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MANIFIESTO POÉTICO La poesía como instrumento de la verdad

Audacia, hija precoz del orgullo
Condenada al vértigo de su propio movimiento
O bien triunfa, para empezar de nuevo… o se hace añicos
En ambos casos, el resultado es sublime

Corrección del Manifiesto Futurista de Marinetti

Unión de Artistas Militantes
Letras para el Combate

Poesía,
mas no de poetas,
sino que de soldados...

El canto de los cuarteles,
el soneto de los obuses,
la rima marcial de los versos que se dirigen a la batalla

La libertad de la cadena de mando,
el repudio de la creatividad creativa

La exaltación de un solo principio:
la repetición infinita de la muerte

I De los motivos de nuestro arte

1. Queremos cantar el odio profundo de las masas, el rencor mudo del resentimiento proletario. Representar el furor colosal de las pasiones sociales, la energía y la temeridad destructoras de los parias del mundo.

2. Queremos cantar al animal de carga moderno, al asalariado, capaz de rebelarse en contra del mundo y trastocar los cimientos en que el hombre subsiste.

3. Los elementos esenciales de nuestra poesía serán el vigor, la venganza y la audacia de los explotados, la ciencia marxista y la exaltación apologética de la herencia de nuestros ancestros, poderoso faro de tenacidad indómita que nos alienta a lo imposible.

4. Pretendemos celebrar el movimiento agresivo del proceso histórico, el insomnio febril de la imaginación revolucionaria, el paso gimnástico hacia adelante, el salto peligroso, el puñetazo libertario y la bofetada rebelde.

5. Deseamos demoler las Iglesias y los Estados, combatir la moral de las clases dominantes y las cobardías oportunistas y utilitarias de la pequeño-burguesía. Somos gigantes dispuestos a desafiarlo todo, a cuestionarlo todo, a aplastarlo todo.

6. Cantaremos a las grandes multitudes agitadas por el trabajo, el placer o la rebeldía; a las resacas multicolores y polifónicas de las revoluciones en las capitales modernas.

7. Proclamamos, nuevamente, la primacía estética de las pasiones sociales; mármol y granito sobre el cual se construye el sentido más profundo de nuestro tiempo. Abogamos por la representación artística de los sujetos sociales en la dinámica histórica.

8. Nuestro arte se alimenta del aliento venenoso de la era que nos ha tocado vivir; el episodio final, monstruoso, de nuestro tiempo, el capitalismo en su última forma.

9. Queremos cantar el amor a la violencia proletaria, a la esperanza y a la alegría de las masas en su marcha conquistadora.

10. Queremos glorificar la guerra de clases, única higiene del mundo, la militancia obrera, el clasismo, la acción destructora de los pueblos, las hermosas ideas que matan y el desprecio a la sociedad burguesa, a la familia, al patriarcado.

II De la poesía, la belleza y el arte como instrumento. El poeta como soldado

11. Ya no hay belleza más que en la lucha de clases, ni obras maestras que no posean un carácter agresivo, es decir, subversivo, revolucionario. La poesía debe ser un violento asalto contra las fuerzas enemigas para hacerlas rendirse ante el hombre liberado.

12. No tenemos inconveniente en repetir que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva, la belleza de la acción política de las masas, de la militancia obrera, del clasismo.

13. La internacional marxista, Estado mayor del proletariado, con sus cuadros dirigentes cual tribunos modernos de aliento explosivo... Una Internacional marxista, que parece condensar sobre sí la velocidad de los siglos, es más hermosa que la Victoria de Samotracia.

14. La originalidad ha perdido toda sustancia. Una preocupación ociosa del arte en decadencia. La innovación ha sido capturada por el mercado. Es necesario reemplazar las formas sinuosas y ondulantes del devaneo interpretativo por la unidad estética del arte como instrumento.

15. Las Vanguardias ya expandieron las fronteras del arte burgués hasta su último reducto. El florecimiento de su espíritu ha tocado, en lo esencial, a su fin. A lo menos, sus raíces están secas. La tendencia general es la podredumbre. Nuestro horizonte será, por lo tanto, la reinterpretación creativa de todo lo existente, las más bellas flores de la miseria.

