Plan Colombia e integración regional

la luz de lo que se va sabiendo sobre el ataque del ejército colombiano a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en territorio ecuatoriano, conviene preguntarse qué hubiera pasado si una mayoría de países latinoamericanos no hubiese respaldado las posiciones de Ecuador.

La pregunta será más pertinente, si cabe, cuando se aclare, si se aclara, una de las sólidas versiones aún pendientes: la participación de aviones estadounidenses en el ataque. “La base de las FARC (...) fue destruída con bombas como las usadas por Estados Unidos en la guerra contra Irak de 1991. Y no pudieron ser transportadas por los aviones Súper Tucano que posee la fuerza aérea colombiana”. Según las fuerzas armadas ecuatorianas, el sitio habría sido arrasado por 10 bombas de fabricación estadounidense GBU 12. Ninguna información lo menciona, pero es lícito sospechar que si participaron aviones estadounidenses, hayan sido tripulados por estadounidenses.

En cualquier caso, no es necesaria una prueba semejante para afirmar que la acción colombiana es una prolongación lógica, un paso más de la estrategia estadounidense para la región a través del Plan Colombia. La pretensión de imponer la doctrina de que cualquier país puede incursionar militarmente en otro con la excusa de perseguir insurgentes, supone arrogarse la decisión de cometer cualquier ilegalidad. Pero como aun así Estados Unidos no podría justificar su participación en América Latina, es necesario que además los insurgentes resulten narcotraficantes. Resuelto así el problema, se concreta el Plan Colombia (que tiene su lógica: el principal productor y el principal mercado de consumo de sustancias ilícitas), generosamente dotado en dinero, asesoramiento y pertrechos militares. Estados Unidos queda de este modo instalado política y militarmente en el corazón de la más importante cuenca petrolera del mundo con balcón sobre la Amazonia, la mayor reserva vegetal y acuífera del mundo.