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La música como movimiento de los sentidos, las emociones y el pensamiento. Alex Ibarra entrevista a Paquita Rivera

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Pintura de Jorge Araldi

Entrevista a Paquita Rivera (P.R) música. Realizada por Alex Ibarra Peña (A.I) Colectivo de Pensamiento Crítico palabra encapuchada.

A.I: Paquita muchas gracias por la entrevista. Por el tiempo que te diste entre tus clases y nuevo disco junto a Fulano. Desde mi perspectiva, eres parte de una generación de mujeres que han hecho un trabajo musical tremendo. La mayoría de ellas ha asumido carreras de solistas y con fuerte impronta en la música de raíz latinoamericana. En tu caso esto no ha sido tan así, ¿cómo llegaste a desarrollar tu carrera musical apartada de esta tendencia? ¿Qué estilos o influencias musicales son las que te interesó desarrollar?

P.R: Gracias a ti Alex por el interés que manifiestas en mi carrera. Te cuento que efectivamente, pertenezco a una generación que fue claramente influida por el canto nuevo, la música de protesta de los 80 y el “fogateo”, admiradora incondicional de Silvio y la Nueva trova cubana, la Nueva Canción Argentina y por supuesto Violeta y Víctor como grandes referentes. De las Peñas y de la Radio Umbral, el Café del Cerro y la permanente búsqueda por salir del marco de la música comercial impuesta por el régimen dictatorial de aquellos años.

Lo que hoy soy como músico es el resultado de influencias paralelas a las que ya te mencioné, partiendo por mis orígenes familiares: madre pianista clásica, que influyó en que mi búsqueda fuese inicialmente de la mano de lo docto, como el camino lógico más cercano y “a la mano” para poder desarrollarme profesionalmente como músico. Te cuento que soy de Talca y en los 80’s no existían las múltiples alternativas para profesionalizarse como músico si no se trataba de la formación docta tradicional. Menos aún en provincia, en dónde las posibilidades de desarrollo eran casi nulas. Sin embargo, yo tuve el privilegio de tener una madre músico, de contar con instrumentos en mi casa y de respirar un ambiente musical desde que tengo mis primeros recuerdos. Por otra parte, mi padre Boliviano tuvo que ver con mi cercanía con la música folclórica de la zona Andina y oriental de ese país, ya que en mi casa se mantuvieron tradiciones como celebrar el día de Bolivia (6 de Agosto), se cantaba con charango y guitarra y mi madre en aquellas ocasiones desarrollaba su lado “popular” cantando tonadas y cuecas chilenas, combinadas con taquiraris y huaynos provenientes de Bolivia, que acompañaron toda mi infancia y adolescencia.

Una vez en la Universidad de Chile, estas incipientes influencias musicales comenzaron a convivir con la música contingente y de discurso anti dictatorial de raíz latinoamericana; y en paralelo a mis estudios de piano clásico y canto lírico, conocí la música y la lírica de Rubén Blades, Tito Puente y el Merengue de inteligente discurso social y a la vez comercial de Juan Luis Guerra. Esto parece muy desconcertante pero es a raíz de un taller de Salsa que se realizó en la Universidad, que me invitaron a participar de la primera orquesta de Salsa formada bajo el alero de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile: OpusSalsa. Allí asumí el desafío de aprender a tocar en piano el tumbao y los ritmos sincopados y comencé a cantar Boleros. El paso de la Salsa al Jazz casi fue imperceptible y lógico, tanto en lo vocal como en lo instrumental. Todo este collage de influencias convergieron finalmente en mi personalidad musical, que no se ha cerrado casi a ningún estilo, paseándome sin prejuicios y casi cándidamente entre el Folclor, la Salsa, la música docta,… el jazz que trajo consigo al Bossa Nova, y de la mano del la Nueva canción Argentina y su raíz folclórica, lógicamente llegar a incursionar en el tango y el rock del otro lado de la cordillera. Y, desde hace unos 5 años, me encuentro en tránsito permanente y “vaso-comunicante” entre el jazz y el rock progresivo y experimental.

