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Un mundo sin dinero (monetario o giral). Ensayo para definir el dinero. Por Manuel Acuña Asenjo

A primera vista, pueda este título parecer un tanto pretencioso: que el mundo pueda existir sin dinero (monetario o giral) parece hasta absurdo. Y no ocurre de manera diferente con la idea de sostener que sí es posible hacerlo, idea que, a muchos, puede resultar descabellada. Y es que el dinero se ha transformado en el modus operandi en torno al cual gira toda actividad social, su núcleo central, su essentia ratio. No es raro que así sea: a partir de la década de los noventa, los intereses de la fracción bancaria de la clase de los compradores de fuerza o capacidad de trabajo hegemonizan la conducción del Bloque en el Poder a nivel planetario; consecuentemente, también lo hacen en cada una de las regiones del planeta y en cada una de las formaciones sociales que existen. Por regla general. Y es que el dinero no es un simple ‘medio de pago’ o una simple mercancía que intermedia entre otras dos sino, además de todo aquello, es un factor de acumulación pues su naturaleza es esencialmente numeraria. No por algo —al menos en las regiones donde se habla el idioma castellano—, se le denomina, por lo mismo, ‘numerario’[i]. En efecto, tal como lo hemos señalado, conspicuos economistas definen al dinero, simplemente, como ‘un medio de pago’, definición extremadamente mezquina, nomotética. Como si se caracterizara al ser humano en el carácter de animal, naturaleza que posee, sin lugar a dudas, aunque demasiado limitada para conceptualizar su esencia. Samuelson y Nordhaus expresan que dinero es:

"[...] todo aquello que constituye un medio de cambio o de pago comúnmente aceptado"[ii].

No lo conceptualiza de modo diferente John Kenneth Galbraith para quien el dinero es

"[...] lo que se da o recibe generalmente por la compra o la venta de artículos, servicios u otras cosas"[iii].

No cabe la menor duda que el dinero es un medio de pago, pero tal afirmación no define su verdadera esencia. Porque los individuos pueden emplear otros factores o elementos en el carácter de medio de pago, como sucede con el mismo trueque en donde un bien es cambiado por otro bien que hace las veces de tal, en ese sentido lo son, también, las ‘acciones’ e, igualmente, las letras de cambio, pagarés e, incluso, la cesión de derechos realizada bajo cualquier tipo de referencia o circunstancia. Lo cual no significa que esos otros instrumentos sean, precisamente, dinero sino dan cuenta de representar, en determinados momentos, su calidad de medio de pago pues son títulos que se pueden aceptar en un momento determinado como sustituto de dinero, pero que en verdad no lo son. Como tampoco el ser humano es un animal aunque se le agregue la calidad de racional. Hay una esencia que va más allá de las definiciones corrientes ensayadas para definir semejantes conceptos.

NATURALEZA DEL DINERO

Comencemos indicando que, como muchos otros, el concepto de dinero es un concepto histórico. Su naturaleza se discutía aún a mediados del siglo 19 como bien nos lo recuerda Karl Marx, en una de sus obras:

“En el curso de un debate parlamentario sobre los Bank Acts de sir Roben Peel de 1844 y 1845, Gladstone advirtió que el amor mismo no había atontado a más gentes que la meditación sobre la esencia del dinero”[iv].

El dinero se origina en la presencia ineludible de un factor que rige las relaciones humanas denominado ‘intercambio’ o, lo que es igual, en la necesidad que tienen los seres humanos de intercambiar los objetos que producen a fin que otra u otras personas puedan utilizarlos. Sin embargo, la apreciación que los individuos hacen respecto a un determinado bien para poder intercambiarlo debe ser objeto de medida para lo cual se requiere comparar dicho objeto con otro u otros. Lo que es inmensamente valorado por la generalidad de los seres humanos, debido a que es escaso o demanda gran cantidad de tiempo para conseguirlo, posee tal calidad y puede servir para intermediar esa apreciación.

