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Recuperemos la universidad para la nación. Por Cesar Cerda

A propósito del violento desalojo de los estudiantes de la UTEM, que se tomaron la casa Central

El viernes 5 de junio, a las 6.17 minutos de la mañana, 5 buses con más de 200 carabineros, acompañados de dos “guanacos” y 6 “zorrillos” entraron violentamente a la Casa Central de la Universidad Tecnológica Metropolitana en la calle Dieciocho 161, ubicada en pleno centro de Santiago. Entraron a desalojar a los estudiantes de esa misma Universidad, que la habían ocupado el día miércoles 27 de mayo. Fueron detenidos 64 alumnos, 54 hombres y 10 mujeres. Algunas estudiantes fueron arrastradas violentamente por los pasillos, empujadas y agredidas. Numerosos jóvenes, quedaron con contusiones en sus brazos y muñecas y deberán concurrir a centros hospitalarios para constatar lesiones y entablar demandas. Los estudiantes hicieron resistencia pacífica, demostrando con ello, un gran respeto por la Academia, espacio en donde ante todo, por su naturaleza, debe imperar el diálogo, el análisis y la reflexión. Las autoridades de la Universidad al solicitar el desalojo de sus propios alumnos con la fuerza pública, instalaron un escenario opuesto al espíritu académico. No se agotaron realmente las instancias de diálogo que buscaban los dirigentes, poniendo las autoridades en cuestión sus propias capacidades formativas. Las preguntas que caben son; ¿Por qué los estudiantes de la UTEM, se tomaron la Casa central de su Universidad? ¿Merecen los alumnos de esa Universidad ser tratados violentamente, acción solicitada por sus propias autoridades? ¿Es justa la movilización de los estudiantes de la UTEM?

¿UNIVERSIDAD PARA LA NACIÓN O EMPRESA PARA EL MERCADO?

El modelo de Universidad impuesto por la dictadura ha hecho crisis total. Los pilares fundamentales que sostienen el modelo actual de universidad, han transformado las Casas de Estudios Superiores, en instituciones que no responde ni a su naturaleza ni a su función histórica. Por su origen histórico, ya desde el siglo XIII, el concepto mismo de Universidad nos coloca frente a la idea de ese espacio, en ese lugar de desarrollo, de creación, búsqueda y entrega de conocimiento científico, de cultura, de formación de personas, de trabajo intelectual y del saber por excelencia. Se debe dejar claro, que para entender los objetivos estratégicos que se señalan quienes elaboran los principios de una Universidad, es que el tipo de formación y de entre ello, los conocimientos a entregar, surgen determinados por las características concretas de la sociedad y sobre todo, por el nivel de desarrollo económico-social de sus fuerzas sociales dominantes y de las perspectivas que se plantean para el desarrollo de dicha sociedad. Un factor también determinante a considerar, es el grado de desarrollo del conocimiento científico que se genera a nivel planetario. Es por ello, que la formación del nivel superior constituye un recurso estratégico y quien lo controle se transforma en un problema esencial a definir. En ese sentido es posible afirmar que, quien controla la educación superior, controla también una buena parte del desarrollo, creación, búsqueda y en gran medida el destino del conocimiento científico para aplicar en una sociedad concreta. En síntesis: la Universidad es un resultado histórico social, en donde el conocimiento científico responde a las necesidades del desarrollo de la sociedad. El dilema es: o el conocimiento está a disposición y sirve al desarrollo de la nación, de lo social, de lo colectivo, de la sociedad; o el conocimiento científico está al servicio a los intereses de pequeños sectores para lucrar con dicho conocimiento.

¿Cuáles son las bases en que se apoya gran parte de la esencia de la política privatizadora, mercantilista, empresarial actual de la Universidad?

El principio cardinal que fundamenta toda la concepción de Universidad instaurada por el dictadura en Chile, es el de concebir a las Casas de Estudios Superiores como una empresa sujeta a las leyes del mercado. Las repercusiones que ha generado esta radical mutación de la función y naturaleza histórica de la Universidad, ha erosionado profundamente las bases de todo el quehacer académico, de la vida universitaria, y ha generado repercusiones totalmente distorsionadoras en el complejo proceso formativo en nuestros estudiantes, del ser social. Las minoritarias fuerzas sociales “privatizadoras” que asaltaron el poder de lo público en septiembre de 1973, incorporaron su visión del mundo en relación a sus empresariales intereses, cambiando la orientación y el sentido de la academia, materializada en última instancia en los cambios radicales que se han realizado en lo curricular. A partir de ese principio, se establecen los tres pilares centrales que determinan su funcionamiento.

