Jersey, el paraíso fiscal que no teme una refundación del capitalismo

“¿Eliminar los paraísos fiscales? Sí, he oído hablar de eso en la BBC. Parece que su presidente está muy entusiasmado. Y bueno, si encuentran por aquí a una sola persona que tome su amenaza en serio, sea amable, y ¡preséntemela!” Con una risa entrecortada, el empleado aplasta su colilla y se precipita en su colmena. En el mármol de la entrada, una cincuentena de placas doradas como monedas nuevas identifican a los dueños del lugar: estudios contables, agentes cambiarios, abogados de empresas, administradores de empresas fantasmas…

La ingeniería de la evasión fiscal ha invadido toda la zona frente al mar en Saint-Helier, la capital de Jersey, una estructura de cemento offshore rodeada de acantilados que se hunden en la bruma. De los noventa mil habitantes de la pequeña isla anglonormanda, más de doce mil trabajan en las finanzas, o sea un cuarto de la población activa.

Quienes daban por sentado que la ofensiva verbal del Elíseo contra los paraísos fiscales sembraría el espanto entre los interesados habrán perdido su tiempo. En la tarde del 15 de octubre, cuando el jefe de Estado francés acababa de pronunciar en Bruselas un “discurso combativo e intransigente” llamando a “la eliminación de las zonas oscuras” de las finanzas mundiales, la prensa local ignoró el acontecimiento...