Las multinacionales de internet, a pesar de sus declaraciones de inocencia, forman parte del sistema de espionaje mundial.
Durante años las autoridades estadounidenses trataron con dureza a los Estados que, como China e Irán, imponían a sus ciudadanos restricciones sobre el acceso y la utilización de Internet. Las revelaciones de Edward Snowden sobre la amplitud del sistema de vigilancia de las telecomunicaciones mundiales instalado por Washington no hicieron más que reforzar las dudas que ya pesaban sobre la sinceridad de estos reproches. Pero el problema va mucho más allá de la simple hipocresía.
En 2010, una comisión de encuestas del Ministerio de Comercio estadounidense señaló la preocupación de los principales actores del mundo digital (1). En sus informes a la Comisión, estos últimos se ocuparon de denunciar la política de Estados Unidos relativa a la red, no sin tomar algunas precauciones: nunca mencionaron, por ejemplo, directamente el programa PRISM de la NSA...
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