todos y aplicado por la derecha en Chile por décadas para “pasar piola” los beneficios económicos de las leyes exclusivamente para su sector.

La chilenización del cobre fue aprobada por todos los partidos, incluidos los de derecha, un objetivo unánimemente acordado por el congreso, sin embargo, no perduró en el tiempo y hoy el cobre esta mayoritariamente en manos de las transnacionales extranjeras con derechos y regalías nunca antes concedidas a la inversión extranjera. Incluso ayer se escuchaba al economista de derecha, Sebastián Edwards, decir que el gobierno debe vender un 30% de Codelco, no ve UD., que está bajando la ley de fino en la explotación y con eso tendrían fondos para financiar todo. Buena idea pensé, porqué no vendemos el país y nos vamos todos a veranear al Caribe. Qué extraño es todo esto, si dicen que se está poniendo tan malo el negocio del cobre, ¿porqué los privados van a comprar un mal negocio? Es que el ciclo de los commodities se está acabando, decía el economista. ¿Se está acabando el ciclo de los commodities o se está derrumbando el neo liberalismo?

La nacionalización del cobre estuvo detrás de la motivación para dar el golpe militar en Chile y existen como testimonios los documentos desclasificados por la CIA, que muestran la relación oficial que tuvo Estados Unidos con Chile durante la época previa al Golpe de Estado, en especial Henry A. Kissinger, y el gobierno de Richard Nixon, quienes incluso proveyeron de millonarias sumas en dólares a la derecha chilena para facilitar el golpe.

Es vergonzoso e indignante que un Ministro de Hacienda deba ir al domicilio particular de un representante de la extrema derecha a negociar lo que se puede o no se puede hacer. Es que Ud., no entiende la alta política, le van a decir, se requiere de una apertura mental digna del pragmatismo de hombres como Charles Sanders, John Dewey, William James y otros, que permita entender la verdad y la bondad de los adversarios en política respecto a un pragmatismo que se basa en la utilidad, y siendo la utilidad la base de todo significado, lo que facilita la concreción de las leyes para que perduren en el tiempo, no debemos poner de rodillas al adversario cuando son minorías.

Expresiones como esas me recordaron que estos mismos adversarios y otros que son seguidores de aquellos, siendo minorías pusieron de rodillas con las armas a más de 2/3 de la población de Chile en 1973, cuyo testimonio quedó grabado con la muerte de más de 3.000 personas, lo que demuestra la falsedad de los argumentos de la derecha que pide la política de los consensos y de quienes creen que está bien negociar todo con ellos.

Estos desvalidos adversarios con lágrimas en los ojos claman al cielo porque debieran pagar parte de los US$ 8.200 millones que se recaudarían del proyecto de reforma tributaria. Buscamos y buscamos en el recuerdo, en qué momento algunos, o al menos un solo candidato al congreso hubiera manifestado en su campaña que postularía su candidatura bajo el eslogan de lograr acuerdos o consensos con la derecha, respecto a lo que pedía la población. Nadie dijo nada al respecto, por el contrario, se disputaban el lenguaje encendido y audaz para expresarse a favor de los cambios anhelado por la ciudadanía. La propia candidata Bachelet, en Marzo del 2013, en el lanzamiento de su candidatura en la Comuna el Bosque, estableció que su programa presidencial no se elaboraría "entre cuatro paredes", sino que iba a promover "el diálogo para que el programa tenga un sello ciudadano". Probablemente el consenso aprobado en la casa de J. Andrés Fontaine, fue firmado en el patio de la casa, para que no se diga que fue realizado entre cuatro paredes.