PILARES QUE SOSTIENEN LA CONCEPCIÓN MERCANTIL DE LA UNIVERSIDAD

Se debe dejar claro que estos pilares, están estrechamente vinculados, y la ubicación de ellos en el ordenamiento, no significa que uno tenga más importancia que los otros. Los tres actúan se desarrollan y se reproducen en estrecha relación. Cada uno depende del otro para su funcionamiento

1. El autofinanciamiento. Determinadas como unidades económicas empresariales, las Universidades deben autofinanciarse para exhibir cifras azules. Debido a que se les concibe como una empresa, una unidad económica y no un centro de desarrollo y entrega de conocimiento científico, deben ser rentables y por lo tanto deben someterse a las leyes del mercado. Para ser rentables, deben optimizar sus utilidades, deben autofinanciarse (como nos vamos dando cuenta, cambia toda la jerga del lenguaje económico, y se incorporan categorías y principios ajenos a la función o razón social de la Universidad). Ya no es la academia en su sentido amplio lo que interesa, sino que la rentabilidad económica. Eso explica entre otras numerosísimas cuestiones, por ejemplo, el no pago a los profesores part time en los meses de enero ni febrero; para abaratar costos, se “externalizan los servicios” a empresas, las que para ganar la licitación, explotan al máximo a sus trabajadores para también abaratar sus propios costos; no se atiende con sentido social ni amplio la investigación. Si la investigación no es rentable, simplemente no se realiza. O simplemente, no se destinan recursos para su desarrollo, ni se aplican exigencias a sus académicos para que las realicen. Ello explica además, que cuando asumió el actual rector de la UTEN, Luis Pinto, y dada la extremadamente grave situación económica que tenía la Universidad, debió “exonerar” a destacados académicos, “para abaratar costos”, con el triste espectáculo que esa exoneración de profesores, ha instancias del mismo Rector, la tuvieron que realizar los propios académicos en sus unidades, las que se transformaron en verdaderos campos de batalla entre sus pares para “defender su pega”. Explica también, que muchas universidades públicas, dado el no financiamiento estatal como resultado del desmantelamiento de lo público que impone el modelo neoliberal (la “troica” en el lenguaje europeo, la misma que tiene en estos momentos estrangulada a la nación griega), debieron recurrir a formas de lucro encubiertas, para autofinanciarse. Eso dio lugar a dolorosas experiencias de desfalcos y enriquecimiento ilícitos, como fue el caso de la creación de la “carrera” de criminalística en nuestra Universidad; etc., etc., etc. Por último, entre otras cosas, ello explica porque los estudiantes ya no son estudiantes, son CLIENTES. Por ello, los estudiantes deben pagar, deben financiar la Universidad. ¿Se imaginan la clase de profesor que se desarrolla, cuando con estos principios interactúa con los estudiantes? ¿Forma o deforma? Todo esto significa, que en la mentalidad empresarial de los estrategas que modelaron las universidades, donde ponen el ojo, ven dinero. Ven un árbol no para sombra, frutos o medioambiente, ven dinero: lo talan. Depredan y destruyen el ser social. En función de la ganancia, por donde pasan, todo lo asolan. Es la “ética” empresarial. Los individuos que modelaron este tipo de Universidad, son tan pobres que lo único que poseen, es dinero.

2. La calidad de la educación, la rige el mercado. Concebidas como empresas, para las universidades, ya no es en la ACADEMIA el criterio básico, esencial, fundamental en donde radica el prestigio de ella, ni mucho menos la que determina la calidad de la universidad. Serán criterios de mercado, las leyes de oferta y demanda los que actúan como principios rectores. Quién mande y determine en el mercado, determina la academia y la oferta que ella realice. Si la investigación no es rentable, no es de interés para su realización. No es el interés científico, ni tampoco el académico el horizonte aquel que tiene al país, a su nación como meta. El sentido que se impone es el del mercado, la ganancia, el lucro. Se invierte absolutamente la naturaleza y función de la universidad. Ello explica la creación de tantas “universidades” privadas, que en definitivas deben ser caracterizadas como “empresas dedicadas al negocio de la educación”. Disminuir los costos y maximizar la ganancia es la clave. Es la ganancia como clave espiritual e ideológica. El negocio es la vida, se tiene como máxima, pero, se trata de un negocio irresponsable estratégicamente, porque daña al país, a la sociedad, al entorno humano y al medio ambiente.

