Un viento de libertad parece soplar sobre un estrecho territorio de la Cisjordania ocupada. Desde de que se levantaron algunos controles de ruta y check-points, los automovilistas palestinos, antes exasperados por largas filas de espera, pueden circular virtualmente sin problemas de Jericó a Ramallah y Naplusa, en el norte de Palestina. En esa ínfima porción de la Tierra Santa, la economía parece estar recuperándose. Cargamentos de jabones, aceites de oliva, verduras, bebidas sin alcohol y cervezas locales viajan sin tropiezos hasta su lugar de destino. La coyuntura parece ser tan buena que la agencia de información económica Bloomberg celebró un crecimiento del 7% en Cisjordania.
En Ramallah, el centro político-económico de Cisjordania, predominan una prosperidad y una calma de caracter relativas: recientemente, se abrieron nuevos negocios y bares modernos, para gran alegría de la intelligentsia palestina, ávida de entretenimiento. Allí, la gente puede comer y divertirse, como en Orjouwan, el nuevo bar de moda, que en su página de Facebook propone “fiestas afiebradas y un menú gastronómico a cualquier hora... Fiel a los ingredientes esenciales de la cocina meridional tradicional de Palestina e Italia, nuestro restaurante reinventa nuestros clásicos y garantiza una experiencia única”...
Texto completo en la edición impresa del mes de abril 2010
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