A.I: Claramente tienes una rigurosa formación musical, seguramente te formaste de manera formal en los estudios de la música. Pero además, parte de tu trabajo actual también es formativo, ya que enseñas música. ¿Nos puedes contar parte de tu formación musical? ¿Cómo ha sido vivir la música desde la dimensión pedagógica que desarrollas?

P.R: Como ya te comenté, efectivamente mi formación fue bastante rigurosa desde la infancia, ya que comencé con el violín a los 5 años, continuando con el piano formalmente desde los 8 años hasta mi época Universitaria, ininterrumpidamente. Igual, en paralelo, desde pequeña mi inquietud hacia la música popular y el folclor, las desarrollaba como podía, con la guitarra, la flauta, y lo que llegase a mis manos, como por ejemplo, desde que tuve acceso a un tocadiscos, me fasciné reversionando temas de discos de los 70’s que encontré en mi casa, así como aluciné con los “Swingle singers”, que tempranamente me hicieron conocer un estilo completamente novedoso para su época que eran las versiones en ensamble vocal a cappella en estilo swing, de obras como preludios y fugas de Bach. Es con uno de esos preludios de Bach a cappella, que audicioné para obtener el cupo para ingresar a la Carrera de Licenciatura en Música de la Universidad de Chile, donde obtuve mi grado académico el año 92. Durante los siguientes 3 años estudié piano con Mario Lecaros, y canto con Inés Délano. Fue ella quien me dio el primer empujoncito para comenzar a dar clases de canto, ya que me derivaba alumnos que ella no podía tomar, cosa que hoy, replico con mis alumnos y ex alumnos, y que restituyen lo que es la buena práctica del maestro-discípulo. Desde esa época y hasta el día de hoy, continúo en mi labor de investigación y docencia, especialmente en el área vocal. Entre el 95 y 97 estudié una carrera técnica en Fonoaudiología, para complementar mi interés en estudiar y conocer la voz humana en todos sus ámbitos, y el 97 viajé a Inglaterra en busca de una formación más contemporánea. Es allí donde me encontré con un maestro que me presentó la Técnica Alexander, y desde ese momento mis paradigmas cambiaron y mi camino de trabajo en lo vocal se abrió hacia lo integral, lo orgánico y psico-físico, lo cual hasta el día de hoy complementa mi quehacer artístico de manera profunda y me ha llevado a que al día de hoy, me encuentro estudiando la Formación para Profesora de Técnica Alexander, un trabajo psico-físico de reeducación neuro sensorial que recupera el potencial original, y que a mi parecer y por mi experiencia, en su aplicación a lo vocal es absolutamente revolucionario y a la vez nos devuelve a lo natural y recupera lo auténtico tanto en lo técnico como en lo interpretativo.

A.I: El desafío de asumir la responsabilidad de ser la voz de Fulano debe ser inmenso, llegabas, de cierta manera, a ocupar el lugar que dejaba Arlette Jecquier. Seguramente conocías bien a Fulano, pero también eras consciente de tus capacidades. ¿Consideraste que podías ser un aporte al grupo en ese primer momento? ¿Cuáles fueron tus motivaciones cuando entraste? ¿Cómo ha sido tu trabajo musical al interior de esta banda?

