Mes a mes las ventas de McDonald’s se derrumban. Asociado a la comida chatarra y a la obesidad, esta multinacional debe enfrentar también la competencia de otras cadenas que intentan presentarse como distintas, ofreciendo alimentos naturales, tratarían correctamente a sus empleados y se acercarían al comercio justo. Apóstoles de estas nuevas maneras de consumir, cadenas como Starbucks y Subway se han desarrollado en todo el planeta.
Arrinconado entre un banco y una tienda de ropa, el restaurante Subway de la Puerta de Orleans, en París, está lleno este lunes de julio. Una decena de personas -un hombre apresurado, un grupo de adolescentes, una madre con sus hijos...- se apiñan junto al mostrador. Una joven pide un “‘Subs 30’ [sándwich de 30 centímetros] con pavo, queso, tomates y pepino, salsa barbacoa”, mientras que su compañero elige una preparación especial de la marca, el “Subway Melt”. En menos de quince minutos, terminaron su comida y abandonaron el restaurante. El lugar exiguo y agobiante en ese día de canícula, el rumor permanente, el fondo de música tecno y la iluminación de neón, no dan muchas ganas de demorarse.
Al subir por la avenida General Leclerc, después de pasar un Buffalo Grill, otro Subway, un McDonald’s y un Burger King, damos con la amplia abertura vidriada y el logo con forma de sirena del Starbucks de Alésia. El “salón de café” se desarrolla en dos pisos climatizados, cuya atmósfera contrasta con la de la sandwichería...
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