16. El arte debe volver a los clásicos. Reemplazar la figura del "libre creador" por la del soldado al servicio de una causa totalizante. Encadenar el arte a la política, hasta hacerlo escupir todo resabio de independencia. ¡Esa es la consigna!

17. Nuestra poesía es un arma. Forma parte del arsenal de guerra del movimiento obrero. Sus versos contienen una cadencia metálica, filosa como un cuchillo que desgarra la conciencia y la estremece. Su ritmo es el de un golpeteo constante, asemeja el sonido de un martillo que se estrella contra el muro de la moral burguesa para hacerla añicos.

18. Buscamos reivindicar la oratoria, el verso grandilocuente y mayestático, la tensión trágica, formas propias del discurso de todos los vencedores de la historia, y que deben ser puestas al servicio de nuestra clase. Somos proclives al canto épico, a la exaltación poética de la gesta proletaria.

19. Los símbolos heráldicos de nuestra poesía serán la guadaña de la igualdad; la guillotina jacobina, la pica y el gorro frigio sans-culotte, la hoz y el martillo soviético, la metralla y el poderío militar de los estados proletarios. Nuestra poesía aboga por el armamento nuclear de las masas insurrectas.

III De la igualdad, la libertad y el totalitarismo.
Del compromiso político y el espíritu de los tiempos

20. La igualdad y la libertad no son hoy más que un invento, un consuelo de mentes estrechas. Es necesario conquistarlas, construirlas. Este ha sido el camino de Espartaco, Müntzer, Robespierre y de los mejores hijos de la patria proletaria, la senda de Babeuf, Marx, Engels, Lenin y Trotsky.

21. Libertad
¡Mito enajenante!
Te reemplazamos por las cadenas fortificantes de nuestro espíritu; la Militancia, el Arte y la Ciencia. Somos bueyes tirando una carga tan pesada que saca de su órbita a nuestros ojos y nos hace arrastrar la lengua. Pero seguimos adelante, siempre incansables, siempre indomables. Nuestra poesía se considera a sí misma un animal de tiro, una bestia de fuerza formidable al servicio del futuro proletario.

22. Igualdad
¡Bandera olvidada!
Tus colores azul y amarillo han sido manchados con sangre. Nosotros te tomamos, hacemos flamear tu estandarte y te recuperamos para nuestra causa. Hoy las banderas de la libertad son las de la Comuna, el Soviet triunfante y el Marxismo.

23. Nuestra poesía se tiñe de rojo. Es la voz estremecedora de todos nuestros mártires, verdaderos santos del odio de clases. Es el eco de cada sacrificio, el recuerdo inmortal de la saña de nuestros enemigos que clama venganza.

24. Nuestra poesía, definitivamente, no es pluralista en ninguno de los sentidos del término. No busca la amplitud grosera ni el consenso cobarde y pusilánime. Al contrario, nuestra poesía es una poesía totalitaria, en su sentido correcto. Los versos de nuestro arte son inspirados por el fanatismo, sus motivos esenciales son la guerra de clases y el enfrentamiento.

25. Nuestra poesía sólo concibe dos campos: el aliado y el enemigo. Todo lo demás carece de importancia y es para nosotros, en consecuencia, irrelevante. Hacemos nuestro el principio de armas de la antigua Roma: ¡O con nosotros, o contra nosotros! Los aspectos formales de nuestro arte y su expresión sintáctica deberán subordinarse a este principio sagrado, el cual adquirirá un carácter de dogma.

26. Despreciamos la etiqueta empalagosa y grotesca del “arte por el arte”, categoría universal de todo el arte inútil y cuya única utilidad hoy es la identificación de ineptos.¿Artistas? ¡Basura! ¡Banda de mercachifles del pensamiento contemporáneo! ¡Traficantes de la cultura de la decadencia!

27. Sin pecar de libertinos, burgueses en su fase adolescente, somos amigos de la irreverencia. Vomitamos el traje de aquellos académicos bien pagos que nos “explican” el “fin de la historia” y la bancarrota de los “meta-relatos". Defecamos encima de sus “novísimos” manuales de filosofía, sarta “bien elaborada” de lugares comunes en torno a la “deconstrucción” de los sujetos. Somos anti-postmodernistas, miserable escolástica de las últimas décadas que alimenta a los cerdos.

