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Mónica Araya incansable en defender los sueños juveniles. Por Virginia Vidal

Mónica Araya se convirtió en una de las protagonistas de la multitudinaria estudiantil convocada por la Confech el jueves 11 de abril llamando a poner fin al lucro, por educación pública gratuita y de calidad.

Filmada por las cámaras de seguridad y algunos medios y más tarde, entrevistada por canales de TV, la profesora y abogada que reprendió a los encapuchados durante la marcha estudiantil, la primera del año en curso, dijo: "No quiero violencia. Creo que todos los que logramos salir de la dictadura somos los campeones de la democracia". Además expresó: "Los sueños de los jóvenes son tener una educación gratuita, de calidad, esos son sus proyectos". Ella siempre se incorpora a las marchas estudiantiles, y como abogada va a las comisarías sacar a los estudiantes detenidos durante las manifestaciones.

Manifestó que "hay mucho resentimiento en los jóvenes". Fue muy clara para expresar que los candidatos presidenciales que han prometido cambios en la educación y poner fin al lucro deberían haber estado presentes en la movilización. Con severidad añadió que Michele Bachelet recorrió el mundo y “ella sabe verdaderamente cómo es la educación en otros países, fue la primera mujer presidente de Chile y se destacó por su rol en ONU Mujeres, podría haber sido la primera protagonista en esta marcha del 11 de abril para decir que está de acuerdo con la educación gratuita y poner fin al lucro".

Los entrevistadores le preguntaron “si tuvo miedo” cuando encaró a los encapuchados. Ninguno preocupó de averiguar quién es esta mujer fina y pequeña que se impone por su sola presencia, por su lenguaje claro, firme, exento de toda violencia. Si alguien conoce la violencia es esta profesora y abogada poseedora de un coraje infinito. Hija de Bernardo Araya Zuleta y María Olga Flores Barraza, detenidos desaparecidos, fue una de los profesores secuestrados por Carabineros en la Asociación Gremial de Educadores de Chile (AGECH), cuando degollaron a Santiago Nattino, José Manuel Parada y Manuel Guerrero en marzo de 1985.

Sufrió algo peor: es la madre de Juan Waldemar Henríquez Araya, miembro del FPMR, asesinado durante la la matanza de Corpus Christi u Operación Albania por efectivos de la CNI.

Entre el 15 y el 16 junio de 1987.Fueron acribillados doce jóvenes con más de 100 tiros, en acciones atribuidas a falsos enfrentamientos Patricio Acosta, Julio Guerra, Wilson Henríquez, Juan Waldemar Henríquez Araya, Patricia Quiroz, José Valenzuela Levi, Esther Cabrera, Ricardo Rivera, Elizabeth Escobar, Manuel Rivera, Ricardo Silva e Ignacio Recaredo Valenzuela Pohorecky. La causa precisa y necesaria de la muerte del hijo de Mónica fue traumatismo torácico por bala, sin salida de proyectil, con compromiso pulmonar y de rama derecha e izquierda de la arteria pulmonar. Anemia aguda; la trayectoria fue de derecha a izquierda, de delante atrás y de abajo arriba. Según el informe médico, además “se constataron algunas erosiones y escoriaciones faciales y una herida contusa denudada en región del mentón”.

La pesadilla de esta mujer comenzó después del golpe de Estado cuando su domicilio ubicado en la calle Sorrento Nº629, de la Población Lautaro, comuna de Pudahuel, fue allanado en cinco ocasiones en operativos conjuntos de carabineros, civiles y militares, los cuales tenían por objetivo detener a su padre Bernardo Araya Zuleta. Éste y su esposa María Olga Flores Barraza, padres de cuatro hijos, tenían 64 y 60 años respectivamente. Residían en Quintero y fueron asaltados el 2 de abril de 1976 por siete agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional DINA. En el mismo operativo, fueron detenidos su cuñado Juan Flores Barraza y sus nietos Ninoska Henríquez, Wladimir Henríquez y Eduardo Araya. Estos tres últimos, menores de 9, 15 y 9 años. Todo el grupo familiar fue trasladado hasta un recinto de detención en Santiago.

