Los medios a medias

Que el acceso a internet y las nuevas tecnologías (TICs). Que las redes sociales virtuales (twitter, facebook). Que la conectividad y la convergencia tecnológica. Que la televisión digital y la democratización de las comunicaciones. Que la infraestructura tecnológica en Chile es la mejor de América Latina. Que hay más teléfonos celulares que de red fija. Que han bajado los precios de los notebooks y han ingresado con fuerza los netbooks.

La revolución de las comunicaciones ha golpeado nuestras puertas, pero ¿con qué profundidad? ¿Cuál es, exactamente, el acceso? ¿De qué manera ha impactado en toda la ciudadanía o, al menos, en una mayoría significativa? ¿Cuál es la dimensión de la brecha digital en Chile y, por lo tanto, los alcances y limitaciones efectivos de la revolución tecnológica y del uso de internet? ¿Es, en definitiva, la comunicación una plataforma de integración y reconocimiento de los diversos grupos sociales?

No lo parecen, pero son mordazas

Desde los inicios de la presente década, han emergido nuevas preocupaciones en torno a la libertad de expresión que dicen relación con aquellos mecanismos sutiles o invisibles de control, censura o manipulación. Es lo que la Relatoría para la Libertad de Expresión de la Organización de Estados Americanos (OEA) ha llamado “violaciones indirectas a la libertad de expresión”.

Aquellas restricciones tradicionales y evidentes, como las agresiones directas a los periodistas y los medios, la persecución y hostigamiento judiciales, los impedimentos para acceder a información pública, la censura y el control editorial, entre otros, se mantienen y son un problema severo en vastas zonas del continente.

Sin embargo, en la medida en que los países de la región recuperaron la democracia formal, y se normalizaron los procesos políticos, se han ido haciendo evidentes otras problemáticas que aquejan el goce efectivo de la libertad de expresión. Se trata de prácticas, mecanismos y procesos que ocurren bajo la aparente (...)