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Proceso de refundación

Izquierda para qué

Salvar a la Concertación o abrir un nuevo ciclo. Esa es la disyuntiva que enfrentan las nuevas fuerzas sociales. Ante la decadencia de la fronda política de la transición y la necesidad de superar sus mezquindades, refundar la izquierda aparece como un desafío ineludible. En ello se juegan las posibilidades de avanzar a tiempos de cambio sustantivo.

La creciente conflictividad social que remece al país, si bien encabezada por el movimiento estudiantil y animada por luchas de diverso signo, expresa un descontento social que sobrepasa el problema educacional para abarcar diversas dimensiones del orden económico, político y cultural vigente. Constituye un hito en el proceso político y social chileno en la historia inmediata y devela el agotamiento de los moldes establecidos en la transición. En este escenario, la posibilidad de avanzar hacia un nuevo ciclo histórico está instalada, pero no asegurada.

La política, por su lado, profundiza su decadencia. Se consume en pugnas vacías por cuotas electorales, animando un espectáculo de apuestas y discursos de ocasión de espaldas a los reclamos de la sociedad, que la sobrepasan, develando su incapacidad para entender el malestar y procesarlo. Como nunca, hoy “tener política” se reduce a detentar una maniobra electoral. Es un vaciamiento de sentido que la sociedad condena. El vacío de representatividad, se transforma en apoyo al movimiento estudiantil, el más articulado y fresco entre los movimientos sociales actuales. Sin quererlo, de hecho, contribuye a que se proyecte.

Es que el malestar con la promesa educativa logró involucrar una dimensión de derechos. Y con eso, abrió la puerta al problema de los grados que alcanza la mercantilización y privatización de nuestras condiciones de vida: educación, salud, pensiones, etc. Expresa un malestar, en definitiva, con la pérdida de control sobre nuestras vidas, y anuncia en definitiva una lucha por recuperar soberanía sobre nuestro futuro.

El movimiento, en consecuencia, apuntó los dardos del malestar hacia la concepción subsidiaria con que el modelo de Estado vigente maneja estas cuestiones. Finalmente, la tensión entre una concepción de derechos sociales universales versus la subsidiariedad imperante, nos ha remitido al tipo de derechos, de Estado y de ciudadanía que debe tomar forma como respuesta a las actuales luchas sociales.

La posibilidad de abrir el tránsito hacia un nuevo ciclo histórico tiene que ver con enfrentar problemas de estas dimensiones, evitando el cerco a las luchas y el malestar que la llamada “gobernabilidad democrática” ha realizado en los últimos 20 años, empleando mecanismos tecnocráticos y corporativos. Si bien la política se presenta hoy atravesada por impulsos de reorganización, estos parecen más espurios que sustantivos, en la medida en que se niegan a abordar las cuestiones de fondo. Más aún: parecen todavía girar en torno al problema de la gobernabilidad, del cómo devolver legitimidad al pacto de la transición.

En este sentido, el riesgo no sólo de instrumentalización, sino de desarticulación de las fuerzas sociales hoy activas, es evidente. Una recomposición superficial de la política que renueve las limitaciones de la transición está a la vuelta de la esquina. Problema que la izquierda parece no sopesar, en su apuro por diluir la reticencia a su incorporación al juego bicoalicional. La posibilidad de evitar un retorno de viejos esquemas bajo nuevos discursos está hoy principalmente anclada en los movimientos sociales en general y el movimiento (...)

Artículo completo: 1 816 palabras.

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Carlos Ruiz y Francisco Figueroa

Fundación Nodo XXI.

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