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Haití... hay de ti. Por Miguel Lawner

Haití fue el primer pueblo latinoamericano en conquistar su independencia el año 1804. Bajo la conducción de su libertador Toussaint L’Ouverture, un ejército integrado por soldados negros, mulatos y algunos blancos, acabó con la dominación francesa y el régimen de esclavitud imperante hasta entonces.

Desde los tiempos de Espartaco en la Roma antes de Cristo, la humanidad no conoció otra rebelión de esclavos. Debieron pasar casi dos mil años para que ocurriera nuevamente y ésta sí que fue exitosa. Por primera vez, el mundo conoció una república negra. La epopeya de liberarse del dominio imperial y de acabar con la esclavitud, es un episodio vigente en cada ciudadano de ese país. Tienen sobradas razones para estar orgullosos de su pasado.

La independencia no trajo una auténtica liberación. Se sucedieron gobiernos corruptos y dictatoriales, como el encabezado por el siniestro Francois Duvalier, más conocido como Papá Doc, quién gobernó el país desde mediados de los años 50 del siglo pasado hasta su muerte en 1971.

La riqueza forestal de la isla fue devastada convirtiendo en un desierto gran parte de su territorio. Haití terminó siendo el país más pobre de América Latina.

En Haití se habla el creole, una suerte de lengua criolla, influía por el francés, pero mezclada con dialectos del África occidental. Es un idioma dulce, melodioso, a ratos alegre, como es en general, el propio pueblo haitiano.

Conocimos en 1954 a un poeta haitiano, René Depestre, quién llegó a nuestro país junto a un buen número de intelectuales y artistas, invitados por Pablo Neruda, con ocasión de celebrar su cincuentenario de vida.

Un grupo de nosotros, estudiantes o jóvenes profesionales egresados de la Escuela de Arquitectura de la U. de Chile, colaboramos con Neruda en el conjunto de actividades que rodearon su cincuentenario, Entre otros, organizamos un recital de poesía que tuvo lugar en el Aula Magna de nuestra vieja Escuela de Arquitectura, situada en la Plaza Ercilla.

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Julio. 1954. Recital de René Depestre en la Escuela de Arquitectura. Canta Margot Loyola. Conduce el acto el estudiante Pedro Iribarne. Sentados de derecha a Izquierda: Julio Mardones, el pintor José Venturelli, René Depestre, el profesor Largio Arredondo, NN y Miguel Lawner. Atrás, entre otros Carlos Martner y Ronaldo Ramírez.

René Depestre nos sorprendió con la fuerza de su poesía, análoga en su humor y en su compromiso, a la de su homónimo, el poeta cubano Nicolás Guillen.

Flores en el buzón
Esta mañana, una mano puso flores en tu buzón:
¿será acaso un sol que te escribe
desde una cárcel de tu país?
¿O es un telegrama SOS de la luna,
que de repente ve venir
las amenazas del hombre?
¿Será el último árbol romántico
de Nueva Zelandia que quiere
intercambiar sellos contigo?
¿Desde cuándo la lluvia envía
mensajes cifrados a sus amigos?
Puede que sea la carta certificada
de un ruiseñor necesitado de dinero.
Y si fuera la carta anónima de un
cocodrilo, alcalde de una aldea tenebrosa?
¿o la carta de algún maldito presidente
vitalicio de la república?
¿o la de un tiburón notario de un país racista?
¿Quizás sean flores explosivas, dotadas
de un maravilloso mecanismo de acción
retardada, flores cultivadas
en los invernaderos del Ku Klux Klan?

Acabo de enterarme por Google, que Depestre está vivo, con 92 años de edad, y reside en Francia hace muchos años, habiendo sido laureado en varias ocasiones.

En enero de 2010, se produjo en Haití un terremoto de magnitud 7,3 en la escala de Richter, cuyo epicentro estuvo sólo a 10 kilómetros de profundidad, por lo cual la devastación fues solo comparable a la originada por la bomba atómica en Hiroshima. Según el gobierno haitiano se estimaron en 360.000 las víctimas fatales. Colapsaron el 70% de las edificaciones estatales incluyendo parte del Palacio Nacional, algunos hospitales y escuelas. Naciones Unidas envió a partir de entonces un contingente de cascos azules para velar por la seguridad del país, siendo Chile uno de los países que aportó tropas hasta el año pasado. Esa situación debe haber familiarizado a los haitianos con Chile, propiciando el intenso flujo migratorio generado en los últimos diez años.