3. El autoritarismo. Concebidas como empresas, en la universidades no se puede admitir la participación democrática. En la empresa, es el dueño el que manda, y es él el que determina los aspectos centrales y fundamentales del negocio. Así como el poder lo tiene el empresario en la empresa, el poder lo tiene el Rector en la Universidad, el que puede delegar partes de él, en ciertas colegiaturas pero que no significa ni mucho menos un “doble poder”. Puede delegar “gobierno”, pero el poder va a continuar en manos de la nueva autoridad que se “elige”. Se entiende, que esa “elección”, participan los pares que sólo la legislación (estatutos) admite. Esto da lugar a formas absolutamente autoritarias en el ejercicio del poder, así como también, a formas “de incondicionalidad” y otros vicios que en el ejercicio mismo del poder, van emergiendo. Se construyen y generan “lealtades”, “favores” y miedos que se van construyendo desde arriba hacia abajo y se reproducen en muchas formas, al no existir, verdaderas instancias democráticas ni participativas en el ejercicio del poder. En las más de las veces, no es el conocimiento científico lo que interesa, no es la academia el horizonte. Es tratar de mantenerse (y mantenerlo desde arriba) en el puesto de trabajo, aunque se sea un pésimo académico. Para el “de arriba”, lo que le importa, “es el voto” del “de abajo”. El “de abajo” vota por el “de arriba”, para que lo mantenga en el lugar. Es en un sistema de elección, viciado por su propia naturaleza. Los mecanismo de control de la academia, no existen, y si pudieran existir, el sistema en su conjunto, lo anula. EL PROBLEMA DEL PODER EN LA UNIVERSIDAD

Todo esta concepción de Universidad, ya lo señalamos más arriba, tiene raíces socio históricas. Concretamente, se trata de la concepción del mundo y de la sociedad que tiene una muy minoritaria pero poderosa fuerza social que es económicamente dominante. Esta concepción de Universidad, fue legitimizada en sus aspectos más gruesos, en la Constitución de 1980, concretamente, en la LOCE. A nivel de Universidades, ello se materializó en los Estatutos, que pasan a ser en su sentido amplio y a la vez restringido, las verdaderas Constituciones de las universidades. Por lo tanto, es en los Estatutos donde queda plasmado TODA LA CONCEPCIÓN MERCANTIL DE LA UNIVERSIDAD, es el instrumento escrito que norma toda la vida y el “alma” de la Universidad. Quién no entienda esto, no entiende nada del sentido, la importancia y las justas demandas que tiene la movilización estudiantil. Como tampoco no entienden nada aquellos que tratan de hacer “reformas” a los estatutos, a partir de los estatutos mismos. Todo ello, insistimos, conduce a crear engendros aberrantes, y entre otras cosas, a veces, a perfeccionar lo mismo que se quiere cambiar de raíz. Por ello no se pueden aplicar medidas de parche. Se trata de terminar con la concepción de Universidad impuesta por la dictadura, y que destruyó todo lo avanzado históricamente en el proceso de democratización de la universidad hasta 1973.

EL VERDADERO ORÍGEN DE LOS CONFLICTOS SOCIALES. Los medios de comunicación duopólicos de las Fuerzas Sociales Económicamente Dominantes (FESD), nunca se cansarán de criminalizar al movimiento estudiantil. La prensa, la casi totalidad de las radios, y todos los canales de TV, asesinan la imagen de cada marcha, de cada acción que realizan los estudiantes. Permanentemente aplican las más variadas formas de violencia psicológica contra ellos. Los desacreditan, mienten, falsean imágenes, las manipulan, los insultan al caracterizarlos como delincuentes, les agreden con sus miles y permanentes editoriales y crónicas “amarillas”, reportajes tendenciosos, y en las noticias, los acusan de violentistas, etc., etc. El objetivo de los periodistas funcionales a los intereses de los empresarios dueños de los medios de comunicación es claro: sembrar condiciones subjetivas favorables para que la población rechace la movilización social. La periodista del Canal 13 de TV, Constanza Santa María, en su reportaje transmitido desde Valparaíso la misma noche del día de los asesinato de los estudiantes universitarios Exequiel Borvarán S. y Diego Guzmán F. el jueves 16 de mayo, pretendía justificar el hecho, porque, según ella, “ellos estaban rayando la casa del asesino”.

Los grandes empresarios lo hacen en consecuencia por que defienden sus mezquinos intereses. Defienden con dientes y muelas lo privado, odian lo público. Le temen. La calle les origina pavor. Sólo, sus “encuestas” fabricadas, son las que dan la línea. Por ello, todo movimiento, toda acción social, es un conflicto, y así lo caracterizan en sus titulares. Los estrategas publicitarios de las FSED, a través de sus medios se encargan de instalar en la opinión pública los conceptos de “conflicto estudiantil”, “conflicto mapuche”, etc., etc. Su tarea manipuladora se dirige a ocultar las verdaderas causas, los orígenes del conflicto social. Lo que debe quedar claro es que el actor social, la acción social y ni mucho menos el movimiento social, nunca han sido el conflicto. Todos ellos son expresión del verdadero conflicto, son la forma en que se exterioriza, se muestra el conflicto. El conflicto es social, el conflicto es político, y cuyas raíces, cuyas causas se encuentran en la estructura, en las condiciones económicas, sociales y políticas y de como esas mismas condiciones se desarrollan y se materializan. El actor social muestra el conflicto, lo exterioriza, y justamente gracias a esa exteriorización, es posible analizarlo, estudiarlo. Sin la exteriorización que realiza el actor social del conflicto, serían imposibles las transformaciones. De ahí que, justamente, gracias al actor social en movimiento, gracias a que “se muestra”, gracias al movimiento social son posibles los cambios, cambios que justamente los minoritarios sectores sociales no quieren que se realicen y por ello se empeñan en ocultar las verdaderas causas del conflicto. Sin la acción del actor social, sin la movilización social, no habría desarrollo social, no habría cambio histórico, en esencia, no habría historia.

