Sr director
A propósito de los cambios curriculares que promueve el Ministerio de Educación, quizás sería el momento de que un Estado laico y moderno como el nuestro, prescinda de enseñar religión, al menos en las escuelas públicas y liceos. Frente al pensamiento religioso el Estado debe ser neutro y la formación religiosa de los niños y jóvenes no debería estar dentro de sus preocupaciones. La religión debe estar en el ámbito privado y familiar, en el seno de los hogares y de las iglesias mismas.
Asimismo, por defecto, además históricamente el Estado ha enseñado una sola religión lo que a la luz de los nuevos tiempos aparece como una situación anómala que urge corregir. Esas horas deberían ser reemplazadas por las clases Historia o Educación Física que se eliminarían o por la incorporación en los curriculum más horas de inglés o clases de ciudadanía, de ética y filosofía, de derechos humanos, de identidad cultural, en fin, de temas y contenidos mucho más relevantes para la sociedad y la formación integral de las próximas generaciones.
Atte
Rodrigo Reyes Sangermani