En Occidente (y en China, con quien Occidente hacía sus negocios), las propiedades aquellas eran privativas del oro, metal precioso, difícil de encontrar, difícil de reunir, pesado y brillante por naturaleza. Por eso el oro comenzó a ser empleado como referencia obligada entre dos o más mercancías; fue el elemento que se necesitaba para intermediar el cambio, por lo que debió ser medido y segmentado. Puesto que se le encontraba, generalmente, en los esteros o ríos en forma de pepitas debió descubrirse un elemento que mantuviese constantemente cualidades para estimar el peso de cada pepita. El instrumento que sirvió para cumplir tan especial misión fue la semilla del algarrobo (llamada ‘quilate’) que, una vez seca, presentaba inalterable tanto su peso como su volumen. Así, esa semilla resultaba ideal para realizar la medición del oro en base a la cantidad que podía emular a cada pepita de oro.

Esta forma de medir introdujo elementos numéricos en el concepto de dinero. Y permitió que el soberano, provisto de poder, pudiese tomar para sí la labor de la fabricación del dinero que pudiese circular entre sus súbditos. Para ello estaba el respaldo de su autoridad. Acaparaba el oro para sí y entregaba trozos de metal con su sello a la población que gobernaba, basado en el poder que poseía.

"De la consagración soberana nace el dinero: los soberanos se apoderan del oro y la plata y les estampan su cuño"[v]

Podemos, ya con los elementos entregados, afirmar que el dinero no es sino la representación numérica del oro y que, como tal, intermedia entre diversos productos para servir de medio de pago y facilitar la acumulación.

LA EVOLUCIÓN DEL DINERO

Como todo lo que opera en la naturaleza, el dinero también evoluciona a través de la historia; fue, en un principio, concha marina, animal (‘pecuniae’), piedra tallada, piel. Más tarde derivó a moneda provista de sello (‘numos’), papel (‘billetes’), promesa; hoy es impulso electrónico[vi], al compás de nuevos y sucesivos descubrimientos. Una actividad como era la producción y realización de la mercancía no podía estar lejos de la mirada del soberano; la emisión de dinero debía ser una función exclusiva y atributiva de aquel. Sin embargo,

”En estricta teoría, el dinero no adquiere calidad de tal cuando la autoridad así lo dispone; tampoco cuando circula con extrema facilidad sino, simplemente, porque se manifiesta como medio de pago que sirve para el intercambio. A quien sea. A un grupo humano determinado o a una nación. De lo cual podemos deducir que, a grandes rasgos, el dinero se clasifica en formal e informal, según cuente o no con el reconocimiento del poder soberano”[vii].

El soberano (la autoridad), pues, puede o no reconocer como tal determinadas formas de dinero. Pero aquella separación, que pudo ser interesante en otra época, tiene poca vigencia en la sociedad actual pues el dinero ‘formal’ se identifica hoy con el ‘efectivo’ o ‘monetario’ (monedas y billetes) y el ‘giral’ (que son letras, vale-vistas, cheques y pagarés, por regla general)[viii]. Los avances tecnológicos han permitido, incluso, la aparición del dinero electrónico que, en síntesis, adopta tres formas básicas para manifestarse siendo éstas la ‘tarjeta de pago’, la ‘tarjeta de crédito’[ix] y la llamada ‘transferencia bancaria’. Sin embargo, las formas usuales que se emplean, en general, en casi todo el mundo, siguen siendo la ‘monetaria’ (dinero en efectivo, es decir, billetes y monedas) y el ‘giral’ o bancario. Existen razones para que ello suceda.

LOS MOTIVOS QUE EXISTEN PARA PRIVILEGIAR EL USO DEL DINERO MONETARIO Y GIRAL

El dinero es el factor de acumulación por excelencia; sin dinero hubiere sido imposible la existencia del sistema capitalista. El dinero permite el crecimiento sostenido de la riqueza. Y la riqueza es poder. Acumular riqueza no es sólo proteger el futuro de una estirpe, como eufemísticamente se afirma en ciertas oportunidades; acumular riqueza es acumular poder. Nos explicamos.

En un documento que elaboráramos hace ya varios años[x], señalábamos que, a partir de la década de los 90 y gracias a la incorporación de dos extraordinarios instrumentos de trabajo que eran la computadora, ordenador o máquina universal y la red denominada INTERNET, se había abierto una nueva fase en la evolución del sistema capitalista mundial —que denominábamos ‘fase de expansión’— en donde la exportación de capitales no sólo se hacía posible sino liberaba al capital de sus trabas nacionales permitiendo su libre circulación a lo largo y ancho de todo el planeta.

