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Frente Amplio. La vieja política se resiste al cambio. Por Enrique Villanueva

Es una realidad que incomoda, que para algunos es un peligro y para una gran parte de chilenos una esperanza, así emerge, después de 37 años, una nueva fuerza política, el Frente Amplio, desafiando el sistema político que Jaime Guzmán y los demás cómplices pasivos de la dictadura, blindaron con tanto cuidado, con una constitución impuesta. Para prevenir e impedir que un candidato o un partido, que no está en el juego político controlado, particularmente de la izquierda o una coalición de izquierda, tuviera posibilidades de acceder al poder, ni menos intentar un gobierno o un programa como el de Allende, independientemente de la votación popular.

Pero la irrupción de esta nueva fuerza política es una situación que se venia venir, como una respuesta al momento crítico que vive la política chilena, que da cuenta de la crisis de un orden político y económico cuestionado. Por tanto y como sucede en toda sociedad, lo nuevo deberé enfrentar la resistencia de lo que no quiere morir, que se resiste, intentando alternativas desgastadas, como reposicionar a figuras políticas que representan el orden que agoniza, (Lagos, Insulza).

Pero lo concreto y más allá de las apreciaciones que se hagan, el Frente Amplio, ya se constituyó en una alternativa política real, proponiéndole a los chilenos y chilenas una propuesta, que aun sin depurarse del todo, encierra valores y propuestas de una izquierda emergente. Evidenciando desde esta óptica y haciéndola suya, la diferencia que distancia a la mayoría nacional de la vieja élite política concertacionista, cuestionando además, los resultados de la política de la transición post dictadura, que nunca se despego de los lineamientos heredados de la dictadura cívico militar.

En este contexto, se invalidó la alternativa de continuar remendando la constitución de la dictadura o, reeditar un nuevo pacto social para sustentar un modelo económico que ha sido perforado por la desigualdad social, la corrupción y el abuso, que excluye y empobrece a la mayoria de los ciudadanos y ciudadanas. El aporte de esta fuerza política emergente, es que rompe con este estilo de hacer política, reclamando la necesidad de un cambio profundo, en lo económico y en lo político, decididos a superar en primer lugar, los enclaves dictatoriales vigentes, cuya esencia y objetivos son controlar o tutelar la democracia, para así poder iniciar un camino de salida del neoliberalismo.

Con ello y por primera vez en años, la voz del pueblo es interpretada, transparentando y dejando en evidencia lo que el modelo neoliberal ha provocado en Chile. Transformándonos, a los chilenos, en un ejemplo para el mundo, de cómo, un puñado de ricos ambiciosos y políticos corruptos, pueden sumir en la pobreza a todo un país.

Con esto, se abre un proceso de cambios, cuyo eje es rescatar la política para el pueblo, entendiendo que esta, la política, no solo tiene que ver con el gobierno, la nación y los asuntos públicos, ni solo con los asuntos sociales, esta involucra el diálogo, hasta hoy ausente, entre personas libres e iguales, no entre el poder y subordinados, como ha sido hasta ahora en una democracia tutelada. Sino que, planteándose la organización del sistema político de forma distinta a la manera que el neoliberalismo la define, desafiándolo y terminando con la subordinación, de la política y lo social, a la racionalidad económica y del mercado.

La política impuesta por la dictadura y luego administrada por los gobiernos de la concertación, se apoya en el poder y el orden, en relaciones de mando y sometimiento entre gobernantes y gobernados, porque ello impide la posibilidad de acción de los ciudadanos. El desafío es grande, vivimos una época de cambios profundos, tecnológicos, comunicacionales, que sin lugar a dudas, aportan a la superación del sistema político que nos impusieron hace casi medio siglo. Lo que será posible, arriesgándose a caminar por caminos nuevos, entregando respuestas desafiantes, que unan, asimilando las experiencias políticas del siglo XX, sin sectarismos, superando categorías con las que hemos comprendido la política y que han quedado atrás.

Implica también romper con el individualismo que hoy atraviesa nuestra sociedad, entendiendo la política, como una necesidad para la vida humana y las relaciones entre las personas.

Por todo esto, la aparición del Frente Amplio debiera ser mirado con optimismo y no con recelos, interpretando la frescura del lenguaje de sus dirigentes y partidarios. Son jóvenes que inician un camino duro, enfrentándose a un sistema que no quiere ceder el poder, jóvenes que tienen el mismo derecho a soñar, luchar y a equivocarse, como sucedió con otras generaciones de luchadores sociales al inicio de largos procesos de aprendizaje. Hacia rato que no se veía entusiasmo y mística constructiva en la política y eso es digno reconocerlo, mas allá de las desconfianzas por lo nuevo que emerge, con una juventud que trae consigo una oleada de optimismo y que renueva la esperanza en que los cambios son posibles.

El tiempo dirá si hay o no consecuencia entre el discurso y la acción, eso lo exigirá el pueblo que les entrego su confianza, lo importante ahora es que hay una generación de jóvenes que han aportado a romper con la indiferencia que nos tuvo estancados por muchos años, motivando la participación. Es un momento que es para organizarse, sea como independientes o como militantes de partido, pero fundamentalmente como ciudadanos activos.

Es una tarea que se debe lograr, en palabras del Che Guevara, “anteponiendo, frente a la mercantilización de la vida, la solidaridad y la ética de la dignidad colectiva”. Los cambios que necesitamos hoy son de conciencia y no solamente un fenómeno de producción y crecimiento económico, porque se trata, en definitiva, de una transformación social en la que, sin renunciar a la perspectiva individual de cada persona, se piense y se actúe cada día más de forma colectiva.

Enrique Villanueva M

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