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La transfiguración de la participación política. Por Nicolás Camerati

La versatilidad de las masas no deja de sorprender. Estos últimos meses, la variedad de la expresión social y de la participación que se revelan desde la protesta y la ocupación del espacio público se ha ido ampliando. Todas las pantallas del mundo nos muestran como en diferentes ciudades, de diversos continentes, se está ratificando un fenómeno de acción social tan complejo, diverso y rico como el número de personas que participan. La pantallas del Mundo escanean sin saberlo, de una manera u otra, “formas” semejantes de acción social, que nos sirven a lo menos de ejemplos de una tensión latente entre poder político e instinto social.

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Si algunos, en algún momento, tuvieron miedo de una crisis de la participación política, debido a un declive en los niveles de participación electoral y a una disminución de la participación en las formas de adhesión política convencional, o si algunos tuvieron miedo de la utilización de las encuestas de opinión, como subterfugios ilusorios para integrar la opinión publica a la discusión democrática, la aparición de miles y miles de personas en diversas calles del mundo están, aquí y ahora, presentes para recordarles y asegurarles que la participación política no ha declinado, sino más bien mutado y que hay momentos en nuestra historia donde puede haber una “evolución”, una inversión o una re-invención de una forma de participación político democrática a otra forma de participación y acción social.

Energía solar ¡Democracia Real! decían las pancartas de la gente en España cuando iban avanzando a la Puerta del Sol, sin escuchar la prohibición del poder público. Pero, de qué realidad estaban hablando?, ¿es que no estamos hablando de una realidad participativa que no tiene mucho que ver con los famosos “principios de realidad” económico, sociales y políticos modernos?. El gigante se despertó, decían las pancartas en Brasil "O gigante acordou.", pero ¿de qué gigante están hablando? De una repuesta estratégica y calculada de la población de cara a políticas bien precisas? O es que estamos hablando de una fuerza colectiva subterránea?, de una nueva ética en gestación?.

En todo caso, este tipo de movimiento social que está surgiendo en el mundo, donde los jóvenes están muy presentes, donde hay una consideración general que los votos no pueden cambiar gran cosa y que la política se juega por sobre todo afuera de la escena electoral y partidaria, nos muestran que, al lado del camino ya asfaltado de la democracia electiva, existen eventos sociales, apariciones sociales, manifestaciones expresivas que presentan de manera creativa, espectacular y festiva, la misa mortuoria de las prácticas de participación democráticas tradicionales.

Si hay algo que es claro y que no podemos negar, es que estas nuevas formas de expresión social como la ocupación de plazas, las marchas de masas de indignados, las tomas de colegios, los ocupas etc..., ya no son acciones marginales o el sueño de un pequeño grupo de anarquistas o delincuentes, o de un grupo de inútiles y subversivos. Por lo contrario, estas formas de “democracia expresiva”; para utilizar Cédric Polère (1), caracterizados por la acción directa, son índices claros de un vitalismo social, de la efervescencia colectiva (E.Durkheim) (2), son expresiones excepcionales de clarividencia de una “centralidad subterráneas” (M.Maffesoli) (3) y que, aunque formalmente sean difícilmente definibles, controlables y generalmente percibidas como inferiores o anómicas dentro los sistemas de participación democrática tradicionales, dejaron de ser formas de expresión menores en el mundo. Como dice M. Mafesoli, en un momento u otro, lo que hoy es visto como anómico, será en el día de mañana visto como canónico.

Tal es la fuerza del imaginario de nuestra época, de las nuevas formas de expresión publica, del sentido común, de la doxa (H.Arendt) (4), que tendremos que prepararnos a modificar y redéfinir nuestras respuestas políticas y democráticas. Pues los ritos colectivos (M.Mauss) (5) el mundo de la vida cotidiana (M.Maffesoli), no está perdiendo ni tiempo ni la ocasión de recordarnos en el momento que menos nos lo esperábamos, que hoy existen nuevas formas de socialización, nuevas formas de conflicto, que no adhieren necesariamente a nuestras antiguas creencias contractuales de democracia política, en tanto que expresan una verdadera antropología de la disidencia. Cuando los pequeños hombres (der kleiner Mann), anodinos, anónimos, logran imponerse cara al Léviathan de la màquina burocrática, la debilidad del hombre “sin calidad” triunfa sobre la fuerza del Estado.

Aunque sea banal repetirlo, hay que acordarse que el poder político no puede existir si no toma en consideración el sustrato sensible que lo funda. Es el mérito de la “filosofía de la vida” (Bergson, Simmel, Nietzche) de haberlo señalado. Los sistemas políticos disponen o deben disponer de una cierta credibilidad, lo que les permite contar con el buen comportamiento de sus miembros y de los que le son subordinados. De hecho, la permanencia de una forma política u otra, de una forma de participación u otra, de un tipo de dominación u otra, depende de la capacidad de nuestros gobernantes de permanecer arraigados en el suelo sensible que la sostiene. Si hay algo en lo cual un gran número de autores están en acuerdo, es que la legitimidad de un orden político proviene en definitiva del pueblo o, si somos màs precisos, la legitimidad de un orden político proviene de la creencia de las personas en la legitimidad de quienes les gobiernan.

