“Nunca habrá un Kurdistán”

En la segunda quincena de diciembre de 2007, el ejército turco realizó una serie de incursiones en territorio iraquí contra posiciones del PKK, causando más de 200 muertos, siguiendo la escalada militar iniciada en febrero de 2007.

Awat H. tiene cerca de cincuenta años, expresión de fatiga, la cabellera encanecida por casi treinta años de aislamiento en las cárceles turcas, y atiende un pequeño comercio en Dyarbakir. En las paredes de su modesto local no se ve ningún retrato de Atatürk, y ninguna bandera turca. Liberado en 2006, Awat volvió a vivir en la capital histórica del Kurdistán, por el cual comenzó a luchar en la universidad, a fines de la década de 1970. Al saber que hemos visitado campamentos clandestinos del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) en las montañas del norte de Irak, su desconfianza se esfuma. Pero, como todos los que aceptan hablar, exige el anonimato. “Aquí, nosotros vivimos como los palestinos de Gaza y de Cisjordania, en permanente contacto con un ejército y una policía de ocupación, que vigilan cada uno de nuestros actos. Vayan hasta la frontera iraquí, conozcan nuestras ciudades y aldeas, y verán si Turquía es un país democrático.”

“Guarnición”, “Gendarma Kommando”, “Polis”: los frontones de las fuerzas turcas jalonan la ruta que nos lleva a Van, en el norte de las regiones kurdas. A raíz de la tensión con los combatientes del PKK refugiados en Irak, los efectivos militares turcos instalados en el sudeste del país fueron incrementados hasta alcanzar varios cientos de miles, y más de 100.000 acampan a lo largo de la frontera. Iniciada en febrero de 2007, esa lógica securitaria contribuyó a la escalada que deseaba el Estado Mayor antes de las elecciones legislativas de julio de 2007...