El capital, no obstante, se rige por las leyes de la expoliación. Balzac lo decía: “Tras cada gran fortuna hay un crimen”. Y los banqueros repiten que ‘el dinero no tiene origen ni patria’. Si así no fuera no existirían los paraísos fiscales, la evasión de impuestos, el lavado de dinero, el contrabando de divisas, ni un privilegiado sector de financistas estaría pensando en crear ‘Estados libres’ en islas artificiales para liberar por completo el capital y crear un polo de acumulación[xi]. No por otro motivo se manifiesta, en las clases y fracciones de clase dominantes, interés en desempeñar cargos de representación política: desempeñar tales tareas les permite dictar leyes que pueden facilitar el libre tránsito del capital hacia los centros neurálgicos del sistema capitalista mundial en beneficio propio. Agreguemos otra circunstancia: las Naciones Unidas tiene plena conciencia que un altísimo porcentaje de la masa monetaria que circula a través del planeta proviene del tráfico de drogas, tráfico de blancas, tráfico de seres humanos (migración ilícita), rapto y venta de niños, venta de órganos humanos y venta ilegal de material bélico, actividades consideradas extraordinariamente rentables dentro del sistema capitalista mundial. El dinero proveniente de tales actividades debe ser ‘lavado’, es decir, invertido en determinados rubros de la economía a fin de borrar toda posible huella de su espurio origen, situación que no ignoran ciertos los que, a menudo, colaboran con esa operación de limpieza.

En las formaciones sociales de cada región estos problemas existen y se manifiestan con fuerza. Pero hay, además, otros que son locales como las mafias de prestamistas, asesinos a sueldo o sicarios, prostitución, falsificación de dinero, venta de drogas, asaltos a bancos o casinos, robos a cajeros automáticos o a camiones de traslado de dinero y muchos otros negocios ilícitos; entre ellos, el comercio ilícito con su inevitable compañera que es la desocupación disfrazada (vendedores ambulantes).

Las actividades ilícitas e, incluso, algunas actividades consideradas altamente inmorales, necesitan de la existencia de canales eficientes para la operación del lavado de dinero. Necesitan por ende, la existencia de un canal expedito para continuar realizando tales operaciones. Nada más apropiado que la existencia de dinero en forma de billetes o monedas y empleo de documentos no causados constitutivos de dinero como lo son las letras, cheques o pagarés que dan fe de una obligación en dinero. Por tanto, no innovar en este aspecto facilita:

1. La existencia del mercado negro;

2. La evasión tributaria y la organización de paraísos fiscales;

3. El robo armado en contra de personas e instituciones;

4. La separación del segmento más rico de la población humana del resto social;

5. La comisión de todo otro tipo de delitos (comunes, financieros); y,

6. La impunidad en la comisión tanto de ilegalidades como de inmoralidades.

NATURALEZA DE LAS FORMAS DINERARIAS QUE COMIENZAN A IMPONERSE EN EL SIGLO XXI

Las formas dinerarias que empiezan a imponerse en el siglo XXI encuentran su origen en el desarrollo portentoso que han experimentado las fuerzas productivas en estos últimos años. La naturaleza de éstas no es más que el resultado de ese avance impresionante exhibido por lo que ha dado en denominarse ‘tecnología’ y que no es más que ‘trabajo objetivado’, fuerza de trabajo materializada en adelantos físicos e intelectuales, en maquinarias modernas y destreza para manejarlas. No debe sorprender que, por supuesto, tales innovaciones manden al trasto a todas aquellas formas de relaciones humanas vigentes hasta ese momento, capaces de resolver las necesidades de una época ya pasada pero incapaces para hacerlo en la era que se avecina.

Las formas dinerarias que se manifiestan en el siglo XXI son esencialmente electrónicas. A ellas ha de adecuarse el funcionamiento de la banca local. A ellas han de adecuarse las relaciones de producción existentes al día de hoy. No por una simple adopción de nuevas formas de proceder, a la manera que se hace con la moda, sino porque existen razones de peso que indican la necesidad de realizar tales cambios. Para entender estas razones, previo es recordar algunos rasgos del modo de producción.

