Jaque a la ciudad neoliberal

¡No, no, no nos moveremos! ¡Porque nuestra vida está en esta plaza, no nos moveremos! ¡No nos moveremos, es nuestra generación!

(Canto de los “indignados” españoles, inspirado en la cortina musical de una telenovela popular)

La imagen de la calle como metáfora del pueblo movilizado contra la nueva injusticia social parece tener una aceptación universal: se llamó “la calle árabe” a los florecientes movimientos de protesta en Medio Oriente y en el Magreb; un mítico conflicto –recientemente reactivado en Estados Unidos– oponía “Wall Street” a “Main Street”, mientras que a las numerosas manifestaciones registradas en Francia se las denominó “el poder de la calle”. De la misma forma, el manifiesto del colectivo español Democracia Real Ya evoca ante todo en términos urbanos (los “hombres y mujeres de la calle”) a quienes se percibe como las principales víctimas de las dos facetas del proceso que cuestionan: la ostensible captación del poder y de las riquezas por una elite política y económica restringida y bien compacta. Al tomar como nombres “Acampada Sol”, “Toma la plaza” o “No nos vamos”, el movimiento español del 15 de mayo no utiliza sin embargo la calle como un simple lugar físico (como sitio de reunión previa a la acción colectiva) o simbólico (“la calle” como espacialización de los “dominados”), sino que la erige en desafío. Esa “urbanización” de los problemas político-económicos planteados por el movimiento español otorga a los mismos una dimensión concreta, que puede ser apropiada inmediatamente por todos. Sugiere además, de manera simultánea, una comprobación política simple pero esclarecedora: la sola presencia colectiva, pacífica pero prolongada, en un lugar público, aparece como un acto de resistencia...