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Rigoberta Menchú y la lucha por la igualdad. Por Jaime Valdivieso

Resulta casi inverosímil imaginar escuchando hablar a Rigoberta Menchú, Premio Nóbel de la Paz, acerca del brutal homicidio en su propia tierra, Guatemala, contra los indios maya, y la experiencia en ella y su propia familia, que hasta el momento no se haya creado una suficiente conciencia y repudio por estos actos en toda América Latina, incluyendo Chile, por supuesto y la violencia contra el Pueblo Mapuche.

El solo hecho de escuchar su testimonio de lo ocurrido y la débil repercusión de esto, tanto en su país como en el resto de América Latina, nos lleva a pensar una vez más en la casi nula sensibilidad de los seres humanos, frente al destino de cada una de nuestras etnias, y muy especialmente en nuestros caso la violencia incesante contra los mapuches que, no solo nos prestigiaron en todo el mundo con el testimonio de Ercilla en la Araucana, y que sin embargo desde la llegada de Pedro de Valdivia hemos perseguido y desconocido, para elevar a categoría cuasi religiosa el valor de lo blanco y europeo, sin haber analizado nunca en forma suficiente el valor intrínseco de su cultura, su cosmovisión, la riqueza de su mundo interior y exterior como lo han descrito algunos mapuches, entre ellos el notable poeta Elikura Chihuailaf: "Una y otra vez los mismos pensamientos, como gotas de rocío, para que no cese de florecer la memoria, nos está diciendo nuestra gente. Al amanecer, con llellipun/ rogativas agradecemos. Golpeamos los troncos de nuestros árboles para despertarles la savia, para que nos regalen sus flores, para que nos regalen sus hongos y sus frutos. Escuchamos los Gvlam /Consejos de nuestras Mayores, de nuestros Mayores. Oímos los epew/, relatos, las konew/ adivinanzas. Bebemos muzay (bebida de piñón, maíz o trigo) y seguimos gozando de los aromas de nuestras comidas. Y tocamos nuestros instrumentos musicales: trutrruka, lolkiñ, piffilka, trompe, kultrún, waza, kaskawilla. Y bailamos, bailamos, mientras con alegría y con tristeza entonamos nuestros cantos. Pu mapuche mogeleyiñ/ los mapuche estamos vivos, decimos-a pesar de todo-contentos, solemnes, pensando en nuestros Antepasados, agradecidos de ver que crecen nuestros hijos y nuestras hijas y sus hijas e hijos".

Estas líneas para agradecer su año nuevo que me envió el poeta, son un ejemplo palpable e irrefutable de su notable cultura, donde hombre y naturaleza son uno solo, cultura que conservan a pesar de todos los abusos hasta el mismo día de hoy. ¿Podrán los españoles y los europeos comparar su cultura, con esta visión del hombre y del mundo diarios que se respira cada indígena a lo largo y ancho de toda América?. Pensamos definitivamente que no, pues basta pensar en nuestra propia cultura heredada de los españoles y luego de la que nos cayera en pocos años de la materialista e intrascendente de la tecnocracia estadounidense.

Sin embargo nada hacemos a nivel de los estudios primarios secundarios y universitarios para revertir esta desgracia de seguir desdeñando nuestro mundo indígena y seguir en la ceguera de preciarnos de blancos y europeos.

Jaime Valdivieso B,.

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