Europa en ebullición

Un masivo descontento popular recorre el continente europeo. Pero, si se recuerdan las grandes manifestaciones contra la guerra de Irak en 2003, cabe preguntarse si estas demostraciones populares encontrarán su traducción política. La disociación entre representantes y representados ha creado una brecha que vacía de contenido el sufragio universal. Se corre el riesgo de derivar hacia una violencia sin horizontes.

De un extremo a otro de Europa se multiplican los movimientos sociales, en algunos casos violentos: en Bélgica, el 6 de octubre de 2008, huelga general por el poder adquisitivo; en Grecia, en diciembre de 2008, sublevamientos contra la violencia policial; en Irlanda, el 14 de febrero de 2009, concentración de 120.000 trabajadores, y en todas las ciudades de Francia, manifestaciones el 29 de enero y el 19 de marzo de 2009. ¿Encontrarán su traducción política estas expresiones masivas de descontento popular?

Si bien Bélgica va de crisis en crisis, el rumbo neoliberal se mantiene constante. En Grecia y en Francia, los primeros ministros Konstantinos Karamanlis y François Fillon prosiguen hipócritamente sus “reformas”. Hace ya décadas que la consideración de las aspiraciones populares parece chocar contra un juego político estático. En 2003, a pesar de los cientos de miles de opositores a la guerra de Irak que marcharon en Londres y Roma, los jefes de Gobierno Anthony Blair y Silvio Berlusconi no modificaron su orientación. Del mismo modo, en Alemania, las protestas populares contra el Tratado Constitucional Europeo (TCE) no impidieron que Berlín aprobara el texto. Y en Francia, el 4 de febrero de 2008, los parlamentarios ratificaron el tratado de Lisboa, gemelo del TCE, rechazado por los electores el 29 de mayo de 2005...