LA HISTÓRICAMENTE JUSTA ACCIÓN DE LOS ESTUDIANTES DE LA UTEM

Los estudiantes de la UTEM, están conscientes de la envergadura histórica de su acción. En esta gran tarea han venido luchando por varios años. Las autoridades han postergado reiteradamente los compromisos asumidos. En sus respuestas a la acción estudiantil, la autoridad ha demostrado una no correcta comprensión de la profundidad de la demanda de los estudiantes. Al contrario, las respuestas que han dado los alumnos, asombran por la claridad y profundidad de los planteamientos y justeza de las demandas. Dado el tenor de las respuestas entregadas por los directivos de la Universidad y el tiempo transcurrido, los estudiantes ya no les creen. El prestigio es poder, y en este caso, al parecer, los directivos lo han perdido frente al movimiento estudiantil. En síntesis, lo que no comprenden las autoridades, es que la acción de los estudiantes se dirige justamente a privilegiar la ACADEMIA en la universidad. Se dirige a lograr la verdadera participación de sus tres estamentos en la marcha y en la vida universitaria. Que la Universidad sea efectivamente pública, que la universidad esté al servicio de la nación, del país.

La transformación de la UTEM en una empresa sujeta a las leyes de mercado, ha traído violentos costos en contra de los estudiantes y también en los académicos, y por sobre todo, al ejercicio de la academia. Hace años que los estudiantes no tienen casino, hace años que existen salas de clases que se llueven, hace años que se licitan servicios a empresas privadas para el aseo, cuyas “tías y tíos”, como los alumnos les llaman, son una demostración de la explotación neoliberal. Los estudiantes exigen más investigación y producción científica de sus profesores, exigen mejorar la calidad académica, exonerar a los profesores cuestionados académicamente, exigen concursos y más recursos para la actividad docente, exigen democratizar la universidad, exigen verdadera participación triestamental, etc., etc. En definitiva, no exigen nada más que engrandecer, mejorar, desarrollar, nuestra Universidad. Los estudiantes exigen nuevos Estatutos, entendidos éstos como el cuerpo escrito que norma toda la vida académica. Exigen una nueva y verdadera CARTA MAGNA UNIVERSITARIA. Ellos saben que en los nuevos Estatutos como condición básica y central, en primer lugar, debe quedar claramente establecida la verdadera concepción de Universidad, que no es otra que la que corresponde por su naturaleza y función y que en sus aspectos más sustanciales se ha expuesto más arriba. En segundo lugar, saben que debe quedar establecido que el poder de la Universidad esta ante todo en el poder de la Academia, y que en el ejercicio de ese poder, deben participar todos aquellos que la conforman, teniendo en perspectiva, asegurar la continuidad del desarrollo de la misma. Se sabe que la confección de los nuevos estatutos constituye una tarea tremendamente compleja y que exige una amplia y profunda discusión y que por ello debe participar toda la comunidad universitaria. Que en su redacción, deben ponerse lo mejor de las capacidades y que se debe recoger de las experiencias que han tenido al respecto otras Casas de Estudios Superiores. Saben, que es un gran desafío, en donde su cuerpo académico, y los estamentos que conforman la Universidad, se ponen a prueba en sus capacidades para asumir esta gran tarea histórica que sólo su comunidad sabrá realizar. Los estudiantes de la UTEM, recogen las sabias palabras del Apostol, José Martí en su magno escrito, “Nuestra América”: “Los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la masa y la levantan con la levadura de su sudor. Entienden que se imita demasiado, y QUE LA SALVACIÓN ESTÁ EN CREAR”.

Los desafíos son enormes. ¿Podrá toda la comunidad de nuestra universidad, responder a este gran desafío histórico? ¿Podrá toda nuestra comunidad reponer la universidad en el sitial que requiere nuestra nación?

Dr. César Cerda Albarracín Profesor Titular-UTEM

7.6.15

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