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Un debate necesario: sobre elecciones y perspectivas. Por Ángel Saldomando - Respuesta de Sergio Grez

Todos los frentes están abiertos. El modelo social, de lo político a lo territorial está cuestionado. La derecha aunque continuista debe salir a debatir defensivamente y, aunque busca atrincherarse en valores inmutables y conservar del orden criminalizando la crítica social; está golpeada. La convergencia trasversal de intereses desde la derecha a la concertación, lo que se ha llamado el partido del orden, está quebrada. La izquierda más social que política, surgida en los tres últimos años, ha abierto un espacio en la calle y en la política que busca llenarlo con nuevas representaciones y demandas.

El escenario se ha vuelto más complejo e incierto por los nuevos deslindes políticos dentro y fuera de los partidos. Además, porque nadie puede garantizar una formula en esta coyuntura de elecciones que reconstruya un consenso impuesto desde arriba, que delimite claramente lo aceptable, lo negociable y lo conflictivo, porque deberá dirimirse en el tiempo y en un cambio de correlación de fuerzas. Más allá de la cacofonía propia de las elecciones hay una tensión evidente en el corto plazo sobre que se puede lograr en esta coyuntura y el cambio de ciclo político que debe abordar la agenda de cambios instalada en el país.

Los dilemas de la coyuntura

En una situación que se abre por el desgaste de un modelo social y la movilización inevitablemente se fusionan las expectativas de cambio y los tiempos en que pueden lograrse. A veces esa fusión se ha hecho inmediatista como en el caso de la educación, aunque era obvio que bajo el Gobierno de Piñera no se lograrían cambios reales. Pero también está ocurriendo con otras demandas como la del cambio de constitución. De esta manera en la coyuntura se establece una distancia entre quienes preparan candidaturas y propuestas programas y quienes quisieran ver establecidas sus demandas de cambio como un hecho que instaura una ruptura inmediata.

En un lado están los partidos establecidos y los emergentes desde la costilla concertacionista, como el PRO, hasta los espacios surgidos desde el movimiento estudiantil y territorial.

En el otro se ubican quienes llaman bajo diversas formas a la abstención total y a la huelga electoral constituyente mediante un rechazo masivo de las elecciones o aquellos que vinculan de manera simplista un proceso emergente de organización social territorial con un recambio político de corto plazo.

Así mientras la derecha reagrupa filas para atrincherarse en el modelo político y económico en el campo de los críticos se instala la fragmentación y un dialogo de sordos. Grave. Quizá haya que considerar el único hecho real instalado y dos cosas que ya no ocurrieron.

El único hecho real es que hay una agenda de demandas de cambio apoyada en un movimiento social emergente y que no se sabe si puede tener un apoyo político equivalente. Y las dos cosas que no ocurrieron, por lo menos hasta ahora, es que ese movimiento social tenga una convergencia organizativa y política que lo haga interlocutor permanente.

Por otro lado, varios de los liderazgos emergentes no se quedaron, se pasaron del movimiento social al espacio partidario y a la búsqueda de representación política. Estos tres elementos por si solos debieran llevar a una reflexión sobre la coyuntura. ¿Es necesario buscar esa representación? ¿Hay posibilidad de convergencia? ¿Tiene sentido llamar a la abstención, cualquiera sea su justificación?

En la situación actual es necesario construir esa representación porqué es un instrumento de legitimación y de convocatoria al país. Porqué además se debe validar el eco político de la nueva dinámica social y de la propia agenda emergente. La cuestión es si se logra como un espacio de convergencia social y política en dirección de una nueva mayoría. Esto es absolutamente válido y la disputa con Bachelet no es en torno a ese objetivo, sino que en torno al contenido y al cómo lograr esa nueva mayoría.

La segunda cuestión deriva de la anterior, la necesidad de una convergencia implica desplazamiento en todos los sectores pero si cada quien desea ser el salvador de la pureza contestaría o de la solución única, el proceso se traba y se debilita. La derecha será un polo real, Bachelet será probablemente el otro, pero no se vislumbra una convergencia de un tercer polo de las fuerzas emergentes. Y no da lo mismo tener 20% o más, que diluirse en el anonimato abstencionista.

Los que van por la abstención se abstienen de correr este riesgo y optan por un llamado que no tiene día después. Aun si la abstención fuera del 90% no hay fuerza capaz de estructurar ese hecho y convertirlo en algún tipo de salida política. La conmoción del hecho si se produjera, no es equivalente a disponer de una fuerza real convocante para utilizarlo. Tampoco es un bing bang fundador que ahorre tiempo y política.

No hay respuestas simples pero un poco de madurez constructiva es necesario para encontrarla y superar años de retroceso, desconfianza y frustración en los sectores que buscan una sociedad más justa y sostenible.

El día después

Aunque no sabemos quién ganará las elecciones pero ya se vislumbra de que estará hecho el día después. Habrá que verificar la capacidad del movimiento social de seguir presente. La continuidad de la agenda de demandas de cambio con propuestas prácticas reales. La presencia de un polo político critico en el marco de una nueva mayoría si se logra y su presencia real si esta no se logra.