Han dicho de todo, que la reforma tributaria era mala, que se afectaba a las Pymes, a los trabajadores, emprendedores, etc. ¿De qué hablan?, jamás les ha importado la gente de trabajo que debe ocupar 3 o más horas para trasladarse de un lado a otro de la ciudad para recibir $ 350 mil pesos al mes apretujados en un bus. Jamás les han importado las pymes. No, responden en tono cortante, es que Ud., no entiende, es que ahora se va a “perfeccionar” el proyecto beneficiando a las Pymes, otorgándoles 60 días de plazo para pagar el IVA de las facturas. Todo Chile sabe que son las grandes empresas las que pagan a 60, 90 y 120 días a las Pymes, otorgándose por sí y ante sí un crédito que imponen a los pequeños y medianos empresarios proveedores, sin pagar ni un centavo de interés por ello. Si no le gusta señor, vaya a vender a otra parte, porque todos nuestros proveedores nos venden bajo esa “práctica comercial”, práctica que le permitió a Horst Paulmann, levantar el Costanera Center.

El “beneficio” de 60 días de plazo para retrasar la obligación de pagar el IVA en las Pymes, se transformará en un crédito que beneficia a las grandes empresas, porque si pagaran las facturas a 30 días, no existiría tal problema.

Subieron a 100.000 UF el tope de las ventas anuales para acogerse al beneficio, con un límite de 4.000 UF para utilidades reinvertidas. En cifras de hoy eso, el tope representa ventas anuales de $ 2.404.986.000, es decir, $ 200.415.500 mensuales, con un límite de $ 96.199.440.- que lo pueden acoger al beneficio como reinversión de utilidades. O estos tipos son muy ricos que cualquier cifra les resulta menor o el resto de los chilenos son muy pobres que cualquier monto parece enorme. Si una Pyme factura $ 200 millones mensuales, con un factor de utilidad de 25% sobre los ingresos, genera $ 50 millones mensuales de utilidad, es decir, tampoco se trata de muertos de hambres que no puedan pagar nada en impuestos.

Es que Ud. es porfiado señor, no entiende que necesitamos la inversión para el desarrollo del país. Y si eso es así, ¿porque el país debe concederles ventajas tributarias a los empresarios si quieren invertir para hacer negocios, relevándolos del pago de impuestos a la renta, cuando no ocurre lo mismo con la gente de trabajo? ¿Por qué no le rebajan del IVA, que paga la gente común y corriente, por ejemplo la inversión en un auto o de un televisor? Es que eso es muy complicado y además el empresario da trabajo, ¿entiende Ud.? le responden. ¿Y cuando Ud. compra un auto, no está dando trabajo al obrero que construyó el auto? Si pero, los autos se fabrican en el extranjero le dicen. Está bien, y que me dice entonces de toda la inversión que hacen las empresas chilenas en el extranjero, lograda con los beneficios tributarios del FUT, que tampoco se elimina, porque se rebaja solo un poco y se complejiza más el control lo que facilita la elusión futura, y eso genera acaso trabajo a los chilenos? Argumentos no faltan para justificar el origen de la desigualdad en Chile.

Lo correcto sería terminar con el Estado subsidiario a favor de las empresas y sus múltiples beneficios pagando año tras año el impuesto a la renta, y luego que ellos deciden si invierten o no las utilidades restantes. Ahora, si requieren de créditos, tienen a los bancos, son dueños de los bancos. ¿Por qué no les piden crédito a los bancos? Es que los intereses son muy altos. Bueno, y no estamos en una economía de mercado, ¿por qué tenemos que subsidiar las inversiones con fondos estatales (posponiendo el pago de los impuestos a la renta ), para que unos señores que son ricos, sigan siendo más ricos y la población que necesita los impuestos, siga siendo más pobre? Además ya capturaron los dineros de la previsión de los chilenos, que sirve para financiar a los bancos a bajo interés, los cuales prestan dinero a las grandes empresas. Argumentos nunca le faltará para honrar al capital, excepto para desvalorizar el trabajo y ahora el voto.

Espero que haya quedado meridianamente claro por qué el voto de un ciudadano chileno, vale callampa.

Mario Briones R.

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