En este sentido lo que nosotros queremos remarcar, es que las manifestaciones expresivas que se multiplican en el mundo no son simples actos contestatarios que responden a comportamientos estratégicos o a lógicas de cálculo político, sino síntomas que nos revelan de una ausencia de reconocimiento al poder político y de una ausencia de las creencias de los ciudadanos en los conductos regulares de participación política.

Este nuevo tipo de expresión política, “la democracia de expresión”, más que ser una respuesta lógica a ciertas dificultades de la vida o de ser una respuesta al alza de precios de un ticket o de ser la respuesta a la renovación urbana de una plaza histórica, son por sobre todo lógicas de desafío colectivo, comportamientos demostrativos, es decir acciones que manifiestan emociones y sentimientos colectivos. “La democracia de expresión” son actos de desobediencia al límite de lo legal y que simbolizan la desacralización de la política y la “conquista del presente”, la aparición de una nueva ética en gestación (M.Maffesoli) (6). A titulo de ejemplos podríamos divertirnos en enumerar diversas pancartas contestatarias: “LAS PUTAS INSISTIMOS: QUE LOS POLÍTICOS NO SON NUESTROS HIJOS”, “BIENVENIDOS A LA REPÚBLICA INDEPENDIENTE DE MI PLAZA, “ERROR DE SISTEMA: INSERTAR CIUDADANIA 2.8 PARA REINSTALAR UNA DEMOCRACIA REAL”, “NO SOMOS IZQUIERDA CONTRA DERECHA, SOMOS ABAJO CONTRA ARRIBA”?, “CUANDO LOS LOCOS SEAMOS MÁS LOCOS, LOS LOCOS SERÁN ELLOS”.

En fin , hay que entender que las manifestaciones de carácter expresivo que se multiplican en el mundo, están ancladas en nuevas sensibilidades colectivas, en una nueva ética que se está cristalizando, de manera paradójica, de eso que es difuso del cuerpo social. Nos encontramos frente a un fenómeno social que seguramente va a exceder todas las explicaciones, respuestas o acuerdos que tratemos de darle a las demandas, más o menos claras, de las manifestaciones expresivas en particular. Pues, frente a los incrédulos, nuestras respuestas no tendrán más que una posición morosa de mediadores al centro de una masa heterogénea y efervescente de “jóvenes” felices del Apocalipsis. Por el momento quizás deberemos contentarnos con consensos temporales o acuerdos de superficie o de apariencias de consenso.

Quizás habría que pensar en la postura existencial que guía a nuestras masas contemporáneas, pensar en la visión sensible de la realidad de estas formas de expresión y entender eso que expresa Bretón (7) cuando destaca, con cierta ironía, que no hay que perder “el favor de este instinto de conservación (…) por ejemplo nosotros nos paramos bien (...) (…) nos preocupamos de dar vuelta la cabeza cuando pasa una bandera, sobre entendido: que querríamos gritar nuestro disgusto o escupir de desconfianza”. En eso, que expresa crudamente el poeta, uno encuentra el hilo conductor del desafío colectivo. Un problema existencial, un problema más allá de lo racional, un problema de emoción colectiva, un problema de creencias, la semilla del fin de la legitimación de una sociedad que ya no dirige nuestros universos de sentido.

Eso que, de alguna manera insolente, remueve y desorienta el orden establecido o contesta las normas comúnmente admitidas, tiene un futuro prometedor: son síntomas de cambio.

Está bien la solución de cambiar el binominal en Chile, de crear una mesa constituyente, de preparar un referéndum en Brasil, de parar la transformación del Parque Taksim Gezi en Turkia etc... ¿pero podrían recordarme cuál es el problema?.

Notas:

1. La « démocratie participative » : état des lieux et premiers éléments de bilan. Synthèse réalisée par Cédric Polère à l’occasion de l’élaboration du numéro des « Synthèses Millénaire 3 » sur le thème de la démocratie, DPSA – 2007.

2. Durkheim, Emile. Las formas elementales de la vida religiosa (1912). Colofón, S. A. - Morena 425-A - 03100 México, D. F.

3. Maffesoli, Michel. La Conquête du présent. Pour une sociologie de la vie quotidienne, Paris, PUF 1979.

4. Arendt Hannah, Collin Françoise. Philosophie et politique. In: Les Cahiers du GRIF, N. 33, 1986. Annah Arendt. pp. 84-94.

5. Mauss, Marcel y Durkheim, Emile. «De quelque formes de classification- contribution à l’étude des répresentations collectives». Anné Sociologique 6 (1903°.pp. 1-72.)

6. Maffesoli, Michel. Le Réenchantement du monde. Morales, éthiques, déontologies, Paris, éd. Table Ronde, 2007.

7. Bretón, André. Nadja, Paris, éd. Gallimars, 1972.

Nicolás Camerati es Doctor en Sociología, Centro de estudios de lo actual y lo cotidiano (CEAQ), La Sorbonne, Paris Descartes. (Director de tesis Michel Maffesoli).

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