28. Nuestro arte se inclina por una sensibilidad militante, partidaria. Su voz aspira a la música de “La Internacional”, su palabra es amiga y pariente de la consigna política y el panfleto, verdadera poesía en estado embrionario que debe ser desarrollada por nosotros.

29. El compromiso de nuestra poesía es absoluto. Deseamos llevar hasta el límite la unidad entre creación artística y praxis. Nos empeñamos en romper, otra vez, las fronteras que se han levantado entre el arte y la acción política.

30. Nuestra poesía es una rosa que se alimenta de la muerte. ¡Hija del desastre! Florece entre la hecatombe de la Guerra y la Revolución, respira sangre. Poesía maldita, hereje, no alcanzará su pleno desarrollo si no en su relación orgánica con la catástrofe (la lucha de clases es su mejor abono). Para despertar el fervor entusiasta de sus elementos primordiales, es precisa la organización colectiva, el despertar de las masas, la acción dirigente de los partidos y organizaciones obreras, la voluntad irrefrenable de la práctica marxista.

31. Somos poetas porque nuestra alma dialoga con la conciencia enloquecida de nuestra era. Nuestra voz posee el aliento venenoso de la locura. Somos tribunos del mundo que nos ha tocado vivir, el griterío infernal de la masacre y el asesinato.

32. La voz de nuestro arte es monstruosa como nuestra época. Asemeja a una bestia frenética, perfecta en su psicosis. Encarna con sus aullidos el contenido apocalíptico de las furias del presente: las crisis, guerras y revoluciones; es decir, los objetos fundamentales de representación artística de la era contemporánea.

IV De la religión, la razón científica y el tiempo mesiánico.
De la revelación poética

33. Nuestra poesía es enemiga declarada de la Religión y sus instituciones, chapucería charlatana al servicio de la barbarie. Busca la aniquilación de todo rastro de superstición teológica, opio milenario de los pueblos.

34. El fundamento de nuestra poesía es la razón científica, es una poesía ilustrada en su acepción moderna, es decir, marxista.

35. Ahora bien, somos conscientes del desarrollo antiquísimo, milenario, de la elaboración místico religiosa de los primeros pensadores comunistas. Dicha escuela originaria, raíz lejana del pensamiento proletario moderno, se desarrolló al calor del nacimiento de las ideologías igualitarias de las sectas cristianas de la antigüedad, las tradiciones herejes del medioevo, el ideario milenarista tardo feudal y la acción política de los cavadores en la Gran Revolución Inglesa.

36. La utopía mística de los primeros tiempos fue así el ideario de todos aquellos ancestros anónimos de la Revolución Social, así como también el manto ideológico de sus primeros patriarcas: por ejemplo Dulcino, Müntzer y Cromwell. Esto tal y como la Ilustración constituyó el sistema de pensamiento de los primeros revolucionarios del mundo contemporáneo; el ideario de Marat, Robespierre, Saint Just, Miranda, Bolívar y del primer comunista moderno, Babeuf. Punto de encuentro de ambas tradiciones fue la prédica revolucionaria de Jacques Roux, el odiado por todos.

37. Nuestra poesía, luchando enconadamente en contra de la religión, exaltando los valores de la razón y la ciencia, posee un aliento escatológico... humilde tributo a nuestros ancestros. Nuestra poesía es una poesía apocalíptica, mesiánica.

38. Siguiendo aquí a algunos de nuestros filósofos, concebimos la redención como el producto de la encarnación de la voluntad creadora de la humanidad en una clase social específica: el proletariado, cuya vocación de poder constituye el último mesías de la historia.

39. Las religiones oficiales se han empeñado en desvirtuar el verdadero carácter social del mesianismo, identificándolo permanentemente con los valores de las clases dominantes. Nosotros declaramos, desde la vereda opuesta: el mal es el progreso, la locura es la verdad, iniciándonos fervorosa y activamente en estos principios. Somos profetas del hijo del hombre, la bestia salvaje, figura comúnmente vulgarizada en la imagen del anti-cristo.