Las necesidades del corto plazo se vinculan con la búsqueda un escenario post electoral que responda a estas cuestiones. Discutir con sensatez que opciones crean las mejores posibilidades para el día después hace parte del debate actual. Sin embargo se aprecia una precipitación y un reduccionismo, absolutorio o condenatorio según el caso, que se constituye en obstáculo por su propia dinámica. Parece imposible que las diferentes corrientes críticas se sienten a discutir y a negociar solidaridades y apoyos intra o extra partidarios y de formulas de alianzas. Los tiempos de la diferenciación pre electoral se imponen, pero eso deja siempre heridas y crea nuevas distancias, justo cuando necesitamos confianzas y acercamientos.

La construcción de un proyecto político de cambio con una nueva mayoría y sus diversos componentes en un sistema de alianzas abierto es una tarea nacional. Ni lo partidos, ni los grupos, ni los movimientos logran en la actualidad ser un factor único de respuesta. La sociedad es hoy más diversa y segmentada, pero las alianzas siguen siendo un factor central.

No será fácil qué duda cabe, con los años de canibalismo fratricida que han imperado, pero si ello no cambia seguiremos igual.


RESPUESTA

Por Sergio Grez Toso

junio de 2013

Interesante artículo de nuestro amigo Ángel Saldomando. Como de costumbre, Ángel señala con gran perspicacia varios fenómenos de nuestra vida social y política. Sin embargo, en esta ocasión, entre sus aciertos se deslizan algunos errores que conviene señalar:

En primer lugar, la amalgama entre la Huelga Electoral Constituyente y la construcción puramente utópica de un poder popular irreal (simple entelequia o confusión de la realidad con los deseos) proclamada por algunos sectores. Cito la frase textual de Saldomando: "En el otro se ubican quienes llaman bajo diversas formas a la abstención total y a la huelga electoral constituyente mediante un rechazo masivo de las elecciones o aquellos que vinculan de manera simplista un proceso emergente de organización social territorial con un recambio político de corto plazo".

La Huelga Electoral Constituyente no tiene ningún punto de contacto con la vinculación mencionada, ni con las ilusiones de un recambio político radical a corto plazo. La Huelga Electoral Constituyente supone:

a) El impulso decidido a los movimientos sociales en una perspectiva de autonomía y sin subordinación alguna a estrategias de negociación de cargos, cupos, prebendas o posiciones en el actual sistema político institucional; b) Deslegitimar el sistema político heredado de la dictadura mediante altas tasas de abstención electoral. Ambos elementos actuando entrelazados en la perspectiva de provocar el colapso de la institucionalidad basada en la Constitución de 1980, y en las elecciones binominales para dar paso a un proceso que culmine en la reunión de una libre y soberana Asamblea Constituyente. ¿Qué tiene que ver eso con el sueño redentorista de un mítico "poder popular" anclado en lo territorial-local y a espaldas de la vida política de alcance global? NADA, absolutamente nada.

La segunda cuestión es la de la convergencia. Quienes impulsamos la Huelga Electoral Constituyente no nos negamos a impulsar una convergencia con todos los sectores dispuestos a sobrepasar la institucionalidad actual en la perspectiva de la refundación política del Estado de Chile. Valoramos el discurso crítico de ciertos candidatos "alternativos" y no cerramos las puertas a nadie que sinceramente quiera hacer un aporte para generar un proceso que culmine en una Asamblea Constituyente realmente representativa y soberana.

Pero ello no nos puede llevar a ocultar nuestras diferencias con quienes aún creen que es posible "avanzar" conquistando posiciones al interior del sistema "binominal". Un cuarto de siglo de experiencias fracasadas demuestran el carácter ilusorio e ineficaz de dichas políticas. Por eso hemos optado por difundir nuestra opinión sin desarrollar campañas agresivas en contra de las candidaturas "alternativas". Estamos convencidos de que, porcentajes más, porcentajes menos que obtengan dichas candidaturas, después de noviembre, si son consecuentes con sus postulados críticos, deberán sumarse a la Huelga Electoral Constituyente. Serán bienvenidos.

El "día después", como lo denomina nuestro amigo, se presentará más complicado para quienes han alentado ilusiones en esas candidaturas, que para quienes hemos optado desde el comienzo de este proceso electoral por la abstención consciente (dotada de discurso político) y -esto es muy importante- el impulso a la movilización social. Lo decisivo será siempre la movilización social. Pero habrá que seguir haciendo esfuerzos para que una vez disipadas las ilusiones electoralistas las puertas estén abiertas para un entendimiento entre quienes quieran desarrollar esfuerzos reales a fin de superar este sistema.

El proyecto de cambio tendrá que hacerse con todos aquellos sectores que se muestren decididos a romper con el neoliberalismo y la democracia tutelada y restringida que nos ha impuesto el duopolio binominal. La "nueva mayoría" no puede ser la sumatoria aritmética de fuerzas antagónicas, unas partidarias del neoliberalismo y otras decididas a superarlo.

La Huelga Electoral Constituyente es solo un eslabón de la cadena de acciones e iniciativas para lograr el objetivo de la refundación política nacional.

Sergio Grez Toso
Historiador

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