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Una participación ciudadana para el desarrollo de un nuevo Estado. Por Carlos Fernández Jopia (Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Atacama)

“vienen con buenas intenciones a hablar de democracia, con balas y cañones” (Juana Fe)

Resumen

La participación ciudadana es sin duda un instrumento necesario para la transformación social. Es fundamental para generar las herramientas que permitan anclar la democracia en los territorios locales. Esto involucra pensar en una ciencia social que esté a la altura del desafío transformador del actual modelo. Por eso de la importancia de generar una epistemología alejada del modelo eurocentrista, modelo que nos invita tan solo a leer el manual de participación y no a implementar el desafío de crear una verdadera epistemología en la participación ciudadana como mecanismo de cambio social acorde a las realidades de los distintos territorios.

Introducción

Democracia sin participación se convierte en una contradicción que no alimenta el desarrollo de la transformación social. Cuando nos planteamos la idea de construir una nueva sociedad, un Estado nuevo, debemos de empezar a construirlo desde abajo, desde la base social. Y es ahí donde la participación ciudadana debe de encarnar a la democracia en su máxima expresión. La participación activa o directa debe de ser el puente para curar los vicios que la sociedad mantiene, como las desigualdades por ejemplo, pues no cabe duda que esta va unida a la nula o ninguna participación ciudadana. “La participación es una forma de ejercicio del poder político cuya base es un proceso libre de deliberación”1

La participación ciudadana nace para que sea la ciudadanía quien sea garante del cambio social. Paradójicamente son las democracias las que le ponen límites a estas participaciones y las desmarcan en actos netamente administrativos y consultivos. En ningún momento lo trasforman en un capital social-político de carácter resolutivo y menos vinculante.

Para que la democracia logre extenderse en todo su amplio sentido de la palabra, debe de tener un anclaje en la base social, en lo plural de la sociedad. Esto involucra la discusión de la problemática en el tejido social y por ende, una participación real, concreta y efectiva. “Para ser plural, la política debe contar con el asentimiento de los actores en procesos racionales de discusión y deliberación, y reconocer la pluralidad de las formas de vida existentes en la sociedad. Por todo ello, es importante la lenta y contradictoria institucionalización de procesos participativos de decisión y acción que vayan encarnando los nuevos principios”2

Cuando planteamos, como el titulo de este ensayo lo dice, una participación ciudadana para el desarrollo de un nuevo Estado, lo hacemos bajo la perspectiva de que la gran mayoría de los marginados y oprimidos no participan en ningún nivel de la toma de decisiones. Pues el actual Estado no crea los mecanismos, ni menos educa para la participación social. Es ahí entonces donde cobra sentido la necesidad de que haya una participación social que multiplique la democracia local y que sea motor para transformar el actual Estado, en un Estado que sea construido desde la base social del territorio. “La participación ciudadana adquirirá poder social real en la medida en que sea capaz de generar contrapesos democráticos a la influencia de estas élites políticas”3

Una nueva epistemología para la participación ciudadana

Toda metodología que se utilice para entender la sociedad, viene en gran medida desarrollada por las ciencias sociales eurocentrista, dejando en un segundo plano a mecanismos propios de desarrollo local. Generalmente los científicos sociales que desarrollan participación ciudadana la hacen desde el manual, haciendo calzar realidades distintas en territorios distintos.

Con la llegada de los españoles, hace más de 500 años, se empezó a construir una epistemología participativa desde el dominante. En América latina estaban “los indios verdugos”, “los indios analfabetos”, “los indios ignorantes”, “los indios salvajes”. Y era deber de los españoles educarlos en la gobernabilidad territorial. Desde ahí, creo yo, que existe un ocultamiento y marginación hacia los pueblos originarios respecto a su estructura participativa y su democracia local. “Si éramos parte del pueblo, también nosotros teníamos la libertad para participar en las elecciones, para participar en las decisiones, para participar de la política económica, para participar de nuestros derechos: derecho a los territorios, derecho a la libertad, derecho a la expresión. Teníamos nuestros derechos, pero los gobiernos de turno no los reconocieron, y por lo tanto, allí quedó medio colgada la democracia”4

Esto nos obliga a mirar un poco sobre la epistemología utilizada para desarrollar una democracia desde abajo. Una epistemología que nos permita analizar de mejor forma los movimientos sociales en la región compartiendo el dinamismo del mundo social. ¿Por qué de la importancia entonces de construir una nueva epistemología para la participación? Porque desde ésta, se puede pensar en la conformación de un nuevo Estado construido desde la base social.