40. En términos político prácticos, este último puede identificarse con la acción del partido revolucionario: ¡El pastor de la dictadura de hierro! ¡El dragón devorador de corderos y sus mil tribunos con lenguas de serpientes!

41. Si el pensamiento religioso evolucionó desde una concepción animista del mundo natural a la representación antropocéntrica de la divinidad, y de esta última al establecimiento de principios valóricos universales expresados en el corpus de las grandes religiones monoteístas, nosotros realizamos un movimiento de regresión dialéctica hacia los orígenes remotos de la intuición mágico-científica de la especie humana.

42. En el ámbito artístico, concebimos a la revolución y su dinámica como la manifestación de fuerzas elementales trascendentales. Estas son reveladas en la poesía mediante un proceso de iniciación extática, alimentada ya sea a partir de una experiencia individual de carácter místico, o bien, por el contrario, de un ejercicio meramente racional.

43. Una visión de estas fuerzas primordiales identificaría en el proletariado y la revolución los principios masculino y femenino del ordenamiento jerárquico de la historia, cumpliendo la lucha de clases una función análoga a la copula, anticipando con su brutalidad el advenimiento de la nueva edad del hombre. De igual manera, el Partido obrero, el Estado y las Clases dominantes, así como también el resto de los agentes históricos de la modernidad, pueden ocupar un papel en la encarnación de estas fuerzas elementales, adquiriendo con esto un perfil de rasgos míticos. Un ejemplo maestro de esta operación en literatura puede encontrarse en el poema fundacional de Occidente: la Ilíada.

44. A contrapelo del sentido común, contra él y sobre él, declaramos: ¡Seremos los creadores de los nuevos mitos del mundo! ¡Los fundadores de la próxima edad dorada! ¡Barreremos la faz de lo existente para construir aquella civilización que habrá de empequeñecer a todas las anteriores!

V Adscripción al Futurismo y crítica

45. Estamos sobre el promontorio más alto de los siglos... Detengamos nuestro ascenso un segundo para tomar aliento y admirar la herencia de los tiempos, el fruto de las sociedades que nos han antecedido.

46. Vivimos el tiempo de la decadencia absoluta, omnipresente... Nos es necesario rasgar los velos de una civilización enajenante y tomar nuestro legado. Nuestro arte es universalista, reconoce lo mejor y más valioso de la creación artística burguesa, se alimenta de los grandes.

47. Aspiramos a participar de la tensión ascendente de la Novena, a perdernos en la tormenta vibrante de su estallido épico, a buscar nuestra potencia en el motivo destructor de la Quinta, y a sumergirnos en los abismos de piedad y recogimiento del Réquiem. Con profunda admiración, nuestras rodillas sabrán tocar tierra en el preciso instante en que una de las brisas de La Pasión bendiga nuestra alma. ¡Respeto! Respeto a las más excelsas creaciones llamadas Espíritu. Ya que aquellas son palomas que se posan en nuestro vientre, fecundándolo con las caricias de una madre muerta, llamada esperanza.

48. Nuestra poesía hunde sus raíces en el horizonte de los siglos, en el magnífico universo de la producción intelectual y artística de las civilizaciones precedentes, llegando a enlazarse con los primeros escarceos de la creación mágico-religiosa de la humanidad para proyectarse al futuro, con fuerza avasalladora, al servicio de una nueva clase dominante: el proletariado.

49. El primer futurismo ha negado, erróneamente, la tradición, declarando la caducidad irremisible de los tiempos de la memoria. Su condena de los museos, templos luminosos de la herencia de los antiguos, ha sido, a todas luces, un despropósito. Filosofía errónea que trasvierte a la técnica y al movimiento en meras sombras carentes del vértigo de la historia, esto en su momento de tensión más intensa. Este error debe ser enmendado con urgencia.

50. ¡No! Ni las máquinas y su gimnástica magnificencia, ni la técnica y su energía creadora, sin duda algunas de las bellezas más esplendidas del mundo contemporáneo, como reconocieran ya Marinetti y Maiakovsky, podrían equipararse a la velocidad desplegada por el tránsito del sublime movimiento: las masas y su violenta irrupción por la conquista de sus destinos.

