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El inglés avanza en su hegemonía

Los costos del monolingüismo

En el seno de las organizaciones internacionales, la política lingüística es objeto de intensos debates. Aunque las normas estatutarias establezcan idiomas oficiales e idiomas de trabajo –seis en Naciones Unidas, veinticuatro en la Unión Europea–, poco a poco se impone un monolingüismo de hecho. Casi sin complejos, se menciona una nueva lengua vehicular: la English lingua franca (ELF). Durante mucho tiempo presentada como el lamentable –pero inevitable– resultado de exigencias presupuestarias, esta evolución parece hoy asumida. La cultura profesional de las organizaciones internacionales asimila actualmente el predominio del inglés, y sus defensores afirman incluso que se ha internacionalizado: liberado de las prácticas y representaciones de los hablantes nativos, ya no constituiría una amenaza para la diversidad lingüística o la equidad.

Adeptos a menudo a la doctrina de la “nueva gestión pública”, quienes defienden la ELF insisten en el hecho de que su uso sería el mejor modo de impedir una insostenible explosión de costos. Sin embargo, este argumento no resiste el análisis. La Unión Europea, aunque posee el régimen formal más exigente en términos de idiomas de trabajo, gasta aproximadamente 1.100 millones de euros por año en servicios lingüísticos, lo que equivale al 1% del presupuesto, 0,0087% del Producto Interno Bruto (PIB), 2,20 euros por residente o 2,70 euros por ciudadano mayor de 15 años. Aunque existan riesgos de una tendencia al alza, un gasto de menos del 0,01% del PIB no podría considerarse como económicamente insuperable...

Artículo completo: 253 palabras.

Texto completo en la edición impresa del mes de mayo 2015
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Dominique Hoppe

Presidente de la Asamblea de Funcionarios Francófonos de Organizaciones Internacionales (AFFOI).

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