“Como sostiene Charles Taylor (1997), muchos de los equívocos que aparecen en los debates actuales de la teoría social se originan por confusiones en el plano ontologico. Anthony Giddens (1995), desde una perspectiva diferente pero con la misma preocupación, defiende la idea de la imperiosa necesidad de pensar una ontología social para las propuestas que buscan dar cuenta de la constitución del orden social, su mantenimiento y su transformación.”5

Creo que se hace necesario replantearse la importancia de concentrar una mirada propia en el territorio X, que fortalezca la investigación y la participación de los sujetos sociales para construir una epistemología propia. La participación social, para las ciencias sociales, no debe de tener una visión académica, más bien debe de tener cimientos de cotidianidad. Esto significa que cada estudio no deba partir desde la visión eurocentrista de la explicación ontológica, ni tampoco que se relea el manual de participación ciudadana en caso de que esta última no funcione.

No se logra construir nada tan solo usando los enunciados que muchos cientistas sociales mencionan sin tener consistencia operativa; “participación ciudadana”, “empoderamiento”, “desarrollo local”, “capital social”, etc. Al no tener firmeza operativa demuestra también que no hay consistencia epistemológica. “La teoría de la sociedad procede de la filosofía, pero al mismo tiempo trata de orientar los planteamientos de ésta, determinando la sociedad como ese substrato al que la filosofía tradicional llamó formas eternas o espíritus. Así como la filosofía desconfió del carácter engañoso de los fenómenos y se entregó a su interpretación, la teoría de la sociedad también desconfía tanto más profundamente de la fachada social cuanto ésta más naturalmente se presenta. La teoría quiere nombrar aquello que secretamente cohesiona el engranaje social”6

En resumen, hablar de una epistemología propia o nueva, para la participación ciudadana, significa plantearse una visión totalmente emancipadora. Por otro lado, la visión de participación, o de democracia local, o de un socialismo desde abajo, por si alguien lo quiere tomar desde otro punto de vista, necesariamente debe de vincularse con su condición y entorno geográfico, desnaturalizando la visión eurocentrista del territorio y construyendo otras realidades en el desarrollo social del espacio. “La concentración de la pobreza, el desequilibrio socio-espacial, la injusticia social y el deterioro ambiental son prueba de las dramáticas consecuencias de estar fuera de lugar, de no tener posibilidad de construcción de lugar puesto que no se tiene palabra, puesto que no se abre la posibilidad de la validez”7

Organización desde abajo

No nos genera ningún espacio a la duda cuando planteamos que los movimientos sociales son agentes de cambio. Pero estos no nacen por generación espontánea, más bien nacen por una necesidad histórica de acelerar o frenar ciertos cambios tendenciales. De ahí nuestra importancia por fomentar la creación de movimientos sociales que sean capaces de generar estamentos de participación que busquen una transformación global desde lo local.

Hay que entender entonces una participación ciudadana no al calor de los decretos ni actos administrativos, pues de esa forma se genera lo que mencionamos anteriormente, -una participación sin sustento- sino mas bien hay que generar una participación activa, con una reconstrucción del tejido social para instalar los cambios estructurales desde el territorio hacia arriba.

La participación puede proponerse desde arriba, pero es en la base social en donde debe de estimularse en su máxima expresión. Para que la participación local sea el camino para la transformación del Estado o para democratizar éste, debe de vincular no solamente opiniones, sino también conocimiento territorial, dimensión económica de los estamentos, factor de vulneración social, etc. Mientras más grande sea el abanico a considerar, más pura saldrá la opinión en la toma de decisiones. “no necesitamos teorías de vanguardia; necesitamos, al contrario, teorías de retaguardia; necesitamos saber acompañar los movimientos, ver las dificultades, anunciar las emergencias, mirar en cada momento las ausencias: ¿quién está siendo interpretado como ausente, como invisible? Estamos siempre produciendo invisibilidad, inclusive cuando estamos intentando aclarar algo”8

