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SOBRE EL GOBIERNO QUE FUE ELEGIDO POR Y PARA EL CAMBIO, PERO QUE HA SIDO INCAPAZ DE CAMBIAR EL MISMO por Oscar Orellana

Las personas que hoy están gobernando este país son más o menos las mismas (sino las herederas o camaradas de aquellos), que instalaron el sistema político-económico vigente, a través de un proceso que tomo varios años en las décadas de los setenta y ochenta (bajo la dictadura del General Augusto Pinochet U.), lo cual consistió en privatizar los servicios, las empresas y la riqueza nacional (comprándolas ellos mismos, o empresas extranjeras a precios bajos y con préstamos del Estado), y diseñar e implementar una nueva constitución. Durante este proceso se desarmaron el sistema educacional, el sistema de salud y el sistema previsional (entre otros sistemas), existentes en Chile a la sazón. Desmontando completamente el Estado de bienestar, para abrirle pasó: 1) a un sistema político neo-liberal enemigo declarado del comunismo y el keynesianismo, y 2) una economía de libre mercado con participación mínima del Estado (o Estado mínimo), contra la planificación estatal centralizada. “Dime quién es tu enemigo y te diré quién eres”, sin pronunciarnos, por ahora, respecto de las bondades o maldades tanto del antiguo, como del nuevo sistema, o de uno u otro lado de la calle.

Recordemos que durante el período de la dictadura militar R. von Hayek (ideólogo del neoliberalismo de la escuela Austriaca y defensor del Estado mínimo) y M. Friedman (discípulo de Hayek en la escuela de Chicago-EEUU y defensor del mercado libre), visitaron Chile dos veces y una vez, respectivamente, para promover el neo-liberalismo en nuestro país tanto a nivel de los estudiantes de la Pontificia Universidad Católica de Chile, como de las autoridades gubernamentales, incluido el General Pinochet. Tanto Hayek como Friedman fueron profesores de la conocida escuela de economía de Chicago-EEUU, lugar donde estudiaron los así llamados “Chicago Boys” criollos (principalmente estudiantes de la Pontificia Universidad Católica de Chile), que posteriormente volvieron a Chile a realizar la magna obra sintetizada a grandes rasgos en el primer párrafo. Todo esto en el contexto de la prolongada “Batalla por la Economía Mundial” y los puestos de mando en la toma de decisiones en la economía mundial, que de acuerdo a Francis Fukuyama habría terminado con la caída del “Muro de Berlín”.

Recuperada la “democracia” en Chile (después del plebiscito de 1989), la derecha chilena ha venido desarrollando progresivamente hasta el presente (2011), una estrategia que se expresa a nivel de propaganda y publicidad como “una alternativa por el cambio” (con asentó en el cambio), para alcanzar la presidencia de Chile por medio del voto popular.

Después de todos estos años, en el año 2009 la derecha política y económica de este país logra su objetivo y el Señor Sebastián Piñera E. fue elegido presidente de Chile por y para el cambio. He aquí la pregunta del “millón de dólares”: ¿Durante todos estos años en que la derecha político-económica de Chile ha estado basando su propaganda y publicidad en el “cambio”, para llegar a la presidencia, qué habrá entendido el pueblo de Chile por “cambio”?, sobre todo teniendo presente quien lo dice. Pues a la luz de los últimos acontecimientos protagonizados por los estudiantes y un movimiento ciudadano más o menos generalizado, parece claro que este gobierno fue elegido para que cambiara, pero este ha sido incapaz de cambiar. Entonces, cabe preguntarse: ¿Si los socialistas y progresistas de este país durante las últimas dos décadas fueron capaces de cruzar la línea de izquierda a derecha, “renovándose”, para no sólo administrar, sino que perfeccionar el sistema político-económica neo-liberal y de mercado libre, respectivamente (montado durante la dictadura militar), por qué la derecha chilena no es capaz de cruzar la línea de derecha a izquierda, para reinstalar en un grado apropiado y sano el estado de bienestar keynesiano? Obviamente, no basta con usar chaqueta, o corbata, o relojes rojos, para quitarle todas las banderas al progresismo chileno, sino que se requieren cambios estructurales que reflejen la voluntad real de cambio de parte de la derecha.