51. Comparable a la agilidad, velocidad y precisión del vuelo furtivo de un avión supersónico en un combate aéreo, en el momento de cortar la gravedad con maniobras que se funden con el cielo en su fantástica insolencia, danza suprema impulsada por turbinas que rugen más portentosamente que el trueno mismo, es la acción revolucionaria de los trabajadores y sus instituciones políticas. ¡Tanto y más temible que el vuelo de un F-22 en el instante de fijar su mira, es el paso del partido revolucionario por la historia! Maquinaria de tecnología temible que atraviesa los aires con la determinación de lo implacable.

52. Somos futuristas porque comprendemos la superación del pasado como una negación dialéctica (y por lo tanto despiadada) del presente, principio soberano destinado a florecer en el alma del proletariado en su inevitable maduración como clase dominante.

53. Sólo la clase obrera, en su calidad de dictator universalis, tendrá la potestad necesaria para conferirnos a nosotros, hombres grises y abyectos atrapados en la miseria de lo actual, el patronazgo de la construcción del futuro de nuestra especie, destinada a las estrellas.

54. Con todo, no debemos esperar pasivamente el ascenso de esta nueva soberanía. Somos futuristas, precisamente, porque colaboramos activamente con la construcción comunista. En este camino, sabemos que es necesario responder con prontitud, ya que nuestra tarea es conjurar la fuerza de los futuros actualmente hegemónicos, los cuales constituyen la antesala inmanente de una nueva barbarie.

55. Pero no cometeremos el error de actuar apresuradamente; es decir, de manera irresponsable. Debemos ser sabios, porque dicha barbarie comparte nuestro espíritu y nuestra sangre, ya que hemos nacido de una misma progenitora, el destino. ¡Estemos alertas! Aquella es un monstruo, como nosotros, que posee una energía y temeridad que en momentos será superior a la nuestra. Suprema antagonista, barbarie inmanente de esta edad oscura, que se regocija con soberbia, ¡perra!, ante la posible aniquilación de nuestro género.

56. Seamos precavidos, seamos sigilosos, ya que la batalla por el futuro se librará de cara al abismo. En no menor medida, triunfaremos contemplando nuestro propio desastre. En esta batalla, será necesario, como hicieran nuestros predecesores, disputar palmo a palmo la herencia de los tiempos. Más aún, el sentido profundo de nuestra lucha será la disputa por el tiempo mismo.

57. El pasado constituye una cantera de fuerza arrolladora, más temible que los arsenales nucleares de las actuales monarquías. Esta cantera debe ser manipulada por nosotros, ya que aquella es explotada también, constantemente, por nuestros enemigos. Es necesario repasar este principio, develado ya por Benjamin.

58. En esta lucha, de carácter universal, nuestra poesía aspira a participar de aquel espacio en el cual se llevará a cabo el nacimiento definitivo del hombre. Aquella ha nacido con Espartaco, se desarrolla hoy alimentándose de su espíritu, y se aboca de lleno a la imposición violenta de nuestra fe. Enemiga implacable de la sociedad de clases, pregonera incansable del advenimiento proletario.

59. El arte nuevo, que será un arte comunista; es decir, plenamente humano, no puede y no podrá desarrollarse al calor de esta sociedad de atraso e ignorancia. Nuestra brutalidad nos hace indignos de presenciar su nacimiento. Pretender impulsarlo sería como esperar que una manada de simios nos enseñara a nosotros, especie suprema del mundo, a componer la más elemental de las obras musicales. Sólo la Revolución Burguesa y la superación material del viejo orden feudal permitieron la gestación de los más recientes semi-dioses de la creación artística y el pensamiento, alcanzando aquellos la calidad de imágenes eternas de lo grandioso. No podríamos esperar hoy algo diferente.

