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Siria: Crónica de una intervención militar anunciada. Por Alihuen Antileo

A raíz de los últimos acontecimientos acaecidos en Siria y que configuran un escenario de guerra civil, se vislumbra más claramente la posibilidad de una intervención militar extranjera avalada por la ONU.

Existen elementos que hacen pensar que la decisión fue tomada hace mucho tiempo, luego del derrocamiento del régimen en Irak encabezado por Hussein, y que solo se estaría esperando la instalación de las condiciones mínimas para que esto ocurra, o sea estaríamos en presencia de la cuenta regresiva de la crónica de una intervención militar anunciada.

La denominada “Primavera Arabe” que trajo aparejada el fin de regímenes autoritarios que gobernaron Túnez, Egipto y Yemen en el año 2011, dio pie a una oleada de manifestaciones y movilizaciones ciudadanas en toda la región.

Estos regimenes que en su mayoría se habían instaurado después de un arduo proceso de Liberación Nacional y de Descolonización en la década del 50 y 60 del siglo pasado lograron poner fin en su momento a los afanes imperialistas de las potencias occidentales en la región, principalmente de Gran Bretaña y Francia; una vez lograda la independencia política y pasando a constituirse en nuevos sujetos de derecho internacional, en su fase de consolidación y desarrollo contó con el apoyo político, económico y militar de la entonces superpotencia, la URSS.

Sin embargo esos procesos de descolonización que contaron en su momento con una importante legitimidad interna e internacional que en sus inicios pudieron haber sido considerados como democráticos, nacionalistas y antiimperialistas, se estancaron en sus propósitos y vieron aflorar en su seno múltiples vicios y dinámicas que a la larga fueron el caldo de cultivo para generar una oposición nacional e internacional que abogaba en pos de una mayor democratización de sus instituciones y mayores espacios políticos para la oposición. Durante décadas estos regimenes reprimieron y postergaron estos necesarios cambios internos y aspiraciones democráticas. A la postre dicha conducta crearía las condiciones de su caída y derrota.

En el caso de Libia ,la oposición interna logró mediante la movilización y la confrontación militar, generar un cuadro de ingobernabilidad que hizo que el régimen encabezado por Muhamar Kadhafi reprimiera sangrientamente a la oposición. Esta política y sus consecuencias transmitidas en directo por la prensa internacional dieron pie a la OTAN y la ONU para validar una intervención militar que al poco tiempo se tradujo en que esta fuerza actuaba en la práctica como una fuerza regular al servicio de la oposición que buscaba derrocar al régimen. Esto se logró en pocas semanas y la opinión pública internacional pudo asistir al linchamiento en vivo de Gadhafi.

Terminado ese capitulo, hoy día asistimos a la puesta en marcha y desarrollo de un nuevo escenario, Siria. Sin embargo este país tiene cierta particularidades que lo hacen diferente de los anteriores, en primer lugar la oposición a un régimen que dura alrededor de 50 años, no cuenta con los niveles de cohesión que si tenia en los diferentes otros países, en donde pudieron articularse de manera tal de presentar un solo bloque opositor que articulara las principales acciones de movilización, desestabilización y confrontación.

En segundo lugar el Ejercito Sirio, es un ejercito mucho más cohesionado, con mayor preparación y que dispone de armamento que lo hace uno de los más preparados en la región. Cabe señalar que la mayor parte de este armamento fue adquirido a la ex URSS y actualmente la renovación y mantenimiento de esos equipos corresponde a Rusia.

En busca de la Legitimidad de la Intervención.

Desde hace alrededor de una década se ha elaborado una nueva doctrina en materia internacional que busca determinar en que circunstancias se puede intervenir militarmente en un país, sin que esta intervención pueda ser considerada como un menoscabo o violación al principio de soberanía y libre determinación de dicho país.

Esta doctrina se denomina, “Responsabilidad de Proteger” (en adelante RdP) y ella busca básicamente proteger a la población civil, cuando el Estado o a fallado en ese objetivo, o derechamente permite la comisión de hechos que atenten contra la integridad y la vida, de importantes sectores de la población. Con esta doctrina se buscaría evitar la comisión de hechos tan graves como los actos de genocidio acontecidos en Ruanda o Bosnia.

