Tras la caída del Muro de Berlín, la normalización de Europa Central y Oriental incluyó también al fútbol. Durante largo tiempo estructurados de forma muy diferente a la occidental, los grandes clubes orientales se convirtieron en el capricho de oligarcas con fortunas a veces mal habidas.
La mayoría de los clubes de fútbol de Europa Occidental construyeron su identidad en torno a ejes geográficos, culturales o, eventualmente, políticos. Así, el Olympique de Marseille en Francia o el Manchester United en el Reino Unido se distinguen por su oposición a los equipos de la capital; en España, el Athletic de Bilbao es conocido por contratar exclusivamente a jugadores de “nacionalidad” vasca. En cambio, en el Este los grandes clubes provienen de asociaciones vinculadas a importantes cuerpos del Estado o de profesiones que determinan sus nombres. Aun hoy, los CSKA (abreviación de “Club Deportivo Central del Ejército”), Lokomotiv (“Ferroviarios”), Dynamos (Ministerio del Interior) son legión. Por supuesto, existen variantes locales: el Steaua Bucarest (Rumania) o el Dukla Praga (República Checa) provienen también de instituciones militares pero no tomaron la denominación habitual, al igual que el Honved Budapest (Hungría). En Yugoslavia, el Partizan Belgrado estuvo mucho tiempo asociado a la policía, y en Polonia, el Lech Poznan –apodado Kolejorz: “ferroviario”– permaneció largamente vinculado a la empresa nacional de ferrocarriles…
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