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Pensar global, actuar local: Un acuerdo político y social para enfrentar el cambio climático

A través de sus relaciones internacionales, Chile ha sido parte de la generación de acuerdos que permiten mejorar, por una parte, la calidad de vida de las personas y, la protección de nuestro hábitat; y por otra, terminar con problemáticas que afectan de manera transversal a todos los países, como el deterioro del medioambiente, la inmigración, el crecimiento de los territorios, el hambre, entre otros.

Con el objeto de enfrentar de mejor manera estas realidades, los Jefes de Estado y de Gobierno, más otros altos representantes, se reunieron en septiembre de 2015 para asumir compromisos que se tradujeran en una agenda unificadora de diversas iniciativas, en favor de las personas, el planeta, la igualdad y el desarrollo, siendo todos estos ámbitos esenciales en los que se pueden abordar las externalidades negativas de un fenómeno de vital importancia para nuestra vida en el planeta: el cambio climático.

Dentro de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), el mismo año se firmó el Acuerdo de París, donde los gobiernos aceptaron formalmente liderar acciones contra el cambio climático y presentaron una serie de planes nacionales que incluían tomar medidas inmediatas, prometiendo nunca reducir la ambición de los fines del acuerdo.

El objetivo del Acuerdo de París es “limitar el calentamiento global a muy por debajo de 2 grados centígrados y tan cerca de 1,5 grados centígrados como sea posible, para evitar puntos de inflexión peligrosos en el sistema climático”. De esta forma, se permite que los ecosistemas se adapten naturalmente y el desarrollo económico prosiga de manera sostenible. Las emisiones mundiales deben tocar techo a la brevedad posible, para comenzar a disminuir hasta lograr la neutralidad climática en la segunda mitad del siglo XXI; para lo cual, se requiere que las reducciones globales sean de un 50%, de tal forma de lograr un equilibrio entre las emisiones globales y la capacidad natural de absorción de la Tierra a través de ecosistemas saludables u otros medios gestionados por el ser humano.

La salida de Estados Unidos y la necesidad de un acuerdo transversal compensatorio Como es de amplio conocimiento, hace un par de meses el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, notificó al mundo del retiro de su país del Acuerdo de París, lo que implica un dramático retroceso en el desarrollo de la agenda mencionada. No obstante, las definiciones políticas de Trump no deben influir en las decisiones de las otras naciones, por lo que cabe exigir aún mayor compromiso por parte de los demás países miembros del convenio, además de redoblar esfuerzos en nuestras propias localidades. De esta forma se puede construir una alianza estratégica y transversal, un acuerdo social y político, que permita tanto mitigar las consecuencias del cambio climático como compensar la terquedad de los Estados Unidos.

Los daños en nuestro planeta son prácticamente irreversibles, y es por esto que Estados Unidos, al hacer abandono de los compromisos adquiridos, genera la necesidad de que el resto de los países – Chile incluido – aumenten sus esfuerzos, en términos económicos, de políticas públicas, de educación, difusión y control de gestión. En esta línea, queremos invitar a pensar de manera global para cambiar un paradigma cultural en nuestra sociedad.

Las comunidades, localidades y ciudades que aún no sienten que pueden aportar de forma directa en el objetivo de frenar el calentamiento global, deben hacerlo. Esto, porque los espacios más locales son los más vulnerables a los fenómenos climáticos. Si bien, los esfuerzos a nivel mundial van avanzando, es importante que cada Estado invierta recursos en esta agenda, con foco en la sensibilización, la educación para el desarrollo sustentable y en políticas locales que vayan en la misma dirección.

Michelle Bachelet y el Plan de acción nacional de cambio climático El 1 de junio pasado, la Presidenta Michelle Bachelet realizó la última Cuenta Pública de su Gobierno, en la cual realizó una serie de anuncios que incluye profundizar las transformaciones a la institucionalidad medioambiental, con énfasis en su importancia para abordar el cambio climático.

La mandataria manifestó la necesidad de reducir las emisiones de CO2 – como indica la convención internacional descrita – comprometiéndose a cumplir lo asumido por Chile en el Acuerdo de París. En este marco, fue lanzado, el Plan de Acción Nacional de Cambio Climático, que contempla una serie de medidas para enfrentar los desafíos a los que nuestra situación medioambiental nos enfrenta. Entre las medidas está la inversión en el sector público, donde las instituciones calcularán sus propios efectos sobre contaminación, además de la incorporación en mallas curriculares de educación básica y media de contenidos sobre cambio climático y sustentabilidad.

Un conjunto de países es especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático. En este conjunto se encuentra Chile. Son muestra de aquello: el descongelamiento del Glaciar Muir, en Alaska; la deforestación del Parque Nacional del Monte Elgon, en Uganda; los incendios forestales múltiples en el sur de Chile; el último tornado de Quillota; las olas de calor, en Arizona; las inundaciones en la Región de Atacama; la última nevazón en Santiago de Chile; los –25°, en Bariloche; las muertes de animales por la transformación de su hábitat natural, entre otros.

Estamos en tiempos críticos para revertir el escenario que se avecina, por lo que resulta necesario que toda la comunidad - no sólo autoridades nacionales e internacionales - además de pensar globalmente asuman su propia responsabilidad. Pensar global, actuar local

El lenguaje utilizado en convenciones internacionales, congresos, ruedas de prensa, publicaciones académicas y, en general, en el debate público, no siempre llega al ciudadano común, quien probablemente desconoce cómo puede aportar con el simple hecho de cambiar sus hábitos al interior de su localidad.

Es de vital importancia que la población entienda claramente las consecuencias del calentamiento global y se haga cargo del problema en su vida cotidiana, pues nadie está ajeno a sus efectos.

Hablar de contabilidad global o de financiación climática para la transferencia de tecnología, sólo logra hacer ver el problema como algo abstracto y lejano, que no afecta mayormente. Es imperativo hacer ver a la población la importancia de la problemática, a través de comunicación efectiva, reforzando planes de educación e inversión para lograr comunas sustentables, cooperación entre los gobiernos centrales y las comunidades, y lo más importante, que esto se transforme en un esfuerzo de Estado, que trascienda los cambios de Gobierno.

Un elemento a reforzar, es la coordinación transversal de todos los actores involucrados para asumir desafíos de forma colectiva, entendiendo el objetivo común: frenar el calentamiento global. No mañana o en el futuro, sino ahora.

Somos la primera generación que percibe los efectos del cambio climático y también podemos ser la última. Por eso, es fundamental combatir esta alarmante situación, como lo que es: una amenaza frente a la cual Chile es altamente vulnerable en tanto tenemos áreas de borde costero de baja altura, zonas áridas, zonas de cobertura forestal, entre otros. Somos un país propenso a desastres naturales como la sequía, la desertificación u otros, con áreas urbanas de gran contaminación.

Cada solución propuesta o impulso por cumplir debe reforzarse en una acción local, para generar el cambio de paradigma cultural, enfocando esfuerzos en los barrios, las escuelas y las poblaciones.

Grupo de Estudios de Desarrollo _Fundación La Alameda

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