60. Pero aun cuando la era nos prive del privilegio de admirar a los próximos creadores en sentido pleno, cuya fisonomía alcanzará la altura de los antiguos gigantes, como planteara Trotsky hace casi un siglo, la prehistoria de este arte se encuentra ya al alcance de nuestras manos. Depende de nosotros participar en su florecimiento, pudiendo colaborar de este, incluso, los aportes de todos aquellos que se vean influenciados por nuestra doctrina.

VI Adscripción al Futurismo.
Del hecho bélico, la belleza y la verdad

61. Reconocemos en el Futurismo la correcta valoración de uno de los rostros inmemoriales de la belleza; esto es, el hecho bélico y su exaltación ideológica. Verdad que conocieron los antiguos y que retrataron magníficamente en obras tales como la Ilíada, la Eneida, el Cantar de Roldán, el CID y otras muchas aspirantes a la gloria eterna. Esta verdad, revitalizada por los fundadores de este movimiento, ha sido en tiempos recientes parte integral de la epopeya del ejército soviético en la gran Revolución de Octubre, así como también espíritu fundador de una parte importante de los hechos de armas de la clase obrera.

62. La cuestión antes ratificada por nosotros nos lleva, en consecuencia, a plantear los tres momentos del desarrollo de nuestro arte. Primero, el reconocimiento de los principios rectores que inspiran nuestra creación, para nosotros la verdad misma. Segundo, el momento de la creación en sí; es decir, el proceso de reflexión y elaboración artística de la verdad. Tercero, la consumación material de esta verdad y, por lo tanto, de nuestra condición artística plena, que no llegará a adquirir su significado práctico (para sí) sino es en la conflagración de clases y en nuestra adhesión entusiasta a las filas del ejército de los trabajadores y el pueblo en su lucha por el poder y la hegemonía absoluta.

63. La implicancia lógica de esta dialéctica del proceso estético es, lo repetimos nuevamente… la necesidad de rechazar drásticamente la concepción tendenciosa del artista como un “libre pensador”, reemplazándola por la figura del soldado al servicio de una causa totalizante. Son los ejércitos, de acuerdo a esta verdad, el espacio predilecto de la creación literaria. Será allí donde habrá de florecer, como en los primeros tiempos, la poesía nueva.

64. Somos futuristas, asimismo, porque reconocemos en los fundadores de esta corriente una voz cuya belleza (reflejo objetivo de la verdad) fue capaz de remecer las bases de la era. Tomamos sus ideas, nos hacemos parte de su enseñanza, y limpiamos con el ácido de nuestra ideología las viscosidades e impurezas presentes en su legado. Estas últimas son especialmente palpables en los exponentes italianos de este movimiento, seducidos inexplicablemente por las ingenuas y candorosas ideas del Fascismo, nuestra némesis.

VII De la revolución vanguardista y la poesía como encarnación de la divinidad.
De la música

65. En el ámbito de los criterios formales de la elaboración poética, comprendemos y valoramos los logros alcanzados por la expansión vanguardista del lenguaje, la cual permitió a la literatura alcanzar nuevas cimas expresivas.

66. De la mano de su feroz crítica al anquilosamiento de las formas tradicionales, la “ruptura atonal” del Dada, expresión máxima de esta tendencia, puede entenderse así como un quiebre cuya repercusión fue la explosiva rebelión del significado en contra del significante y viceversa. Cacofonía fantástica a través de la cual la belleza conquistó una nueva frontera, su independencia de la forma. Revolución del Arte contra el Arte, se hizo pronto tan evidente que nunca más la innovación llegaría al sitial de canon sin verse ya, desde su origen, amenazada.

67. Bautismo de la poesía en la velocidad del lozano Siglo XX, alumno vigoroso de la temeridad y el “salto a lo imposible”. ¡Siglo XX, hermoso en tus abismos de innovación y peligro! Siglo adolescente, siempre dispuesto a ser seducido por la catástrofe, encontrándote a cada paso en encrucijadas de muerte. Contigo la poesía se puso a tono con el alma turbia de esta modernidad tardía y su maniatismo magnético, acompañando a partir de entonces la aparición del automóvil, el avión y el cinematógrafo.

