Esplendor y decadencia del catch estadounidense

Embutido dentro de un traje de vestir mal cortado, un hombre de edad madura, de tipo deportista, con el perfil de un exhibidor de osos, avanza hacia el centro de la escena en medio de silbidos de los varios miles de espectadores que están reunidos en Denver (Colorado). A sus espaldas, una ambientación sonora hiperpotente vomita una música de rock de acordes indiscernibles. En tanto mide al público con la mirada, brama con voz enronquecida: “It’s all about the money!” (“Lo único que importa es el dinero”).

Este hombre sabe de qué habla: no es otro que Vincent Kennedy McMahon, el muy adinerado propietario de la World Wrestling Entertainment (WWE), principal federación de catch de Estados Unidos. Este luchador fracasado, cuya fortuna personal se estima hoy en más de 500 millones de dólares, reina sobre la producción de un entretenimiento familiar que logra reunir de cinco a seis millones de telespectadores estadounidenses frente al Monday Night Raw (2). Este espectáculo lleva habitualmente de diez a veinte mil personas a las salas de Estados Unidos (hasta setenta u ochenta mil cuando hay eventos importantes), y es retransmitido en directo o diferido por cuarenta y tres canales de todo el mundo...