P.R: La verdad es que mi entrada a Fulano fue repentina y casi no tuve tiempo para evaluar lo que realmente significaba. Felipe Muñoz, el joven tecladista que sucedió a Jaime Vivanco; me invitó a audicionar (trabajábamos en la misma Universidad), ya que Arlette se había retirado recientemente y la banda había decidido buscar una voz que pudiese ser un aporte al camino creativo y experimental que siempre los había caracterizado. Debía ser una voz versátil y con ciertas características que yo ni siquiera sabía si existían en mi. Pero la motivación fue tan grande que de pronto me encontré siendo bienvenida como la nueva voz de Fulano, y se vino la avalancha de golpe, al darme cuenta de la tremenda responsabilidad que había asumido, de manera casi inconsciente y sin siquiera alcanzar a evaluar lo que significaría para mi carrera, tanto como desafío y crecimiento en lo profesional como en esto que tu llamas “ocupar un lugar”, tema con el cual tuve que aprender a convivir, y desafiarme de forma permanente a continuar con el tremendo legado de Arlette pero sin imitar, mantener el “lenguaje Fulano” pero sin perder mi identidad. No puedo más que agradecer todo ese tiempo de crecimiento y de búsqueda. Y hasta hoy, no paro de aprender y el desafío continúa, ahora con el nuevo proyecto “Animal en extinción” con Jorge Campos a la cabeza, en donde sumo al trabajo vocal, el de tecladista, y esto transforma el desafío en algo mayor y en donde puedo expresarme con aún más libertad.

A.I: Fulano sin duda hace un aporte musical que sintetiza varias influencias musicales que no estaban presentes en las creaciones locales. ¿Qué influencias musicales te parecen que son las más novedosas de esta banda en la escena musical chilena de los ochenta?

P.R: Ufff, cuando comienzas a bucear en las profundidades de este estilo, denominado alguna vez por el musicólogo Fernando González como “eclecticismo antihegemónico”, parece ser que entras en un laberinto sin salida, una especie de telaraña llena de colores, brillo, luces y sombras que se entremezclan conformando sonoridades únicas, creando ambientes que casi puedes palpar, oler, experimentar con todos tus sentidos. Me alucina la combinación del sonido de las maderas (saxos, clarinete, flauta) entre sinfónica y rockera, la influencia de lo étnico, el folclor…con el resto de la instrumentación incluyendo a la voz como un instrumento más, todo desarrollado de manera muy virtuosa, vertiginosa y delirante. Todo esto constituye un sonido único y claramente identificable. En lo vocal, tuve la oportunidad de investigar a tremendas y vanguardistas voces como son las de Maggie Nichols, o Nina Hagen, quienes junto a Ella Fitzgerald o Flora Purim, constituyen una amplia paleta de colores sonoros que confluyen finalmente en lo que podría llamar un “Sonido Fulano” en lo vocal, que en lo personal he recibido como un regalo que ha venido a complementar mi camino ya recorrido en lo estilístico, sonoro y técnico.

A.I: La banda ha declarado, en algunas ocasiones, una suerte de compromiso político al afirmar que les interesa realizar un tipo de música con contenido antifacista y el desarrollo de una estética que podría ser considerada contestaria. Esa declaración es bastante vigente si es que consideramos el afianzamiento de perspectivas de clase y excluyentes en nuestras instituciones político-sociales, además podemos sumar el avance de las ideologías conservadoras. ¿Te interesa ser un aporte a una sociedad más inclusiva y menos conservadora? ¿Crees que tu carrera musical se hubiera desarrollado si es que hubieras permanecido en provincia?

P.R: Qué interesante pregunta. Y la agradezco ya que me parece que amplía al lector, la clásica visión sesgada del músico, a la visión del ser integral que es la real del músico “de verdad”, un individuo pensante, crítico; y que “debe” ser un aporte a la sociedad en la que se desenvuelve y desarrolla su discurso artístico. Claramente en la actualidad es fundamental el rol del artista como un agente disruptivo y que aporte a la discusión. Estamos llamados a no sólo generar conceptos estéticos y entretener al público, sino, sobre todo (y si nos ceñimos al origen de la música) a llevar un “mensaje”, a generar un movimiento interno, a provocar un cuestionamiento, a “mover” las emociones y el pensamiento más profundo del ser humano. Así como en su origen, la música era única y exclusivamente un medio de conexión con la divinidad, y por tanto, un medio activo de comunicación; hoy posee un poder único el cual puede mover nuestros impulsos más primitivos tanto hacia el beneficio como en desmedro del bienestar del alma humana. Desde esta perspectiva, te puedo decir que el aporte de Fulano al mover a pensar, a la reflexión social, ha sido fundamental en especial en momentos sociales y políticos álgidos en nuestro país. En los 80’s y 90’s, cuando el régimen dictatorial intentaba silenciar las voces disidentes, Fulano a través de su discurso pero sobre todo, de su música, que salía de toda convención y que invitaba a la irreverencia, cosa que era prohibida y considerada digna de persecución; constituyó una vía de escape, un poco de oxígeno, la voz de miles que se sintieron interpretados por un discurso antihegemónico que, como el Canto Nuevo y la música de Protesta pero agregando el ingrediente delirante del lenguaje musical que escapa de todos los cánones establecidos, llegaron a ser un referente de una época y marcaron con su estilo a toda una generación melómana pensante.