EL VIAJE DE LA VERGÜENZA

Benito Baranda ha calificado el reciente viaje de 156 haitianos de regreso a Chile en un avión de la FACH, como el viaje de la vergüenza. Tiene razón. Prensa y televisión dieron amplia cobertura a dicho episodio. Las más altas autoridades de gobierno se congregaron para despedir este silencioso cargamento de seres humanos decepcionados, heridos en su dignidad.

Las imágenes mostraban a ministros muy preocupadas de constatar las acomodaciones del avión, preocupación que no tuvieron durante los años de su estadía, confinados en miserables conventillos. Periodistas faranduleros de la televisión preguntaban estúpidamente: ¿cómo se siente?, recibiendo, como es obvio, respuestas evasivas de estos auténticos deportados, prohibidos de regresar a Chile en los próximos 9 años.

Por añadidura, al día siguiente del viaje en avión, se produjo un incendio en una antigua vivienda de Santiago, a raíz de las ilegales instalaciones eléctricas practicadas a fin de subdividirla para su arriendo por pieza. El siniestro trajo consigo el falleciendo de tres ciudadanos haitianos, uno de ellos una mujer con un embarazo de nueve meses.

¡Qué vergüenza!

¡Cómo nos han cambiado el país!

Solíamos ser el refugio de todos los pueblos americanos perseguidos durante el Siglo XX. Recibimos a comienzos del siglo pasado a miles de familias inmigrantes de Europa, huyendo de las inestabilidades generadas al término de la Primera Guerra Mundial. Tal fue el caso de mis padres. Todos se integraron a un país que los rodeó de amistad y les dio opciones de educación y trabajo

En la Universidad de Chile existía un cupo de matrícula para alumnos extranjeros, respetado escrupulosamente, lo cual les permitía estudiar y titularse gratis, al igual que nosotros.

Durante el siglo pasado, se sucedieron gobiernos de distinto signo hasta la dictadura y este cuadro de solidaridad con el extranjero se mantuvo invariable.

Es el modelo neoliberal impuesto por la dictadura y mantenido hasta nuestros días el que transformó la personalidad de los chilenos. El estímulo desenfrenado al consumismo y al personalismo han alienado las conciencias especialmente de sectores más vulnerables culturalmente. Son inaceptables los episodios racistas o discriminatorios que presenciamos diariamente, además de una agresividad insólita que se manifiesta con demasiada frecuencia en los espacios públicos.

Los haitianos inmigrantes llegados a Chile no tienen donde vivir y su única opción es hacinarse en conventillos siglo XXI. Si, en conventillos.

La Ley de Habitaciones Obreras promulgada en Chile el año 1906 prohibió la existencia de conventillos. Como consecuencia de esta disposición legal se efectuó un minucioso catastro, producto del cual se demolieron en todo el país, 1.626 conventillo y 16.713 piezas, entre los años 1906 y 1924. ([1] )

Nunca más hasta los últimos años, se volvieron a construir conventillos en Chile. Hubo otras opciones como los campamentos, donde reinaba la solidaridad y una sana convivencia.

Durante el siglo pasado, a medida que las familias de más altos recursos iban trasladándose a los barrios altos, desocupaban sus mansiones preferentemente en el sector centro-poniente de Santiago, las cuales comenzaron a subdividirse para arrendarlas por pieza. Fue una de las respuestas del mercado a la demanda de los sectores de bajos ingresos, que en ningún caso alcanzó una cifra significativa.

El cuadro actual es muy diferente. En ausencia de una política pública para enfrentar esta demanda, han vuelto a proliferar auténticos conventillos construidos mediante frágiles tabiques de metalcom , revestidos con delgadas planchas de madera. Existe un baño colectivo para 6 a 10 familias. Cada pieza se arrienda hoy día por valores que fluctúan entre $ 80.000 a $ 150,000 mensuales.

Es un fenómeno creciente en varias comunas de la capital, promovido en algunos casos por verdaderas mafias dedicadas a la especulación urbana.

En la comuna de Estación Central, un estudio realizado el año 2016 por la Escuela de Arquitectura de la USACH, ( [2] ) identificó las más inverosímiles formas de refugio donde viven hoy miles de familias de inmigrantes haitianos.

