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Reinventar la lógica en los tiempos del miedo. Por Gustavo Gac-Artigas

Vivimos tiempos en que una carta bomba, o una serie de cartas bombas enviadas por un individuo logran desatar el miedo colectivo y en un segundo cambian el foco de atención de una nación y nos hacen replegarnos hacia la cueva oscura y protectora de los primeros tiempos, aquellos en los que el pensamiento era una pálida sombra en el muro de una sociedad sumida en el temor, el temor del otro, el temor de lo desconocido, el temor del pensamiento, el temor de la lógica en tiempos irracionales como los que vivimos en los cuales me asalta el terror de parecerme algún día a nuestros gobernantes.

La lógica indica que un presidente prepotente, egocéntrico, errático, antiinmigrantes, antifeminista, aislacionista, inculto, por citar solo algunas de sus características, debería bajar en su popularidad y recibir, al menos, el repudio moral de sus gobernados.

La lógica indica que aquellos políticos que manipulan sus partidos para inclinar la balanza en favor de su candidatura y bloquear el camino a su contrincante deberían ser denunciados por lo que minan los principios básicos de la democracia, por lo que desvirtúan el proceso electoral haciendo que la gente pierda confianza y, hastiada, rechace tanto los partidos como las instituciones y, presa fácil de los demagogos, se embarque en una aventura populista no importa cuán mediocre sea el candidato.

La lógica indica que el acentuar la división, el jugar a oponer al uno contra el otro, siendo el uno el poder, tiene peligrosas consecuencias y la división pasa de jugar con el miedo a lo irreconciliable y a la violencia.

La lógica indica que la gente desea vivir en paz, sin embargo, vivimos tiempos en los cuales un individuo, empuñando un arma que jamás debió llegar a manos de civiles, desata una masacre en una sinagoga, en una iglesia en el sur de los Estados Unidos, en una escuela, en un concierto y nuevamente se escuchan desgarradores lamentos y un “nunca más” repetido hasta el cansancio acompañado de un “el odio no tiene cabida en nuestra sociedad”, como indica la lógica, mientras el odio continúa germinando agazapado en otra mente enferma que espera vengar su fracaso, sus frustraciones, en otra masacre cuya motivación se encuentra tan lejos, pero tan lejos de ese pobre individuo en nuestra sociedad enferma.

La lógica indica que el ser humano tiende a echar raíces y a vivir en el entorno que le vio nacer, sin embargo hoy, la violencia, la pobreza extrema, el sentimiento de culpa de una madre al ver la mirada de su hijo que, sin palabras, le pide algo de comer, la muerte que acecha en cada esquina, los arroja a caminos desconocidos en una aventura desesperada.

Largas filas avanzando en las sombras, pegadas a los muros de la vergüenza cual lo hicieran en los Estados Unidos los norteamericanos durante la gran depresión para mendigar un plato de sopa que calmara el ardor insoportable que produce, en la mente y el estómago, el hambre.

La lógica indica que aquel que sufrió el dolor insoportable del hambre hasta en sus huesos debería transmitir el sentimiento a su descendencia para que nunca más pase indiferente frente al hambriento.

La lógica indica que una falsa noticia debería ser descartada en un mundo comunicacional donde lo descartable, sin el más mínimo análisis, se acepta y difunde como noticia verdadera.

La lógica indica que, con los avances de la ciencia y el acceso ilimitado al conocimiento, cuando existe la posibilidad de que el verso se vista de pueblo y se alimente del plato más humilde, el lado humano del individuo primaría por sobre el ansia de poder y de riqueza.

La lógica indica que se gobierna para el pueblo y no para enriquecerse o permanecer en el poder para sentir cada mañana, o a media noche, que soy “Yo el supremo”, que soy “Yo el Estado”.

La lógica indica que lo normal sería el rechazo a la corrupción en todas sus formas y sobre todo a la corrupción e insensatez de nuestros gobernantes.

La lógica indica que ninguna circunstancia debe arrojarnos a elegir a un nostálgico de la dictadura, neofascista, homofóbico, antifeminista, prepotente y racista que aprueba la tortura y que, haciendo con sus manos el gesto de disparar una pistola para reforzar su idea, llama a combatir la violencia con las armas. Un candidato que fuera apoyado por Steve Bannon quien lo llamara un patriota, el salvador de la novena potencia del mundo. Un candidato de ultraderecha que junto a su hombre fuerte en economía, el Chicago Boy, ala dura del liberalismo económico moderno o neoliberalismo, Paulo Guedes, se propone aplicar la política neoliberal de Milton Friedman, aquella que aplicó Pinochet en Chile.

La lógica indica que en un mundo globalizado una elección trae consecuencias más allá de las fronteras de un país. La elección de Jair Bolsonaro en Brasil representa un triunfo que da alas a los movimientos de extrema derecha en el mundo.

La lógica indica que no debemos asomarnos al pasado más oscuro de nuestra historia si no es para estudiarlo, para que nunca más se repita, y no para reivindicarlo o presentarlo como alternativa al neoliberalismo. y sin embargo...

La lógica indica que nada de esto sucede y que, contra toda lógica, caminamos hacia la destrucción de la democracia, que la lógica no es una cualidad del gobernante, que el mundo está al alcance de las manos, pero que las manos son apenas un puñado, que la decencia nos abandonó hace mucho tiempo; nos abandonó en la época de la esclavitud, nos abandonó en la guerra, nos abandonó en el mundo de los negocios, nos abandonó en los tiempos oscuros de las dictaduras, nos abandonó cuando la riqueza y el poder se concentraron en una elite, más peligroso aún, nos abandona hoy en los tiempos de la autocracia, en estos tiempos en que han logrado conocer lo más profundo de nosotros, penetrar nuestros pensamientos, almacenar nuestros impulsos para poder modelar nuestros deseos a su imagen y semejanza.

Vivimos tiempos en que la lógica es subyugada por la indecencia, por la ignorancia, por las ansias de poder, por la crueldad disfrazada de bondad o de salvaguarda de intereses, y lo que es peor, esa indecencia es alimentada por nuestro silencio.

Gustavo Gac-Artigas. Escritor y director de teatro chileno, miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE).

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