Desde el lugar de mi aporte en Fulano, más bien en el continuar con lo que es y fue su discurso estético, me siento profundamente honrada de haber formado parte de este legado único, en donde considero se cumple uno de mis grandes objetivos vitales, el cual es no ser un personaje observado por las masas sino un elemento transmisor de un mensaje, que quienes escuchen y vean mi propuesta artística, escuchen y vean la obra de arte y su esencia, más que a la persona que está sirviendo a la obra artística. Hoy a través de la banda “Animal en extinción”, el objetivo se continúa cumpliendo, así como a través de mi música autoral, en donde exploro mis raíces Boliviano-Chilenas y aparece inevitablemente mi influencia del jazz y de lo Latino, me conecto con mi femenino, mi fundamental espiritualidad y con el discurso de la fragilidad del ser humano, abordando temas sensibles como la muerte, el dolor y el amor humano y divino.

Creo que en Provincia todo hubiese sido más complejo de llevar a cabo, aunque queda la interrogante de si hubiese o no sido posible. Esto daría para otro largo divagar en torno a la centralización que aún no se logra revertir, en nuestro país. Pero sólo me queda reflexionar acerca de lo difícil que hubiese sido haber hecho este camino, si no hubiese emigrado tempranamente a la Capital.

A.I: Están con nuevo disco, seguramente nos puedes comentar algo de este trabajo y sobre cómo va el desarrollo de tu trabajo creativo como solista.

P.R: Efectivamente, con Fulano alcanzamos a grabar un último disco, llamado “Animal en extinción”. Este disco tiene la especial característica de haber sido lanzado como disco “póstumo” dada la separación final de la Banda (…aunque ningún fan apuesta a que sea la “Final”…), la que se produjo justamente antes del lanzamiento. Esto pasa a formar parte del largo anecdotario de la banda, marcado por momentos de tragedia, de unión y reconciliación, de cambios permanentes, de ires y venires. Este final se observa como casi una premonición en el disco, desde su mismo nombre que casi lo predice, hasta el contenido lírico de los temas musicales, algunos de ellos que sobre pasan la irreverencia. Tanto así que si comparas el Cd con el Vinilo, el cual salió un año después de la separación, observarás que en el Vinilo se excluyó un tema. Licencias que pocos pueden darse pero que concuerdan absolutamente con el espíritu libre y sin barreras característico de una banda que creó un estilo, impuso una forma de hacer música sin precedentes al menos en nuestro país.

Como solista, continúo en una búsqueda personal y colectiva, ese collage de influencias continúa presente en mi quehacer musical. Actualmente como la voz y teclado segundo de “Animal en extinción”, la banda liderada por Jorge Campos y que toma parte del legado de Fulano pero con una propuesta musical más cercana al rock experimental, sigo desarrollándome en lo vocal e instrumental, siempre en la búsqueda de ir más allá de mis límites (los cuales creo que si uno se aplica, prácticamente no existen). Y en lo personal, me encuentro en una etapa de composición, reencontrándome con lo introspectivo y espiritual, aún sin prisas y disfrutando del momento creativo.

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