En calle Ruiz Tagle 1424, un galpón industrial sin uso, fue subdividido en numerosas piezas mediante delgados tabiques de madera, dejando al centro un container habilitado como baño colectivo.

Otro caso igualmente inaceptable, es el situado en calle Luis Pasteur 4251. Se trata de un sitio eriazo supuestamente propiedad de Bienes Nacionales, del cual se apropió un particular para levantar dos volúmenes de seis container cada uno, en dos pisos de altura con un pasillo central, habilitados como viviendas que se arriendan a valores especulativos. El caso que excede todo lo tolerable en materia de ilegalidad, corresponde al sostenedor de un colegio particular situado en calle Alberto Hurtado 130, que clausuró sus actividades pedagógicas, destinando a vivienda todas las salas de clase, aprovechando la existencia de baños colectivos para el uso de los usuarios.

Un panel promovido en agosto de este año por el Comité Habitat y Vivienda del Colegio de Arquitectos concluyó lo siguiente: ([3])

“Los arriendos abusivos afectan la integridad de la persona, física- y psicológicamente. Lo que se ofrece en arriendo no es una vivienda digna, sea en términos de seguridad jurídica de tenencia, habitabilidad, valores, servicios, instalaciones con altos riesgos de incendios. Y por eso, la oferta de estos productos la percibimos como un delito que atenta contra la Ley de Urbanismo y Construcción y contra la Ley de No Discriminación; un no reconocimiento ni realización de los estándares internacionales del Derecho Humano a una Vivienda Adecuada y de los Derechos Humanos de Movilidad Humana.”

Sin Estado, no es posible enfrentar este grave problema. Descansar en el mercado es condenar a los inmigrantes modestos a vivir en asentamientos indignos.

Durante mi permanencia en el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, manifesté reiteradamente que los actuales SERVIU son por Ley, herederos de las atribuciones legales que tenía la CORMU. En consecuencia, pueden y deben jugar un rol directo o asociados con terceros en la ejecución de viviendas de interés social.

En efecto, el artículo 2 de su Ley Orgánica establece entre otros puntos, que “La Corporación de Mejoramiento Urbano está encargadas de urbanizar, colaborar y asociarse con las municipalidades y con las empresas privadas en la realización de proyectos de desarrollo y mejoramiento urbano; otorgar créditos para este fin, supervigilar y fiscalizar su realización”

Estimo urgente la conveniencia de crear Corporaciones de este tipo, asociadas con Municipalidades como Independencia, Recoleta, Estación Central, Quilicura y otras donde se concentra actualmente gran parte del flujo migratorio, encargadas de producir y administrar viviendas sociales, destinadas preferente a familias de inmigrantes, en la modalidad de arriendo protegido.

Incluso puede hacerse lo mismo con empresas constructoras privadas, dispuestas a participar en esta verdadera cruzada por la solidaridad. ([4])

Entiendo que aún está en discusión en el Parlamento el presupuesto para el año 2019. Perfectamente puede disminuirse significativamente el monto de dinero asignado a subsidios a la clase media, que normalmente cofinancian edificaciones atentatorias de la calidad de vida en nuestros barrios, para destinar estos fondos al financiamiento de un programa como el que hemos descrito. Por señalar una cifra, diría que financiaran la construcción de 10.000 viviendas anuales y así sucesivamente.

Un programa de este tipo, asestaría un golpe mortal a la especulación vigente hoy con los arriendos, además de ofrecer un techo compatible con la dignidad humana.

Miguel Lawner

Santiago, 9-11.2018.

[1] Fuente: Córdova. 1926.

[2] Inmigrantes haitianos en Estación Central. Caso de Estudio. Mag. Ing. Arq. Rodrigo Martín.

[3] Comité Hábitat y Vivienda – Colegio de Arquitectos de Chile. Los arriendos abusivos son delitos 2 de agosto de 2018

[4] Yo personalmente presidí la Sociedad BELCORMU, integrada por la CORMU y la empresa consturctora BELFI, que construyó las tres torres de vivienda situadas en la esquina suroriente de Av.Kennedy con Américo Vespucio, cuyos departamentos se comercializaron por vía del Sistema Nacional de Ahorros y Préstamos.

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