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Hay monos más caros que otros

Los ingleses tienen una colonia de monos en Gibraltar, y en la simpática ciudad, andaluza por donde se la mire, además de los “llanitos”, sujetos que se ven como andaluces, hablan como andaluces, pero juran que son británicos en el peor inglés imaginable, esos monos constituyen la principal atracción.

No son simpáticos, algo o alguien les contagió la arrogancia inglesa y burda de Tony Blair, son feos como Margaret Tatcher o el príncipe Carlos y muy ladrones. En eso sí que se nota su pelaje inglés. Roban a los turistas –a un hijo mío le arrebataron un helado de las manos-, y si alguien se resiste a sus latrocinios de macacos se tornan agresivos. Pero están ahí, en lo más alto del peñón, como un símbolo del poderío británico. Una leyenda dice que el día en que los monos falten, los ingleses terminarán con la usurpación de esa porción de territorio español.

Los monos de Gibraltar son un ítem del presupuesto de defensa británico, incluso existe un grado militar; “Gran Caporal a Cargo de los Monos de Gibraltar”, una especie de Capitán General Benemérito encargado de que a esos monos de mierda no les falte de comer, ni asistencia veterinaria. El cuidado y manutención de esos monos le cuesta a los contribuyentes británicos alrededor de treinta euros anuales, por mono, y son cerca de sesenta según el último censo.

Si un mono de Gibraltar gasta treinta euros anuales en comida, vacunas y veterinarios, ¿por qué el Estado chileno gasta 600 millones de pesos cada año en alimentar, vacunar y asistir veterinariamente a Pinochet? Los monos de Gibraltar roban helados, bolsas de papas fritas, hasta alguna cartera dejada al descuido en el auto, pero ninguno tiene cuentas secretas en los EE.UU o en paraísos fiscales, Tampoco defraudan al fisco con declaraciones fuleras, ni sus monas y monitos forman sociedades para delinquir.

Los ingleses están convencidos de que esos monos sirven para algo, pero ningún chileno puede decir lo mismo de Pinochet. ¿Es justo que ese punga tenga asignados cinco autos con chofer, una ambulancia con médico incluido y 45 empleados que le pelan los plátanos?

Recuerdo que cuando era niño me topé muchas veces con un señor que caminaba a grandes trancos, siempre mirando al suelo y con gesto de eterno mal humor. Era don Jorge Alessandri, por entonces Presidente de la República, derechista pero ilustrado, y caminaba solo por la calle Estado rumbo a su casa o a La Moneda, sin otra compañía que un par de carabineros que lo seguían con mucha discreción, pese a que al mandatario le molestaba la presencia policial porque no tenía nada que temer, no había robado ni defraudado al fisco.

Cuando ese hombre asumió la presidencia era propietario de un departamento en la calle Phillips. Cuando dejó la presidencia su patrimonio era el mismo, aunque devaluado por el tiempo.

¿Qué tenía Pinochet cuando traicionó la constitución y se transformó en un dictador, en un asesino, en un torturador? ¿Cuál era el patrimonio del cártel de los Pinochet el 11 de septiembre del 73? ¿Y qué tienen ahora? ¿Por qué no podemos ver publicada una lista de todas sus propiedades?

Al mono de Gibraltar que robó el helado a mi hijo le di una soberana patada en el culo, y cuando un “boby” se me acercó para indicar que estaba prohibido maltratar a los monos le dije por qué lo había hecho. El “boby” estuvo de acuerdo, en ningún caso alegó que el mono ladrón padecía de “demencia vascular moderada”. Era un mono ladrón y se mereció la patada.

Cuando los chilenos escuchamos declarar que “se terminó la transición a la democracia”, y sabemos que en el macaco ladrón se gastan cada año seiscientos millones de pesos, vemos en nuestros políticos los mismos gestos idiotas de los monos de Gibraltar.

En cuidar a Pinochet se malgasta, se dilapida, se arroja a la basura, el presupuesto de varias escuelas públicas o de policlínicos más que necesarios. ¿Hasta cuando se prolongarán los mimos y atenciones a un miserable ladrón? Pinochet y los militares chilenos tuvieron y siguen manteniendo buenas relaciones con los británicos, hay mucho trapicheo de armas de por medio, de tal modo que, ¿por qué no aprovechamos esas buenas relaciones y mandamos a todo el cártel de los Pinochet a Gibraltar? Estarían felices entre sus congéneres, los macacos feos y ladrones del Peñón.

*Luis Sepúlveda es escritor, adherente de ATTAC y colaborador de Le monde Diplomatique.

Luis Sepúlveda

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