Sin embargo la gestación y desarrollo de esta doctrina no supone un acto arbitrario o discrecional de la comunidad internacional respecto de un país que enfrenta conflictos de carácter interno, por muy graves que estos puedan aparecer, de ahí que resulta necesario detenerse brevemente en sus principales características para entender; sobre que bases doctrinarias y políticas se fundamenta el actual veto de Rusia y China en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU a una intervención en Siria, bajo el patrocinio de ese organismo internacional.

De acuerdo a la definición de “el documento final” adoptado por los jefes de Estado y de Gobierno en ocasión de la Cumbre Mundial de la ONU de 2005, respecto del alcance del concepto de Responsabilidad de Proteger, cabe señalar que esta precisión tiene el merito de delimitar el ámbito de aplicación del conjunto de medidas que puede adoptar la comunidad internacional para proteger poblaciones o grupos de personas que ven amenazada su integridad física y la vida misma.

A partir de la delimitación y alcance de este concepto es posible para los Estados determinar las medidas a aplicar En primer lugar señala cuáles son esas responsabilidades que garantizan la protección de la población.
a) Responsabilidad de prevenir
b) Responsabilidad de reaccionar
c) Responsabilidad de reconstruir

Se señala en segundo lugar que no se aplica para cualquier crimen sino solo para cuatro figuras penales especificas, estas son:
1) Genocidio
2) Limpieza étnica
3) crímenes de guerra
4) crímenes de lesa humanidad

A su vez plantea tres pilares sobre los que debiera articularse la RdP.
1) Cada país debe proteger a su propia población
2) La comunidad Internacional tiene el deber de asistir a los países para cumplir esa obligación (esta se traduce principalmente en las medidas de alerta temprana)
3) Cuando un estado falla en la obligación de proteger, se debe adoptar una respuesta colectiva, oportuna y decisiva para garantizar esa obligación.

De acuerdo a estos principios que dan contenido a la doctrina de RdP. Y a la opinión de China y Rusia, varios de los presupuestos necesarios, para su aplicación en Siria no se han cumplido y se estaría en presencia, producto de la probable intervención militar extranjera en una suerte de apoyo explicito a uno de los bandos en disputa, en este caso a aquel que busca derrocar al régimen encabezado por Bachar al -Assad y por lo tanto de injerencia directa en los asuntos internos de un determinado país.

Cabe señalar que de producirse una intervención en estas circunstancias, queda abierta la posibilidad y el antecedente para que, existiendo similares condiciones, se pueda intervenir en cualquier otro país del mundo que enfrente situaciones de conflicto interno.

Más allá de los argumentos políticos y jurídicos en el seno, ya no de la ONU sino que de los miembros del Consejo de Seguridad del mismo organismo, existen otros objetivos perseguidos para dar luz verde a la intervención militar extranjera. En el corto y mediano plazo se busca derrocar el régimen sirio e instalar un gobierno de transición afín a los intereses de las grandes potencias económicas occidentales.

En el largo plazo se busca lograr recuperar la hegemonía en la región del Medio Oriente mediante la instalación de regímenes proclives a occidente. Paso clave y definitivo para este objetivo de carácter estratégico es lograr aislar geográfica, económica, política y militarmente a Irán.

Si bien es cierto, estos objetivos vienen desarrollándose desde hace varios años, y es probable que lo consigan, cabe preguntarse cuales son las razones de fondo de querer lograr la hegemonía política y militar en la zona.

Lo que está en juego es el control de las fuentes energéticas de que dispone la región, gas y petróleo, no para los próximos años, sino para las próximas décadas. Está previsto que los combustibles fósiles inicien su fase de agotamiento y carencia en los próximos 50 años, razón por la cual resulta necesario invertir hoy en las medidas que garanticen su aseguramiento para las próximas décadas. De esta manera se quiere mantener los modos de producción y ritmos económicos actuales, además de los patrones de consumo de las principales potencias económicas mundiales.

De ahí que USA y Europa tengan un inusitado interés en lograr resituarse política, militar y económicamente en la región.

Así como hubo un proceso de descolonización en la década de los 50 del siglo pasado, medio siglo después, asistimos a un proceso de Neocolonialismo en la región, que opera con mecanismos más sofisticados y que mediante la manipulación de la opinión pública a través de los medios de comunicación de masas logra dar legitimidad a su accionar. Hoy bajo la bandera de la democracia y la defensa de los DDHH., se prepara el terreno para derrocar, militarmente mediante intervenciones militares con tropas extranjeras a los regimenes de Siria y luego Irán.