Hay que tener cuidado con las palabras, porque estas son susceptibles de interpretación y crean realidades. Pues bien, para la gran mayoría de los chilenos el “cambio” propuesto por la derecha político-económica significo, que se iba a equilibrar el sistema neoliberal y de libre mercado abusivo que estamos viviendo, porque si la derecha está hablando de cambio: ¿qué dirección puede tomar ese cambio?, si alguien pensó que el cambio propuesto por la derecha significaba irse más a la derecha, no tiene ningún sentido, porque más a la derecha del sistema neoliberal y de libre mercado excesivo que existe en Chile no se puede ir. En consecuencia, el cambio propuesto por la derecha sólo podía interpretarse como un movimiento hacia la izquierda. Este es el cambio que el movimiento ciudadano y los estudiantes le está exigiendo al gobierno del Señor Sebastián Piñera. Hasta el momento se han hecho los lesos y no quieren enfrentar la discusión de su matriz ideológica, para finalmente hacer los cambios estructurales que eliminen los excesos y abusos del sistema neoliberal y libre mercado existentes en este país.

Si lo que se busca es fundar la unidad de una comunidad nacional, no se debe dejar todo al mercado, no se debe dejar que todo sea decidido por medio de la competencia, porque al igual que en la planificación estatal centralizada, ocurren excesos y abusos, que en el caso del neoliberalismo chileno quedan ilustrados por medio de ejemplos tales como: (1) acuerdo entre cadenas farmacéuticas para cobrar sobre-precios exorbitantes por los remedios; (2) La Polar y las re-negociaciones unilaterales, para cobrar intereses prohibitivos a los clientes, generando deudas impagables; (3) Las Isapres y la re-evaluación de los planes de salud. Si uno no es capaz de pagar las alzas de precios de los programas, estos se pauperizan tornándose inservibles, y cuando uno se vuelve viejo y necesita más que nunca el servicio de salud, lo echan de la ISAPRE. Es decir, mientras uno no use el servicio está todo bien, pero si uno lo comienza a usar le suben los precios o lo echan (negocio redondo); (4) Las AFP que reparten las perdidas, pero no las ganancias entre sus asociados; (5) Un sistema educacional que discrimina por poder adquisitivo. Entonces (sin mencionar a los más ricos), por una parte, genera un gasto y endeudamiento formidable a aquellas familias de clase media que logran enviar a sus hijos a la universidad, y por otra parte, condena a un contingente juvenil no despreciable pertenecientes a familias pobres a una vida sin horizontes; (6) un sistema de salud para ricos y otro para pobres; (7) Un sistema bancario que acumula riqueza sin moverse de la caja fuerte; etc. La clase media de Chile está cansada de estos excesos y abusos, y a lo largo de estos años ha venido acumulando insatisfacciones, frustraciones y un sentimiento de injusticia e inequidad que viene a exigir el cambio (el cambio de la derecha), y que ésta cruce la calle y re-equilibre el sistema neoliberal y libre mercado, que ellos instalaron en los tiempos de Pinochet y la Concertación administró y perfeccionó hasta hace aproximadamente un par de años atrás.

Por cierto, no se le podía pedir a la Concertación que cambiara la matriz ideológica de la derecha, obviamente esta es una pega que tiene que hacer la misma derecha. Por lo tanto, el pueblo de Chile eligió a la derecha en las últimas elecciones presidenciales para darles la oportunidad de cambiar, y así cumplir con lo que habían prometido, pero a la fecha no ha sido capaz de cambiar. Nuevamente y a riesgo de ser majadero, no basta con usar corbatas, corta vientos, parcas, o relojes rojos. Tampoco basta con agregarle ceros a la oferta del gobierno, ni inventar más regulaciones que nos obliguen a crear nuevos organismos que no crean riqueza. Es obvio a estas alturas del conflicto, que las clases medias y más desposeídas de este país están exigiendo un cambio estructural, lo cual significa recurriendo al modelo clásico de la demanda global (que se usa en toda Europa y Norte América), a saber: la demanda global es igual a la suma del consumo, la inversión, el gasto público y las exportaciones; que se deben aumentar, redistribuir, y/o reestructurar los impuestos, para así aumentar el gasto público y financiar programas estales de educación, salud, previsión, etc., y de esta manera transitar de un Estado neoliberal y mercado libre a un estado de bienestar keynesiano, como el de los Países Nórdicos y Canadá, las cuales constituyen sociedades más decentes que la nuestra de acuerdo a la tradición contractualista y los criterios que se proponen en la Teoría de la Justicia de John Rawls, y por lo tanto en contraposición a las teorías del Estado Mínimo tanto de R. von Hayek, como de Robert Nozick, guardando las diferencias entre estos últimos.