En efecto, todo ‘modo de producción’ es un conjunto integrado por elementos; en el modo de producción capitalista, dichos elementos son las ‘fuerzas productivas’ (Fp) y las ‘relaciones de producción’ (Rp) aunque el discurso de cada época —que permanentemente deja en el pasado las denominaciones que existen reemplazándolas por otras más actuales—, llama a las primeras ‘innovaciones tecnológicas’ o, simplemente, ‘tecnología’ y, a las segundas, ‘relaciones humanas’.

Las ‘fuerzas productivas’ constituyen, sin embargo, un factor en constante evolución; constituyen el alma del ser humano, su pasión por la investigación, el deseo de estar descubriendo día a día los secretos que oculta la naturaleza. Por consiguiente, no pueden detenerse. Constituyen un elemento implícito en la naturaleza humana. Están en perpetuo crecimiento; se desarrollan constantemente.

Las ‘relaciones de producción’ son los vínculos que se crean entre los diversos actores que realizan el proceso productivo, normalmente, vínculos de subordinación puesto que el modo de producción capitalista es un modo de dominación. Deben guardar íntima correspondencia con el desarrollo que experimentan las fuerzas productivas; de otra manera, como lo señala Marx, esa disonancia puede acarrear una ‘época de revolución social’.

“En cierta fase de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o bien, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad en el seno de las cuales se han desenvuelto hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social”[xii].

El Mp, en consecuencia, no es más que la relación que existe entre las Fp y las Rp. De lo cual puede sostenerse que el modo de producción es un conjunto matemático en donde las palabras que lo identifican se reemplazan por las letras Mp y sus elementos pasan a ser Fp y Rp, con lo que la fórmula se reduce a MP: (Fp, Rp).

LOS CAMBIOS QUE EXIGE EL DESARROLLO DE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS

Cada formación social es parte de un sistema mundial que le obliga a realizar transformaciones cada vez más osadas. Como ya lo hemos señalado, el avance de las fuerzas productivas es inevitable, tanto como lo es su portentoso desarrollo. Tecnología, se le llama hoy a ese campo de acción cuyas innovaciones constantemente asombran y hacen, también, inevitable la modificación de las actuales relaciones humanas. Porque el desarrollo de las fuerzas productivas exige el consecuente avance hacia formas de relaciones humanas que han de reemplazar a aquellas que las precedieron.

En el área de las relaciones dinerarias, la reforma más importante no se orienta, sin embargo, a imponer talas o reajustes a la legislación vigente sino, más bien, en dirección a un cambio tecnológico que ponga a las diferentes a la altura de las grandes sociedades. Como lo está haciendo la sociedad sueca. Nos referimos a la desaparición del dinero monetario (o físico) y del giral, a la desaparición de su representación física en moneda o billetes y cheques, y a su drástico reemplazo por el dinero electrónico; en otras palabras, a la universalización o uso masivo y total de la tarjeta electrónica y de la transferencia bancaria para las transacciones que se realizan dentro de la sociedad.

SUECIA A LA CABEZA TANTO DE LAS INNOVACIONES DINERARIAS COMO DE LA DESAPARICION DEL DINERO MONETARIO Y GIRAL

En la Unión Europea y en Estados Unidos, el monto total de los pagos con dinero monetario alcanzaron en 2016 el 7% del total de las transacciones; en Suecia ese porcentaje alcanzó apenas al 1%[xiii], el resto de los pagos se hizo a través de tarjetas de débito, de crédito o de transferencias electrónicas.

La situación de Suecia es un tanto especial. Gran parte del comercio detallista (pequeños empresarios) apoya la iniciativa de la supresión del dinero efectivo —aún cuando las estadísticas señalan que dos tercios de la población preferiría que se mantuviera—. Como lo señalara Viktoria Nilsson, administradora de 16 pequeñas tiendas de café de Estocolmo, en un reportaje que hiciera hace poco la BBC:

"Queremos reducir al mínimo el riesgo de robos y es más rápida la transacción con el cliente cuando éste paga con tarjeta […] Las reacciones han sido principalmente positivas. Nos encanta utilizar nuestras tarjetas aquí en Estocolmo […]"[xiv]

A fin de facilitar el uso del ‘dinero plástico’ en los pagos al comercio y a las instituciones estatales, la iZettle sueca desarrolló el primer lector móvil de tarjetas de crédito que usan los comerciantes ambulantes; del mismo modo, los suecos también han inventado el llamado SWISH, que es una forma de pago a través del celular y que evita el uso del dinero en efectivo.

