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La única certeza es que estamos indignados por Marco Silva Cornejo

Desde hace ya algunas lunas, un síntoma recorre el mundo: “indignación”, ese sentimiento de intenso enfado que provoca un acto que se considera injusto, ofensivo o perjudicial. La contingencia derrama ante los ojos expectantes de miles de millones de ciudadanos en el mundo como los multiformes discursos de diferentes actores y minorías se articulan organizados bajo un discurso y una demanda colectiva: “fin al abuso e injusticias generadas por el modelo neoliberal y avances sostenidos en democracias mas robustas y justicia social”.

La sociedad civil sacude su solapa trasnochada por el ocaso de los socialismos reales y el mito del fin de las utopías y asume posiciones ofensivas frente a aquello que tras dos décadas de desarrollo neoliberalizante va dejando un sabor a frustración e indignación. Es así como las certezas y las promesas del modelo económico se van resquebrajando de la mano de las crisis financieras de la eurozona y la amenaza de crisis constante de EEUU.

Las sociedades desarrolladas, bajo las condiciones impuestas por el modelo neoliberal globalizado se ven afectadas por procesos de concentración de la riqueza y mala distribución de los ingresos. Este efecto, genera una brecha significativa en las posibilidades de acceso al desarrollo en un sector importante de la población, quedando excluidos grandes grupos humanos, siendo sometidos estos a contextos de desarrollo maltratantes e indignos. Bourdieu plantea que el Neoliberalismo globalizado:” es un programa de desconstrución de las estructuras e identidades colectivas, promoviendo un nuevo orden fundado en el culto del consumo en el que finalmente queda el individuo solo” (Bourdieu, 1988 Pág. 109). Y sobre este individuo solo y desprovisto del tejido social que lo proteja y contenga es que operan los depredadores de Chicago que hoy asumen cargos como: directores de la Polar, de las farmacias, de universidades privadas, del Fondo Monetario Internacional, entre otros.

Los actuales mapas económicos y escenarios sociales dan cuenta de una sociedad globalizada y globalizante, vale decir, altamente interconectada y tecnologizada a nivel de sistemas de comunicación, económicos y culturales. A la vez, esta sociedad está caracterizada por un discurso que tiende a hegemonizar el paisaje subjetivo e intersubjetivo, instalando de manera facilitadora una forma de ser “de lo humano”: en donde el consumo rige como principal actividad (Moulian, 1990; Bauman, 2007), desarrollando a partir de éste, no sólo una actitud de consumo a través de la adquisición de bienes y servicios, sino que configurando un mundo psicológico y una identidad valorizada a partir de los criterios de logro que el propio modelo impone.

En este escenario los y las estudiantes Chilenos han puesto el acento de sus demandas en la gratuidad de la educación, el carácter público de esta y el fin al lucro. La instalación por parte del movimiento estudiantil de estas demandas y la sintonía empática que dicho discurso genero en la sonoridad de la sociedad civil hacen que el actual gobierno entre en una crisis de identidad fundamental, pues el ejecutivo está representado en su ADN presidencial por todo aquello que evoca la indignación de tantos, a saber: el lucro, el neoliberalismo voraz y concentración de la riqueza.

El movimiento estudiantil Chileno y el movimiento social que le sigue detrás, articulando demandas sociales y populares aplacadas durante tanto tiempo por el espejismo ribombante de la transición y el desarrollo: avanza, se desarrolla y multiplica. Rompiendo el cerco del tedio alienante del shopping dominical y reinstalando en su defecto la alegría trasformadora, juvenil y refrescante de nuestros estudiantes y sus familias.

El avance en la consolidación de las demandas y el rompimiento de los mitos de seguridad, protección y desarrollo que nos ofreció el neoliberalismo quedan expuestos frente a la sensación de abuso, desamparo y voracidad de quienes controlan el mercado financiero y actualmente el gobierno. En este contexto, la transformación es multicolor y poliforme, se expresa con disfraces, murgas, música y también con piedras y barricas. Frente a las expresiones de alegría indignada que movilizan a la sociedad civil, las derechas del mundo y de chile levantan argumentos criminalizadores de las demandas sociales y de los acores que las impulsan, evidenciando la resistencia natural de los administradores del modelo económico por trasformar el virtuoso circuito de la riqueza que han construido para el lucro de sus familias, consorcios y grupos de interés.

Las demandas sociales del presente han llegado para quedarse y multiplicarse, es desafío de la clase política sintonizar con el nuevo pulso que el movimiento estudiantil le imprimió a la vida política de nuestro país. Será tarea de todos, dar continuidad a las demandas instaladas y avanzar en la trasformación de nuestro sistema político y económico, pues solo es razón de masoquistas el vivir anclado a un sistema que hace del maltrato, el abuso y la discriminación el espacio de construcción del cotidiano.

Referencias:

• Bauman, Z.(2007). Vida de Consumo. Fondo de Cultura Económica. Argentina.

• Bourdieu , P. (1988). Cosas dichas. Gedisa. Buenos Aires.

• Garretón, M. A. (1999). "Transformaciones sociales y reconstrucción de los estados nacionales: hacia una nueva matriz socio-política." cultura y comunicación, Buenos Aires: 145-170.

• Moulian, T. (1999). El consumo me consume. LOM, ediciones. Santiago.

Marco Silva Cornejo es psicólogo, Magister en Ciencias Sociales Aplicadas. UFRO

11-11-2011

http://www.lemondediplomatique.cl

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