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Rapituln

Rapituln significa vomitivo en mapudungun, el idioma hablado por los mapuche desde muchos siglos antes de la llegada de los encomenderos, o de los colonos europeos; suizos, alemanes, italianos, croatas, escoceses, ingleses y galeses, llegados a poblar unas tierras australes supuestamente desiertas o habitadas por bárbaros a los que, según cierto periódico inglés de finales del ochocientos, había que eliminar “como precio inevitable para llevar el progreso a los confines de la Tierra”.

La historia del saqueo, usurpación de territorios, exclusión e intentos de extermino del pueblo mapuche es ciertamente vomitiva. Y también lo es la complicidad, o desconocimiento voluntario o infringido bajo excusas pseudo pedagógicas, como los planes del Ministro de Educación, Lavín, que planea reducir las horas de enseñanza de la historia de Chile. De país medio racista vamos en camino a ser un país totalmente racista. Y más que vomitivas son las informaciones que hemos conocido gracias a las publicaciones de wikileaks, que acusan directamente al ex Ministro del Interior Edmundo Pérez Yoma y, por complicidad u omisión de deberes, a todo el gobierno anterior, ex presidenta incluida, de haber, no solamente violado la soberanía nacional al pedir a los Estados Unidos ayuda de inteligencia para demostrar los nexos del pueblo mapuche con las FARC colombianas, con ETA, y tal vez con Al-Quaeda, sino también de ser los instigadores de una campaña cuya autoría se disputan a partes iguales la derecha y la Concertación, para desprestigiar, deslegitimar y condenar las más que legítimas y justas aspiraciones del pueblo mapuche.

Cuando estaba en la oposición, Sebastián Piñera no titubeó en declarar que “la Araucanía arde en llamas”, y en el número 36 de la revista Ideas & Propuestas del 19 de agosto de 2009, publicada por la Fundación Jaime Guzmán, en un artículo titulado “La Araucanía en llamas” se definen las recientes movilizaciones del pueblo mapuche como un efecto continuador del alzamiento de los chiapanecos liderados por el FZLN. En tan sesudo análisis se supone que la movilización mapuche y por lo tanto el conflicto con el Estado chileno, se remonta al año 1994, fecha en que “una intromisión subversiva extranjera”, tal vez la misma buscada febrilmente por Pérez Yoma, sacó a los mapuche de un plácido letargo de siglos y los convirtió en una fuerza terrorista.

Ideas & Propuestas reconoce vagamente la existencia de un problema cuya solución pasa por “potenciar sus capacidades”, incorporarlos al desarrollo hasta con una cierta observancia respetuosa de su cultura, pero no menciona una palabra sobre el problema fundamental: el expolio del territorio de una nación cuya existencia, cultura, sociabilidad, espiritualidad y futuro se basa en una relación con la tierra que les pertenece desde mucho antes de la llegada de los wingka, fueran estos incas o europeos.

El año 2011 se cumplirán 370 años de la firma del Tratado de Paz de Quilín suscrito entra la nación mapuche y la corona española, que reconocía la soberanía de diversas etnias aglutinadas bajo el nombre de Nación Mapuche, sobre las tierras e islas al sur del río Bío Bío y “de océano a océano”. Pero sobre este tratado de paz suscrito cien años luego de la llegada de Pedro de Valdivia, de una guerra de cien años defendiendo la sagrada tierra mapuche, ni la derecha pura y dura de Piñera ni la derecha disfrazada de liberalismo de la Concertación, han dicho ni dirán nada cuando se refieran al conflicto.

Es vomitivo que la dictadura aplicara la represión bestial que la caracterizó contra los mapuche, y es más vomitivo todavía que los sucesivos gobiernos “democráticos” de la Concertación y el actual gobierno de derecha cerril, no conformes con la aplicación de leyes anti terroristas a los mapuche, leyes que vulneran todos los conceptos del Estado de Derecho, intenten también, con la ayuda de la inteligencia estadounidense, vincular a los mapuche con las FARC u otros movimientos terroristas.

Y es demostrativo de la magnitud de la infamia, que hayan sido los propios estadounidenses los encargados de responsabilizar a políticos y medios conservadores de “magnificar la situación”, y de definir la lucha del pueblo mapuche como “abrumadoramente no violenta”.

Altamente vomitivo es que el actual presidente de Chile sea un sujeto sobre el que, los órganos de inteligencia estadounidenses (CIA y FBI) digan: “El candidato presidencial de la oposición Sebastián Piñera, ha declarado que la Araucanía arde en llamas. Los principales periódicos chilenos, que son generalmente conservadores, publican muy a menudo en primera página reportajes sobre este conflicto en que la destrucción de propiedades, que supone la inmensa mayoría de las acciones ilegales de los mapuche, se presenta frecuentemente a todo color con descarados titulares y a veces una cobertura muy superior a la que se da a crímenes mucho más graves cometidos por chilenos no indígenas”. Vomitivo.

El año 2008 y poco después de asumir como ministro del interior, Pérez Yoma y todo el gobierno de la Concertación (si no sabían qué hacía el ministro eran un gobierno de cretinos) solicitó a la inteligencia estadounidense colaboración para dar con los nexos entre los mapuche, las FARC colombianas y ETA. La respuesta de los estadounidenses fue lacónica pero precisa: “no había pruebas de supuestos contactos de mapuche con el exterior”.

Gracias al esfuerzo de wikileaks nos enteramos de la magnitud de un vomitivo que no cesa de crecer: en una reunión sostenida entre el embajador de los Estados Unidos durante el gobierno de Michelle Bachelet, Paul Simons, el subsecretario de Interior Patricio Rosende, y Jorge Chocair jefe de la unidad de cooperación internacional de la fiscalía nacional, el embajador de Estados Unidos les recordó que en los últimos diez años de conflicto sólo había habido tres muertes. Y los tres muertos eran jóvenes mapuche. Vomitivo.

Y con un humor digno del mejor film de Billy Wilder, los estadounidenses definen así la postura de la prensa chilena respecto del pueblo mapuche: “Un eventual observador de la cobertura informativa de la realidad chilena podría pensar que los violentos activistas mapuche, relacionados con las FARC y ETA, matan cada semana a inocentes y civiles”. Vomitivo.

A escasas semanas de asumir el gobierno de Piñera, el flamante ministro del interior Rodrigo Hinzpeter Kirberg, declaró estar en posesión de documentos incautados a las FARC y entregados por el ex presidente colombiano Álvaro Uribe (un patán megalómano que dejó la cifra record de 32.000 desaparecidos), que demostrarían la innegable vinculación entre los comuneros mapuche y las FARC. Hasta ahora nadie ha visto alguno de esos documentos. Vomitivo.

Los informes entregados por wikileaks muestran la peor cara de un país racista, de gobiernos dispuestos a todo y a cualquier precio con tal de acallar las reclamaciones de un pueblo que exige lo más justo y elemental: la restitución de una tierra que les pertenece desde mucho antes de la llegada de los europeos, una tierra que defendieron en una guerra que no provocaron y que vencieron, de una tierra garantizada por un tratado de paz firmado de igual a igual, y por antecedentes históricos voluntariamente ignorados por los antiguos y actuales descendientes de los encomendero y colonos, que por acción y omisión son los responsables del racismo que caracteriza a ese país llamado Chile.

Luis Sepúlveda. Gijón, 14 de diciembre de 2010

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