“La app es muy usada en mercados de pulgas y en las escuelas y también es una manera muy frecuente de transferir dinero entre amigos. Así, a los suecos ya no les sirve la excusa de que no tienen dinero en efectivo para escabullirse de pagar su porción de la cuenta de una salida con compañeros”[xv].

Uno de los más entusiastas defensores de esta nueva forma de efectuar los pagos es el profesor Niklas Arvidsson, del Kungliga Teknologi Institutet KTI (Instituto Real de Tecnología) de Stockholm para quien:

"Por regla general, los consumidores suecos estamos muy interesados en las nuevas tecnologías, así que las adoptamos rápido […] Los suecos tienden a confiar en los bancos, confiamos en las instituciones […] La gente no le teme a un "Gran Hermano" que los esté vigilando o a que pueda haber fraude con los pagos electrónicos"[xvi].

Las sociedades, sin embargo, no avanzan sin contradicciones sociales; es más, tales contradicciones son necesarias pues contribuyen a disminuir los riesgos de cometer errores en la aplicación de las políticas.

Por lo mismo, no debe extrañar que también ello suceda en Suecia. La desaparición del dinero efectivo no es bien mirada por su ex Jefe de Policía Civil Björn Eriksson[xvii] quien ha organizado el movimiento ‘Kontantuppröret’ —palabra de difícil traducción literal—, cuya finalidad es mantener el sistema de dinero en efectivo[xviii]. Las razones que da Eriksson son las siguientes:

"Me gustan las tarjetas. Lo que me enoja es que hay cerca de un millón de personas que no pueden lidiar con tarjetas: los ancianos, los exconvictos, los turistas, los inmigrantes. A los bancos no les importa, porque (estos grupos) no son rentables […] Este sistema podría ser fácilmente atacado o manipulado. ¿Para qué invadirnos cuando simplemente puedes cortar el sistema de pagos y nos dejas completamente indefensos?"[xix]

LA DESAPARICION DEL DINERO EFECTIVO

Una sociedad moderna debe marchar de la mano al desarrollo de las fuerzas productivas y no puede depender de la impresión de billetes ni de la acuñación de monedas o del giro de cheques, actividades que nos acercan más bien a la época de las cavernas. El dinero es, hoy, impulso magnético; por lo mismo, factor cuantificable. Se corresponde con exactitud a su naturaleza numérica. Porque el dinero es, en verdad, una forma de medir el valor que, personalmente o colectivamente (la sociedad) asignamos a determinado bien o servicio. Si bien es el dinero un medio de pago, más exactamente, corresponde a la representación numérica de un valor[xx]. En este caso, el dinero se trastoca en un impulso magnético que, a la vez, se traduce digitalmente en número.

Nuestra propuesta, al efecto, es hacer desaparecer paulatinamente el dinero monetario y el dinero giral (billetes, monedas, cheques) y sustituirlo por el pago mediante la tarjeta electrónica o la transferencia bancaria, medida que se comienza a imponer en numerosos países (entre ellos, Chile), pero no con la rapidez y amplitud que se requiere. Nuestra propuesta abarca toda la sociedad. Y eso requiere un cambio radical en todos los aspectos de la vida económica nacional.

Por una parte, el uso exhaustivo de la tarjeta electrónica implica instalar dispositivos especiales para realizar tales operaciones en taxis, buses y vehículos de locomoción colectiva, en los quioscos de revistas o venta de alimentos y en todos los almacenes de barrio y lugares de entretenimiento, postas, hospitales, servicios públicos, peajes, etc. de manera de reservar el uso del dinero monetario solamente para casos especialísimos. Implica, por otra parte, proveer de cuenta bancaria a cada uno de los habitantes del país, en edad de votar, y habilitarlo de esa manera para realizar sus pagos. En los casos de trabajadores, pensionados, estudiantes, la cuenta deberá ser la receptora de la remuneración que goza el beneficiario.