68. Pero ya ha transcurrido un siglo de esta revolución, luz de neones incandescentes, y todavía existen hoy imbéciles que pretenden la innovación masticando clichés acerca del anti-arte y su versión doméstica: la anti-poesía, “novísimo” tradicionalismo. ¡Risible irreverencia! ¡Conveniente conservadurismo! “Vanguardistas” de la compra-venta, que rinden culto como pingüinos a aquel urinario que ya cumplirá un siglo. ¡No! La verdad debe ser nuevamente escrita, he ahí el espíritu de la “Fountain”.

69. Como en toda revolución, debemos reconocer que esta tuvo también sus exabruptos. Entre otros, su furibundo rechazo a la tradición, los museos, las obras del pasado. Otra de sus víctimas fue el adjetivo, asimilando su utilización “desmedida” al predominio de las formas clásicas.

70. Ahora bien, esta reflexión, difundida en reiteradas ocasiones como un criterio estético de la producción poética, no ha llegado a ser, muchas veces,más que una mera recomendación formal, utilizada para la elaboración de simples slogans. Nosotros discutimos sobre este aspecto desde un punto de vista diferente.

71. De acuerdo a nuestra concepción, la poesía se presenta, en su estado primario, al modo de una pulsión creativa que reside en las profundidades de la mente humana, en aquel espacio en el cual residen las fallas tectónicas del inconsciente. Una “masa crítica” cuyas propiedades le impulsan constantemente hacia el exterior y que se revela al artista en el momento de la inspiración (semejante en muchos sentidos a la angustia), haciendo posible así su nacimiento lingüístico.

72. Según las capacidades propias de cada poeta, esta masa crítica podrá ser progresivamente transformada en una entidad superior (el poema), esto último mediante el desarrollo de un proceso de carácter técnico, portador de una naturaleza divina. Humanidad, todo lo sagrado habita en tu pecho. En tu corazón resplandecen los templos de mil religiones. ¡Dioses del mundo! ¡Marionetas del capricho! ¡Monumentos del delirio! Ha llegado la hora de obedecer nuestros designios, ya que en nosotros reside el verbo de la creación y la vida.

73. El éxito de este proceso técnico, actuante al modo de una persiana entreabierta por entre la cual se cuelan los destellos de la creación misma (o el génesis), dependerá, como señalamos, de la experticia del poeta para descifrar la naturaleza última de esta masa primigenia, llevando a cabo la reconfiguración de sus elementos caóticos (amorfos) en una estructura lógica expresada en el lenguaje. Según esto, puede asimilarse la actividad del poeta a la de un alfarero al momento de modelar la arcilla en su torno.

74. Pues bien, el eje articulador de esta estructura lógica (poema) es la música. El desafío del poeta (aquel pequeño dios como designara Huidobro) es, entonces, reconocer la música inmanente que reside en el interior de cada poema, descifrando y modulando las voces que habitan en su seno. Como es lógico suponer, sus instrumentos serán, cada cual con propiedades variables de acuerdo a las conexiones que presenten entre sí, las palabras. Desde aquí, la función del poeta es comparable, también, a la del director de una orquesta sinfónica, siendo esta última el alma.

75. El genio de este músico-artesano residirá, por lo tanto, en su capacidad de organizar y dar expresión plástica a estas voces, ubicándose para esto en el punto nodal, de encuentro, entre técnica, forma musical y espíritu. Como es común afirmar, y lo afirmamos nuevamente, es justamente la inspiración (ya sea al modo de una bendición de las musas o como una imprecación proferida por las mismas furias) la argamasa propia del proceso poético.

76. Mirado desde el ángulo de la ontología sagrada del poema, la inclusión más o menos profusa de adjetivos, la alteración de palabras, la transgresión de leyes gramaticales, o el uso de cualquier otro recurso lingüístico, deben entenderse como alimentos de la musicalidad plena del verso. La combinación exitosa de estos recursos dependerá, de manera ideal, más que del cumplimiento de uno u otro criterio formal, de la aplicación creativa de las técnicas propias de las artes musicales en la arquitectura poética: entre otras, la armonía, el contrapunto, la orquestación. Canones del arte y la creación, os respetaremos y violaremos a nuestro antojo ¡Una y otra vez! , buscando en cada uno sus más preciados tesoros.

