Una experiencia de ingreso básico

En el Estado de Madhya Pradesh, en India, una experiencia piloto promovida por organizaciones de mujeres, en aldeas campesinas, ha garantizado una renta básica que, aunque no permite vivir sin trabajar, ha fortalecido las iniciativas individuales y colectivas y ha mejorado las condiciones de vida.

Treinta kilómetros al sur de la ciudad de Indore, en el estado central de Madhya Pradesh, una ruta rocosa divide en dos el pueblo de Panthbadodiya y lo hunde en una constante nube de polvo. En este inmenso “corazón de India”, que alberga en sus áridos paisajes a la mayor población “tribal” del país, la malnutrición golpea más duro que en ninguna otra parte. Sobre un costado de la ruta, alejadas de las demás viviendas, las mujeres de la etnia bhil se juntan en una estera tendida al sol, frente a las casas hechas de tierra y paja seca. Los bhils, mayoritarios en el distrito, son una tribu aborigen, según la clasificación heredada del ocupante inglés, o scheduled tribe, según las categorías establecidas por el gobierno indio en el marco de la política de “discriminación positiva” a favor de las comunidades y de las castas necesitadas.

Mamatabai Punjraj ajusta su velo violeta y ocre, que la protege del sol y del polvo, y de la mirada de los hombres. El gobierno indio, cuenta, le otorgó un bigha de tierra (un cuarto de hectárea aproximadamente) para cultivar. Pocos meses después, mientras juntaba leña trepada a un árbol, se cayó y se rompió la pierna y la mano izquierdas. “Para pagar las 25.000 rupias de admisión al hospital [cerca de 345 euros], tuvimos que hipotecar la tierra por 50.000 rupias. Con las 25.000 restantes, compramos media bigha y la cultivamos: maíz en la estación de lluvias y chauchas en invierno. Pero el año pasado, no llovió a tiempo y perdimos nuestra cosecha. No sabemos cómo devolver el préstamo de 25.000 rupias al propietario de la tierra”...