Esta medida debería regir, incluso, para los trabajadores que acostumbran a recibir a mediados de cada mes un adelanto de su remuneración mensual (el conocido ‘suple’) a objeto de poner fin al viaje rutinario de los representantes de las empresas hasta los bancos para retirar el dinero destinado al pago de los jornales y entregar, posteriormente, el valor adeudado en efectivo al beneficiario, pues bastaría con enviar una instrucción a la institución respectiva ordenando ingresar el pago de ese estipendio en la respectiva cuenta de la persona indicada.

VENTAJAS DEL SISTEMA PROPUESTO

Existen indudables ventajas en relación a la implantación de este nuevo sistema. De entre todas aquellas, podemos citar las siguientes:

1. En el aspecto de la prevención de delitos:

1.1. Pone fin al robo y destrucción de cajeros automáticos;

1.2. Pone fin al asalto y robo de las personas encargadas de retirar los fondos de una empresa destinados al pago de los trabajadores;

1.3. Pone fin al robo de los vehículos de las empresas de seguridad;

1.4. Pone fin a los asaltos a los transeúntes para obtener dinero en efectivo.

1.5. Termina con la evasión tributaria pues obliga a realizar las operaciones comerciales a través de los medios digitales.

1.6. Termina con el asalto a pequeños comerciantes y empresarios, y a las instituciones bancarias y aquellas encargadas de entregar dinero en efectivo a trabajadores o jubilados.

1.7. Pone fin al lavado de dinero.

2. En el aspecto económico:

2.1. Implica un ahorro al Estado en cuanto a la fabricación de billetes y acuñación de monedas, y un ahorro al sector privado en cuanto a la contratación de empresas cuidadoras de dinero y a la mantención de vigilantes;

2.2. Implica un ahorro al Estado en cuanto a la comisión de delitos pues la ocurrencia de éstos disminuye drásticamente; por tanto, no hay persecución a culpables o trasgresores ni movilización policial en el esclarecimiento de delitos que no existen o no se han cometido; disminuye, también, la labor de fiscales y jueces y, en general, de todo el aparato judicial;

2.3. Aumenta la posibilidad de ejercer un mayor control sobre los reales ingresos de las personas y, por ende, facilita la acción de los organismos impositivos (en Chile, del SII) en cuanto a la evasión de impuestos;

2.4. Aumentan, en consecuencia, los ingresos estatales;

2.5. Disminuye la importancia de la ‘economía negra’ pues obliga al comercio callejero a realizar sus operaciones de acuerdo a las normas legales, lográndose un mayor control sobre las actividades comerciales clandestinas.

FORMA DE REALIZAR EL CAMBIO PROPUESTO

El control de los organismos que supervigilan la acción de los bancos (en Chile, la Superintendencia de Bancos) resulta crucial para realizar los cambios. Y la voluntad de los Bancos Centrales, encargados del control del circulante. Se requiere de conversaciones entre los personeros de tales organismos con el respectivo Banco Central y de estas dos instituciones con las empresas que operan las tarjetas de crédito y las tarjetas de débito, en los países en donde éstas son empresas privadas, a fin de arribar a acuerdos, e iniciar de manera conjunta la reforma del sistema. Existe un común interés entre esos actores: la necesidad de tranquilidad que tienen las propias clases dominantes para hacer sus negocios sin entorpecerse ni hacerse zancadillas entre ellas. Los términos del acuerdo deberían orientarse, principalmente, en torno a:

1. Una drástica rebaja de los costos de funcionamiento del sistema. Los cobros que el sistema actual realiza son extremadamente altos; gran parte del comercio no trabaja con esos operadores porque sus cobros son usurarios como lo es gran parte de la actividad bancaria. Si se mantienen los actuales niveles, no hay posibilidad alguna de acuerdo; y si la medida se aplica, los comerciantes van a salir a protestar;

2. La apertura de cuentas a todos los habitantes del país. Todos los ciudadanos e inmigrantes que cuentan con el respectivo permiso para residir o trabajar en el país deben ser clientes bancarios. A esas cuentas deben enviarse todos los dineros que las personas pueden recibir tanto de sus patrones o empleadores como de las instituciones previsionales. El cierre de las cuentas no debe ser posible pues se trata de operar con dineros que existen o líneas de crédito concedidas en atención a la posibilidad de pago que tiene el titular de la cuenta. El cheque debe quedar abolido; también la letra de cambio y el pagaré.

