Hacia la revolución de los bienes comunes

Si hubiera que poner una banda sonora a las movilizaciones que han sacudido Chile en 2011 deberíamos incluir la canción “Latinoamérica”, del grupo portorriqueño Calle 13. Especialmente aquella estrofa que dice: “Tú no puedes comprar el viento, tú no puedes comprar el sol, tú no puedes comprar la lluvia, tú no puedes comprar el calor, tú no puedes comprar las nubes, tú no puedes comprar los colores, tú no puedes comprar mi alegría, tú no puedes comprar mis dolores”.

Es más que seguro que “Latinoamérica” ha sonado de fondo en las marchas de los estudiantes, en las huelgas de los trabajadores del Cobre y en las comunidades mapuches. La han tatareado los pescadores artesanales que se resisten a la “ley Longueira” y los agricultores que se oponen a los cultivos transgénicos y a la introducción de patentes sobre especies nativas. Ha sonado en las localidades afectadas por la minería como también en las que sufren los impactos de las forestales. La han cantado los que resisten a HidroAysén como los que se oponen a la introducción de legislaciones restrictivas y abusivas en Internet.

Se trata de una misma lucha compartida que adquiere diferentes expresiones. Su vínculo radica en mantener de pie aquella barrera intangible que separa aquello que los antiguos romanos llamaban “res in commercio” de aquel campo que denominaban “res extra commercio”. En este ámbito cabía lo que no tiene precio, como las cosas sagradas (la res divini iuris), los bienes del Estado (la res publicae) y aquellas cosas que nos pertenecen a todos sin ser necesariamente de nadie en particular (la res communes omnium)...