77. El poema puede considerarse así como un sistema compuesto de estructurales musicales que poseen una ordenación particular y jerárquica. Estructuras musicales consustanciales al arte poético desde sus inicios, identificables ya sea en los hexámetros de Homero, los sonetos de Shakespeare o en el Zang Tumb Tumb futurista, y que hacen posible la articulación y combinación satisfactoria de las voces del alma. Armonía y melodía profundas, mejor o peor logradas, pero que constituyen la sustancia íntima de la producción artística en tanto obra.

¡Armonía!, ¡Ritmo!, ¡Arquitectura! Vestida de toga o escondida en los sonidos de los manicomios. Imposible escapar de ti, ya que eres el arte mismo… pese al griterío de las vanguardias, la mejor y más fértil melodía del último tiempo.

VIII Exhortativo final y diálogo

Para terminar, repetimos nuevamente, con fuerza arrolladora: Puesto que la literatura ha puesto especial énfasis en glorificar hasta hoy la inmovilidad pensativa, el éxtasis y el sueño, la esperanza ciega en el pausado evolucionar del hombre, defendemos el valor de la audacia y la velocidad, la manipulación creadora del tiempo, la intervención político-artística del espacio, la imitación y exaltación de las maquinas en su polifonía productiva, el valor de la agresividad y la tecnología, el placer sublime de la conquista...

De esta manera, después de más de un siglo, volvemos a lanzar desde el seno de nuestra clase este manifiesto de violencia arrebatadora e incendiaria, basado en el cual refundamos hoy las líneas rectoras de este movimiento.

……………………………………………

Cabe aquí reproducir nuestros reclamos contra el primer futurista y sus descargos:

Nosotros: Marinetti, te interpelamos desde nuestro tiempo… Tú que abriste los horizontes de una belleza nueva, implicando en ella la velocidad y el movimiento agresivo de esta era. Tú que alabaste la danza del maquinismo y su febril velocidad… Tú, padre de todas las vanguardias, que fuiste capaz de rebasar con tu influencia las propias barreras de tu fe nefasta, determinando con tu temeridad el curso creador del gran poeta de Octubre…

A ti, os damos tu última oportunidad ¡Excúsate de tus delirios o condénate!

Marinetti: Queremos glorificar la guerra, única higiene del mundo, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los anarquistas, las bellas ideas que matan y el desprecio a la mujer... Queremos demoler los museos, las bibliotecas, combatir el moralismo, el feminismo y todas las cobardías oportunistas y utilitarias…

Nosotros: Marinetti, te interpelamos desde nuestro tiempo… Tú que abriste los horizontes de lo imposible, arrebatando la égida de las manos de la tradición para entregárnosla. Tú que alabaste la audacia de nuestro género en su último arrebato contra los dioses. Tú, gran destructor, padre del siglo XX y su virtud enloquecida, antípoda supremo…

A ti, os damos tu última oportunidad ¡Excúsate de tus culpas o condénate!

Marinetti: … Y la fuerte y sana injusticia estallará radiosamente en sus ojos. Y estará bien. Porque el arte no puede ser más que violencia, injusticia y crueldad [...]

¡Miradnos! ¡No estamos sofocados! ¡Nuestro corazón no siente la más ligera fatiga! ¡Está nutrido de fuego, de valor y de velocidad! ¿Esto os asombra? ¡Es que vosotros no os acordáis de haber vencido nunca! ¡En pie sobre la cima del mundo arrojamos nuestro reto a las estrellas!

¿Vuestras objeciones? ¡Basta! ¡Basta! ¡Las conocemos! ¡Son las consabidas! ¡Pero estamos bien cerciorados de lo que nuestra bella y falsa inteligencia nos afirma! Nosotros no somos –decís– más que el resumen y la prolongación de nuestros antepasados. ¡Puede ser! ¡Sea! ¿Y qué importa? ¡Es que nosotros no queremos escuchar! ¡Guardaros de repetir vuestras infames palabras! ¡Levantad, más bien, la cabeza!

¡En pie sobre la cima del mundo lanzamos una vez más el reto a las estrellas!

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