3. La provisión de tarjetas a los usuarios de las cuentas corrientes. Las tarjetas de pago y claves para la transacción electrónica deben ser entregadas a todos los titulares de esas cuentas.

Un acuerdo de esta naturaleza puede o no ser posible. Si no lo es porque las empresas controladoras de las tarjetas de crédito y de débito no quieren aceptar las condiciones que faciliten la reforma al sistema, el Estado deberá proceder por su cuenta y crear su propio sistema, con prescindencia de la opinión de la banca. En este sentido, las gestiones que realiza el Banco del Estado a fin de lograr una independencia respecto de ‘Transbank’ es un ejemplo digno de considerar. No es ésta una tarea fácil: la banca no es solamente la fracción de la clase de los compradores de fuerza o capacidad de trabajo sino el sector que, en la fase actual de expansión que recorre el sistema capitalismo mundial, hegemoniza la conducción de la sociedad en su conjunto que ejerce el Bloque en el Poder. Es a ese poder al que una reforma en este sentido debe enfrentar.

Santiago, noviembre de 2017

NOTAS:

[i] Al respecto, véase las acepciones de dinero que contempla el Diccionario de la Real Academia Española.

[ii] Samuelson, Paul A. y Nordhaus, William D.: "Economía", Mac Graw-Hill/Interamericana de España S.A., 1990, pág.261.

[iii] Galbraith, John Kenneth: "El dinero", Hyspamérica Ediciones Argentina S.A., Buenos Aires, 1983, pág.14.

[iv] Marx, Karl: “Contribución a una crítica de la Economía Política”, Editorial Progreso, Moscú, 1989, pág. 40.

[v] Marx, Karl: "La miseria de la Filosofía", Editorial Progreso, Moscú, sin fecha de impresión, pág.69.

[vi] Véase, al respecto, la obra de Milton Friedman ‘Las paradojas del dinero’.

[vii] Acuña, Manuel: “Formas dinerarias que preceden al siglo XXI”, documento, Stockholm, agosto de 1997. Este artículo fue publicado en ‘Punto Final’, revista que dirige Manuel Cabieses.

[viii] Dejamos en suspenso, aquí, esta afirmación relativa al ‘dinero informal’. En la actualidad existe un tipo de dinero informal constituido por las llamadas ‘monedas electrónicas’ o ‘dinero virtual’ al cual nos referiremos en otra oportunidad; además, hace un tiempo atrás se ensayaron diversas fórmulas de dinero alternativo (informal) como lo fueron los ‘lets’ (‘local exchange trade system’ que operó en Liverpool, Inglaterra) y otros similares, como sucedió en Australia, Argentina y demás países. Esta forma de dinero fue tratada por nosotros en nuestro documento ‘Formas dinerarias que preceden al siglo XXI’ 1ue escribiéramos en Stockholm, en agosto de1997, publicada en la revista ‘Punto Final’.

[ix] Ambos tipos de tarjeta se conocen bajo la común denominación de ‘dinero plástico’.

[x] Acuña A., Manuel: “En el umbral de una nueva era en la evolución del sistema capitalista mundial”, documento de diciembre de 2008 publicado en varios medios digitales.

[xi] Acuña A., Manuel: “Paraísos flotantes en el desarrollo del sistema capitalista mundial”, documento de septiembre de 2017, publicado en varios medios digitales.

[xii] Marx, Karl: Obra citada en (4), pág. 8.

[xiii] Savage, Maddy: “Cómo Suecia está en camino de convertirse en una economía sin efectivo”, BBC, versión digital, 17 de septiembre de 2017. La negrita es de la autora.

[xiv] Savage, Maddy: Obra citada en (12).

[xv] Savage, Maddy: Obra citada en (12).

[xvi] Savage, Maddy: Obra citada en (12).

[xvii] Bjön Erksson fue, además, presidente de INTERPOL para Europa.

[xviii] Podría traducirse como “Movimiento en defensa del dinero en efectivo”.

[xix] Savage, Maddy: Obra citada en (12).

[xx] Para mayores detalles en torno a la noción de dinero, véase el libro de E. Victor Morgan “Historia del dinero”, Ediciones Istmo, Madrid, 1972.

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