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Impactos de la “Primavera árabe” en Marruecos

Islamistas en el gobierno, pero no en el poder

“Marruecos no es una democracia, pero la ‘primavera árabe’ significó un verdadero avance (hacia ese objetivo). ¡Para nuestro país, es una revolución!”. Según Mustafa Ramid, Ministro de Justicia en el gobierno de coalición dirigido por primera vez por un islamista, Abdelilah Benkirane, y por su Partido Justicia y Desarrollo (PJD), fue algo inesperado. Ramid había sido hasta entonces un disidente en el seno del partido islamista, que exigía reformas políticas como condición previa a la participación en las elecciones.

Paralelamente a las manifestaciones que comenzaban en otras partes del mundo árabe, miles de personas salieron a las calles de Rabat, Casablanca, Tánger y Marrakech, el 20 de febrero de 2011. Exigían una nueva Constitución, un cambio de gobierno y el fin de la corrupción. El 9 de marzo de 2011, el rey Mohammed VI respondió inteligentemente a estas exigencias con un discurso en el que anunciaba diferentes reformas. El 17 de junio, propuso una nueva Constitución que lo obligaba a elegir un primer ministro surgido del partido mayoritario e investido de la facultad de disolver el Parlamento. El rey decidió también convertir el beréber en un idioma oficial, además del árabe. El 1 de julio, ese texto fue aprobado por el 98,5% de los sufragios, con un nivel de participación oficial -aunque cuestionado- de alrededor del 73%. El 25 de noviembre, en elecciones legislativas anticipadas, el PJD obtuvo una mayoría relativa (107 de 325 bancas)...

Artículo completo: 243 palabras.

Texto completo en la edición impresa del mes de noviembre 2012
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Wendy Kristianasen

Jefa de redacción de la edición inglesa de Le Monde diplomatique.

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