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Como parte del debate para una nueva Constitución

Marinos antigolpistas proponen democratización de las FFAA

Tal vez por primera vez un grupo de militares que permaneció fiel a la legalidad en 1973, somete a la sociedad sus reflexiones sobre el rol de las fuerzas armadas en democracia. “Fuimos actores privilegiados y tenemos algo que decir al respecto” afirman los dirigentes de los marinos que intentaron detener el golpe en 1973, en el documento Democratización-Integración FFAA Chilenas. Reflexión y Propuesta de la Marinería Constitucionalista y Antigolpista, publicado en febrero 2015. Su objetivo es participar en los debates destinados a generar una constitución “nueva y moderna, con sabor a ciudadanía” contribuyendo a transformar las FFAA, “de brazo armado de un sector político en brazo cooperador de un proyecto país”. Además de analizar la historia de las instituciones militares, la Reflexión formula proposiciones sobre cuestiones cruciales como su régimen interno; su relación con el poder civil; la ciudadanía de los uniformados; la separación entre la Iglesia y el Estado y el rol social de las FFAA, para que su misión sea garantizar a todos “un ambiente seguro que permita disfrutar de derechos y de libertades”.

Esta iniciativa surge de su experiencia en la Armada, y de una inquietud. Pese a los sucesos de Antuco, a la instalación de una sucursal de la Escuela de las Américas en el Fuerte Aguayo en Con Con para adiestrar militares chilenos en “antidisturbios”, a la instrucción de los infantes de Marina que enseña “argentinos mataré, bolivianos mutilaré, peruanos degollaré”, y a la evidencia de que militares mantienen pactos de silencio de protección a los represores, las reacciones de la sociedad y de los parlamentarios son muy escasas, casi inexistentes.

Como lo establece la reciente investigación de la periodista Catalina Gaete, las FFAA siguen siendo un mundo aparte. Disponen de un código, de tribunales, de un sistema de previsión, de un clero, de hospitales, poblaciones y clubes sociales propios. Sus mandos, casi sin control de las autoridades, organizan las escuelas militares, escogen docentes y contenidos. Y, con poco disimulo, siguen exaltando el golpe de 1973 a través del monumento a Toribio Merino en Valparaíso, de la biblioteca Augusto Pinochet en la Escuela Militar y del nombre Fabriciano González, dado a la Escuela de Suboficiales de Carabineros. Símbolos que desafían la democracia.

Rol social de las FFAA
El fin de su aislamiento y la integración fructífera de las FFAA a la sociedad, –acota el documento de los marinos– permitirá utilizar los considerables recursos materiales e intelectuales que la nación les otorga, en el desarrollo del país. La preparación militar puede y debe complementarse con tareas productivas como el “abastecimiento y provisión de servicios a zonas remotas del país, trabajos voluntarios en zonas rurales y urbanas, etc.” Y la noción de defensa debe incorporar “nuestros recursos naturales patrimonios de la humanidad, incluidos la documentación, el arte, la cultura, la protección de las personas y la vida humana. La protección del medio ambiente, los recursos hídricos, glaciares, humedales”. ¿La orden superior o la Ley?
En 1973, los marinos constitucionalistas observan cómo parte de la oficialidad prepara el amotinamiento, tipificado como delito de alta traición. Con la Ley de su parte intentan defender al gobierno legítimo denunciando la conjura. Sin embargo, fueron acusados de “sedición y motín” en agosto de 1973, y sufrieron torturas y años de prisión. En cambio hasta hoy ningún militar –ni civil– ha sido juzgado por haber organizado el golpe. (...)

Artículo completo: 1 759 palabras.

Texto completo en la edición impresa del mes de septiembre 2015
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Jorge Magasich

Historiador.

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