Bernardo Araya, dirigente nacional de la Central Única de Trabajadores (CUT), fue diputado por el Partido Comunista en varios períodos. A la edad de 16 años trabajó como mensajero de Telégrafos de Chile en Antofagasta; de ahí, pasó a la Maestranza del Ferrocarril de la Anglo-Chilena en Tocopilla, donde aprendió su profesión y actuó hasta el año 1932. Aquí comenzó a trabajar en las organizaciones obreras. En Tocopilla organizó, en 1932, la Unión Obrera Ferroviaria, en el Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia; fue dirigente del Sindicato Industrial hasta 1938, año en que lo despidieron. En Antofagasta fue dirigente provincial de la Central de Trabajadores de Chile, C.T.CH. y en 1940, secretario provincial. En 1943, fue dirigente nacional de la Central Obrera y elegido delegado de Antofagasta en Santiago. Electo diputado por la Segunda Agrupación Departamental Antofagasta, Tocopilla, El Loa y Taltal, período 1945-1949; fue diputado reemplazante en la Comisión Permanente de Vías y Obras Públicas; y en la de Trabajo y Legislación Social. El 4 de enero de 1949, fue desaforado por oficio de la Corte de Apelaciones de Concepción (por la ley de ‘Defensa de la democracia’). En 1961 fue reelecto diputado por la Séptima Agrupación Departamental Santiago, Primer Distrito. Integró la Comisión Permanente de Trabajo y Legislación Social.

Testigo de la reclusión del matrimonio Araya Flores fue Carlos Mario Ossandón Cañas, quien fue detenido el 10 de abril de 1976 por un comando integrado por efectivos militares y carabineros. A Ossandón lo llevaron a una casa de dos pisos ubicada en un pasaje que tenía entrada y salida a la calle Vivaceta. Recuerda haberlos visto juntos en el pasillo: María Olga, ella sentada en una silla y a Bernardo Araya hincado en el suelo. En una ocasión pudo conversar con ellos. Él, al igual que otros detenidos en ese recinto, vio en una sala de interrogatorios un plano y un organigrama del Partido Comunista. También escuchó a uno de los agentes decir "aquí tengo un viejo del Comité Central", claramente se refería a Bernardo Araya. Ossandón atestiguó que mientras él estuvo recluido en el recinto donde vio detenido a los Araya Flores, vio también en el lugar al entonces director de la DINA Manuel Contreras Sepúlveda.

En ese lugar, Bernardo Araya, fue llevado hasta el segundo piso de la casa, donde fue salvajemente torturado, lo colgaron de los brazos y le aplicaron fuertes golpes. Al resto del grupo lo hicieron permanecer en el primer piso de la edificación, donde podían escuchar como golpeaban a don Bernardo y los gritos de dolor de éste. Fue entonces cuando doña María Olga solicitó ver a su esposo, sus torturadores accedieron, cuestión que la afectó mucho. Desde ese momento, todos fueron trasladados al segundo piso, excepto Juan Flores.

Aproximadamente a las 19:00 hrs. del día 3 de abril se los llevaron con destino desconocido. Alrededor de las 22:00 hrs. de ese mismo día, Juan Flores y los nietos del matrimonio Araya Flores, fueron subidos a un vehículo y, después de una media hora, puestos en libertad a unas cinco cuadras de la casa de Alberto Araya, hijo de Bernardo y de María Olga.

Mónica Araya a lo largo de treinta y siete años no ha cesado de luchar. Recientemente envió una carta al ministro del Interior Andrés Chadwick Piñera solicitándole entrevista. Quiere oír una respuesta a su pregunta ¿dónde están? En esta carta dice: “hoy no es la dictadura con los hechos de muerte quien se violenta contra los ciudadanos, sino que es el Estado y el Gobierno democráticamente elegido el que se violenta nuevamente contra los ciudadanos y con nosotros los familiares de las víctimas de la dictadura, cuando no se da respuesta a la pregunta ¿dónde están?, cuando se nos cierran las puertas de la verdad, cuando los criminales aún no dicen qué pasó con los cuerpos de los detenidos desaparecidos, cuando los Tribunales de Justicia no resuelven los procesos que llevan ya cuarenta años. Y más violencia existe cuando los cómplices de las violaciones a los derechos humanos se instalan en el gobierno como autoridades sin ser citadas a declarar en los casos pendientes de la justicia.

Todo es violencia nuevamente, es por ello que como hija necesito saber la verdad de los hechos que tienen a mi padre y mi madre como detenidos desaparecidos, necesito saber dónde están sus cuerpos y saber finalmente qué paso con ellos. Persiste en mi la amargura de no tener dónde dejar una flor, saber por qué se ensañaron con tanta crueldad, por el solo hecho de pensar distinto”.

Publicado en ANAQUEL Austral

http://virginia-vidal.com

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