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La iglesia bajo un nuevo paradigma. Por Humberto Palma Orellana

LA IGLESIA BAJO UN NUEVO PARADIGMA

A todos, pero en especial a quienes compartimos la fe católica, el escándalo de abusos sexuales, de conciencia y poder nos ha golpeado en lo más profundo de nuestras convicciones. Lo que nos duele y avergüenza no es el daño causado al prestigio de la Iglesia, sino a las víctimas. De sus análisis, el Papa concluyó, entre otras cosas, que Jesucristo dejó de ser el centro, que perdimos voz profética y nos instalamos en la cómoda complacencia de una élite de privilegiados.

En esta hora del análisis, abundan quienes dan recetas para seguir adelante por caminos más evangélicos. Algunas de ellas hilarantes, otras, en cambio, ingenuas. Hemos oído de todo: desde que los curas se casen hasta que las mujeres asuman el mando en las altas jerarquías. Ojalá fuese todo tan simple como aplicar una de estas medidas y punto, sin por ello desconocer que algo se ha de hacer en el corto plazo. Sin embargo, y quizás esto es lo que exige mayor inteligencia, el Papa nos ha pedido mirar también a largo plazo, el futuro, y pensar qué Iglesia queremos. Por lo demás, es lo propio del profeta: juzgar el presente sin dejar de mirar el porvenir. Y en esto, el facilismo de las recetas inmediatas puede terminar causando tanto daño como la inmovilidad. La Iglesia, que somos todos los bautizados como nos recordó el Vaticano II, debe mirarse y pensarse a sí misma como servidora del mundo, pero bajo un nuevo paradigma de mundo: el de la complejidad.

De complejidad se viene hablando hace rato. Pero fue Edgar Morin quien profundizó el concepto. Complejo no es lo mismo que difícil. El sentido viene del latín «complexus» , que significa «tejido junto». Hoy nos movemos en sociedades y culturas como quien navega en un océano de incertidumbres, a través de un archipiélago de certezas (Morin). El paradigma de la complejidad rechaza el facilismo de la receta mágica, e invita a abordar las realidades complejas (como es la situación que enfrenta hoy la Iglesia) desde ese mismo paradigma de complejidad, es decir, haciéndonos cargo de todas las aristas implicadas. La tentación es pretender encontrar un puerto seguro donde construir un fuerte. La oportunidad es, en cambio, atreverse a navegar en la incertidumbre, como los apóstoles en los primeros tiempos del cristianismo, sin más certeza que el acontecimiento Jesucristo. Y ello exige soltar las amarras del poder que dan las riquezas, las influencias y la fama. Algo que no es tan difícil, pero sí complejo, porque en este nuevo paradigma soltada una amarra todo el conjunto se tambalea. Pero que es la única manera de navegar en el mundo actual.

P. Humberto Palma Orellana/Magíster en Gestión y Liderazgo Directivo
Presidente Fide Sexta Región/Rector Colegio Amada Sofía

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