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Septiembre; paternidades, desfiles y política pública sin garantía de derecho. Por Marco Silva Cornejo

La paternidad es uno de los desafíos y tareas más complejas y maravillosas que me ha impuesto la vida y la militancia en esta forma de asumir las relaciones las relaciones con las alteridades. La idea de entender la construcción de una intersubjetividad que parte de la dependencia pero que se transforma en co-dependeica para cristalizarse en una nueva vida, es sin duda un relato que le da sentido a los días y la bella tarea de crecer en la relación de afectos con un alter que es la extensión de la existencia propia.

Violeta, es mi hija, tiene tres años, participa de un jardín Infantil en una población (Diego Portales) de la comuna de Villarrica. Asiste a este espacio desde hace más de 2 años y sin duda las relaciones, afectos y aprendizajes que ha logrado desarrollar a partir de esta institucionalidad son de alta relevancia y valor para su crecimiento. Pese a ello hay disonancias en la política pública que no dejan de perturbarme, tal vez porque hace poco conmemoramos 42 años del golpe. Tal vez porque es Septiembre, tal vez porque me perturba inquietante como se reproducen las pautas culturales de la dictadura sin cuestionamientos reflexivos, haciendo que como comunidad re-editemos una y otra vez el mandato militar al compas de los tambores de guerra, estableciendo una asociación arbitraria entre el cariño y compromiso con el desarrollo de la comunidad y el país con la fetiche instalación del “desfile” al compas de tambores, todo ello para alimentar dicha de las oligarquías gobernantes y las elites políticas.

En el marco de las fiestas patrias, se me ha solicitado desde el Jardín Infantil (Integra) que para el Martes 15 de Septiembre tengo dos opciones. Una es acompañar a mi hija de tres años al desfile para las autoridades o en su defecto no enviarla por que el Jardín permanecerá cerrado para participar de estas actividades. La imagen de Violeta, desfilando al compas de las bandas militares fue la primera disonancia que me genero profundo malestar, pues me pregunto inmediatamente ¿Cuál es el sentido de que los niños de tres años desfilen al compas de marchas militares? Porque no mejor hacer en una plaza pública un carnaval de la independencia, por que las autoridades insisten en que los niños se sitúen en las prácticas de los adultos, mas aun, por que darle un carácter marcial y no cultural a la celebración de la independencia.

Al profundizar en la reflexión observo que el tema tiene aristas insospechadas, pues expresa la máxima de la inconsistencia de la política pública en materia de infancia, postergando a la invisibilidad el discursado de derechos. El Jardín se cierra para los que no desfilan, por tanto se vulneran los derechos que quienes no participan en la fiesta de la integración marcial y patriotera. Es la misma institucionalidad que dice proteger los derechos la que pretende que mi hija de tres años este en una calle de Villarrica por más de dos horas con bajas temperaturas, esperando pasar por dos minutos frente a las autoridades complacidas de su espectáculo infantil y disciplinante al son de las bandas de guerra de los colegios en donde quienes tocan los instrumentos, sin duda marcharon en el mismo desfile desde los tres años. ¿es esta la infancia diversa, pluralista y democrática que condensa la matriz y el espíritu de la política nacional de infancia desde una perspectiva de derecho?

Deseo expresar mi objeción, expreso la molestia por que el estado y sus instituciones una vez más vulneran los derechos de un niño, bajo el pretexto de una fiesta nacional que no me interpela, ni identifica. Exijo del estado y su política pública, garantías del cumplimiento de los mandatos consagrados en la convención de derecho. Exijo que el jardín infantil este abierto para los niños cuyos padres no están dispuestos a exponerlos a una mañana de marchas al compas de tambores castrenses en medio de políticos complacidos con la fiesta infantil.

Es contradictorio que las institucionalidades democráticas, nos inviten al desarrollo de trabajo intersectorial y ellas mismas se pisen una y otra vez la cola. Pareciera ser que este, es el acento de los gobiernos de la nueva mayoría luego de que sus predecesores transicionales, nos garantizaran la perpetuidad del modelo económico y cultural heredado por la dictadura.

Entretanto preparo las alternativas para enfrentar la contingencia; violeta no desfilara al son de las marchas patrioteras, el jardín estará cerrado para ella y para todos los niños que sus padres decidan no enviarlos a desfilar. La igualdad de derechos y la protección nuevamente se instalan en mi mesa, en el gobierno de la nueva mayora, el de las políticas de protección e inclusión social, el que festeja los 25 años de la firma de la convención de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, mientras cierra jardines para que los niños salgan a rendir tributos a las autoridades que han llegado ahí mediante boletas truchas, al son de una melódica simbólica que reproduce la risa del dictador.

Marco Silva Cornejo
Mg. Ciencias Sociales Aplicadas © Mg. En psicología Comunitaria UFRO

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