No es sabido, pero se dice que de vuelta a la democracia el Señor Ricardo Lagos E. le habría comentado al Señor Patricio Aylwin: “no vaya a ser cosa que terminemos administrando el sistema (político-económico) instalado por Pinochet”. Pero, la verdad de las cosas es que fue peor, porque durante estas últimas dos décadas, por temor o por incapacidad, el progresismo chileno se olvidó de discutir la matriz ideológica del sistema que estaba no solo administrando, sino que perfeccionando, y en consecuencia no hizo los cambios estructurales necesarios que nos habrían permitido sino evitar, morigerar la presente crisis. Pero, lo que si es cierto es que por ejemplo el Señor Ricardo Lagos E. (connotado socialista chileno), se dedicó a las privatizaciones mientras fue ministro de obras públicas en el gobierno de Patricio Aylwin y durante su propia presidencia de la república, entonces y también por ejemplo, los chilenos en general y los jóvenes en particular, se tienen que estar preguntando: ¿por qué el Señor Sebastián Piñera no estatiza algunos servicios públicos tales como la educación y la salud? Bueno, la respuesta será la de siempre, a saber: “el Estado no sabe administrar, es un mal administrador. El Estado es ineficiente y los privados lo hacen muchísimo mejor”. Será esto verdad dado el nivel tecnológico y económico actual. Será presentable y defendible tal explicación a la luz de los excesos y abusos que ha cometido el sector privado chileno, donde no solo “el rico se ha hecho más rico y el pobre más pobre”, sino que “la regla de oro es que el que tiene el oro hace las reglas”. “La verdad de la milanesa” es que entre el comunismo y el neoliberalismo, entre la mano visible y la mano invisible, entre la planificación estatal centralizada y el libre mercado, existe un continuo de sistemas posibles, entre los cuales se encuentra el estado de bienestar keynesiano y los chilenos no entienden por qué el actual gobierno es incapaz de transitar hacia una sociedad más decente, más justa.

Dado el nivel tecnológico actual es perfectamente factible diseñar e implementar un sistema de participación y control ciudadano de los servicios públicos eficiente y eficaz, que obligue a dichos servicios a entregar un producto oportuno y de calidad. ¿Por qué los servicios públicos no pueden tener una administración igual o mejor que las instituciones, empresas u organizaciones privadas, dado el nivel tecnológico actual? Cuando el Estado pretende planificar y controlar todas las áreas de la economía sin dejarle lugar a la iniciativa privada, por cierto que se torna ineficiente, esto ya fue históricamente demostrado. Pero, esto no debiera implicar “subirse por el chorro” e irse al otro extremo privatizando y abandonando todo a las fuerzas del mercado como ha ocurrido en Chile, y en consecuencia, no opta a que el estado deba y pueda proteger algunas áreas de la convivencia social tales como la educación y la salud (a la manera del estado de bienestar keynesiano), para realizar la igualdad de oportunidades y de esta manera fundar una comunidad más inclusiva, más equitativa, más decente, más justa. No faltará el que diga que el keynesianismo está muerto. Falso de falsedad absoluta, porque por ejemplo: (1) para hacerle frente a la crisis “subprime”, el presidente de EEUU Señor Barack Obama estatizo parte de la banca de EEUU, y esta subvencionando parte de la industria y la empresa EEUU, (2) La economía China tan exitosa por estos días y que conduce la economía mundial es una mescla de comunismo y libre mercado. Los chinos han resucitado a Keynes, qué duda cabe, y (3) Ahí están las sociedades de Canadá y los Países Nórdicos, para testimoniar que es posible construir una sociedad más justa, más decente.

El problema ha sido, es y será la distribución de la riqueza. Pareciera que los ricos de Alemania, Francia y EEUU han descubierto por estos días, que este es el problema y están proponiendo mayores impuestos sobre ellos, para así ayudar a morigerar, sino evitar una eventual recesión de la economía mundial. Siendo loable lo que están proponiendo, ojala lo hubiesen hecho antes y por otros motivos, como por ejemplo: por solidaridad, por justicia social, por promover las clases más rezagadas, o por decencia. En Chile, existen algunos empresarios que también están allanándose a este tipo de medidas. Por lo tanto, las condiciones están dadas para que la derecha chilena “cambie” ella misma, y “cambie” este país, como lo hiso otrora a la sombra de la dictadura extremándose hacia la derecha, solo que esta vez sería a la sombra de la democracia reconstruyendo en algún grado el estado de bienestar keynesiano, y en consecuencia el gobierno actual pasaría a la historia como algo extraordinario, demostrando que el movimiento estudiantil tiene razón en que “la izquierda y la derecha extremas unida, pueden ser vencidas” a diferencia de lo que pensó en su momento el poeta, y que no se trata “de izquierda, o de derecha extremas, sino que todo lo contrario”.

Oscar Orellana

VALPARAISO, 25 DE AGOSTO DE 2011

OFOE.

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