Ante un escenario de importantes convulsiones políticas y militares en distintos puntos del Medio Oriente y teniendo como antecedente lo sucedido en Irak, en donde a pesar de haber derrocado el régimen y ejecutado a Sadam Hussein, no se ha logrado estabilizar y mucho menos “pacificar” el país, lo que trae aparejado complejos escenarios de mantenimiento de la Seguridad Interna, es posible prever que tanto en Libia, y Siria se enfrentarán a escenarios similares, haciendo necesario mayores contingentes militares y de policía para las labores de seguridad y mantenimiento de un cierto orden, que permita contar con márgenes tolerables para la actividad social y económica, léase la explotación de los recursos energéticos y minerales de dichos países.

En esa perspectiva habrá un mayor requerimiento de tropas, tanto policiales como militares, debidamente entrenadas, para operar en escenarios internacionales, esto en misiones denominadas de Paz bajo el alero de la ONU o mediante acuerdos multilaterales.

De donde saldrán esos contingentes?. Esa es una pregunta que puede aparecer como extemporánea en un conflicto en donde todavía no se interviene militarmente con tropas extranjeras. Sin embargo existen dos datos a tener en cuenta de parte de la opinión pública en Chile.

1) Este año entró en funcionamiento el “Centro Conjunto para Operaciones de Paz de Chile” en la localidad de Con-Con, Fuerte Aguayo, región de Valparaíso. Chile dispuso de un terreno apropiado, dentro de instalaciones de la Armada para la construcción de esta base militar y Estados Unidos realizó los aportes financieros para su construcción (465.000.- USD). Dicha base tenía contemplada su finalización para fines del mes de julio. Sin embargo en tiempo record se realizó en poco más de dos meses y comenzó a operar en el mes de abril de este año. Cabe preguntarse: ¿A que se debió el acelerado proceso de construcción y puesta en marcha por parte de los ejércitos chileno y norteamericano? Esta base enmarcada en la denominada iniciativa global en operaciones de Paz (GPOI) recibirá personal militar de a lo menos 12 países Latinoamericanos, para ser entrenado de manera intensiva.

2) Chile y Argentina han creado una fuerza militar conjunta para Operaciones de Paz Internacional denominada “Cruz del Sur” según los anuncios del Ministerio de Defensa, estaría en condiciones operativas a partir del mes de octubre del año 2012. O sea la ONU podrá contar, en las próximas semanas con tropas chilenas para, ya sea para intervenir directamente en un conflicto armado interno, o bien disponer de esa fuerza para la etapa post conflicto, dando la cobertura en operaciones de estabilidad y apoyo a las fuerzas militares internacionales que tendrían como objetivo garantizar la seguridad y la reconstrucción de un país en crisis y por otra lado neutralizar el accionar de grupos denominados insurgentes o terroristas, como es la situación que se vislumbra, acontecerá en el mediano plazo en Siria.

En este escenario la discusión política es determinar si corresponde que Fuerzas Militares chilenas con alta preparación militar financiada por el erario público se pongan a disposición de una intervención militar que responde y es funcional a intereses de potencias extranjeras.

La critica situación que se vive en Siria y la cada vez más probable intervención extranjera ya sea de carácter multilateral o eventualmente unilateral, tendrá insospechadas consecuencias en el ámbito internacional, ya que vendría a hacer tabla rasa de los principios, doctrinas y practicas que han dado contenido a un cierto orden y practica internacional, como son la soberanía de cada país y el derecho a la libre determinación de los pueblos y los Estados.

Se constituye también para el caso de Chile en un desafío para la política exterior en orden a mantener una postura de independencia política y apego a los mecanismos y practicas de resolución política y pacífica de las controversias tanto internas como internacionales y desde el punto de vista político local y ante la disyuntiva de enviar tropas chilenas a la zona de conflicto, de ejercer el oportuno control democrático de las Fuerzas Armadas por parte de la ciudadanía y sus representantes políticos.

Alihuen Antileo Navarrete Director CEDES-ARCIS Centro de Estudios de Defensa y Seguridad Universidad ARCIS

1 de agosto de 2012

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