La euforia mediática que siguió a la elección de Emmanuel Macron como presidente de la República, el último 7 de mayo, oculta lo esencial: entre los que se inscribieron en las listas electorales, casi un francés sobre cuatro (22,4%) votó por Marine Le Pen en la segunda vuelta.
Estos 10,6 millones de personas no manifestaron unánimemente su acuerdo con las 144 propuestas de la candidata. Eligieron su boleta porque pensaban que este gesto les permitía expresar su cólera, una forma de rehabilitación de sí mismos y de las esperanzas ligadas a sus vidas, a las relaciones de trabajo o con los vecinos que conforman sus vidas. Votaron sin conocer el programa del Frente Nacional (FN), sin adherir completamente, y hasta sin desear que Le Pen gobierne...
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