En resumen, para lograr un avance sustancial en la profundización de la democracia en los territorios locales, y generar estamentos participativos que busquen transformar la actual realidad. Se necesita de la construcción de mecanismos que permitan garantizar la participación individual, como educación, tiempo, cultura, etc. Y también se necesitan de mecanismos que fomenten y canalicen la participación colectiva. “La experiencia concreta nos dice que la democracia participativa avanza cuando hay una articulación virtuosa entre movimientos sociales y partidos progresistas; lo vimos en Porto Alegre con el presupuesto participativo. La idea de presupuesto participativo partió, naturalmente, de las exigencias populares, de las organizaciones sociales; pero tuvo el apoyo del Partido de los Trabajadores del Sur de Brasil. Se produce una combinación virtuosa entre el partido que está en el gobierno y los movimientos

sociales. ¿Cuál es el principio? Que los liderazgos políticos se dan cuenta de que cuanto más poder distribuyen, más poder tienen. Si no concentran el poder, y lo distribuyen genuinamente, su poder aumenta como “poder de legitimidad”.9

Participación Sustentable

Toda forma de participación social es un mecanismo necesario para desarrollar políticas integradoras entre las sociedades que se quieren formar. De ahí la importancia de fomentar la participación en todos los niveles, ya sea nacional o subnacional. La forma de participación obedece a un reciclaje histórico que debiese converger en un desarrollo del poder colectivo y de la construcción de un Estado democratizado desde abajo hacia arriba. “Todos los ciudadanos y ciudadanas tienen el derecho de participar libremente en los asuntos públicos, directamente o por medio de sus representantes elegidos o elegidas. La participación del pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión pública es el medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su completo desarrollo, tanto individual como colectivo. Es obligación del Estado y deber de la sociedad facilitar la generación de las condiciones más favorables para su práctica”10

La participación sustentable tiene como fin construir otra realidad social desde su propio entorno. Esto es, construir democracia participativa desde los estamentos subnacionales hasta la reforma del Estado. Parte también con democratizar los medios de comunicación masivos y fomentar los medios comunitarios. Entendamos entonces que el Estado debe de facilitar en gran medida la participación. No en el sentido gerencial, sino mas bien en crear instancias para que cada gobierno subnacional genere sus instancias de participación. “Así como la democracia no se puede decretar desde arriba, tampoco la participación, porque requiere transformación cultural, requiere aprender participando… La participación puede promoverse desde arriba, pero debe estimularse la organización cada vez más autónoma del pueblo.”11

Las herramientas que nos permiten desarrollar participación son escasas. De esta forma limitamos a la participación solo a un hecho administrativo. Este hecho es más bien de características técnicas ornamentado para el cumplimiento de la ley de participación, lo que no ayuda en el fondo a desarrollar una participación sustentable, ni menos una transformación del entorno social. “El supuesto proceso modernizador de las municipalidades iniciado en 1992, contrariamente a lo que se esperaba, no incentivan los procesos de planificación democrática a escala local”12

Planificación subnacional

La participación ciudadana en Chile, en las instancias subnacionales, se manifiesta solo en el deseo legal de que se aplique. Los instrumentos de planificación que la ley exige a cada municipio están diseñados paradójicamente, no para que sea una hoja de ruta en la planificación, sino más bien para cumplir con la normativa. “En Chile, la tendencia natural con este diseño institucional ha hecho que la participación ciudadana aparezca en los instrumentos de planificación municipal, en la mayoría de las veces, producto de la voluntad política de los alcaldes y de manera instrumental, es decir, solo cuando es exigida como requisito para acceder a algún proyecto de carácter ministerial o regional. Por ejemplo, si para entregar recursos para los adultos mayores, un ministerio, cualquiera sea este, solicita que el grupo etario en cuestión se encuentre organizado y que sean los mismos beneficiarios quienes definan sus prioridades, los municipios inician una campaña de organización de adultos mayores en sus comunas para poder obtener los recursos ofrecidos. Asimismo, cuando se acaban los recursos, la organización queda, literalmente, a la deriva”13

De las herramientas políticas que poseen los gobiernos locales, léase; presupuesto municipal, plan regulador y plan de desarrollo comunal, solo en este último se permite la participación ciudadana, de ahí, esta herramienta de planificación descansa en ocasiones por más de lo permitido legalmente (4 años)

De lo que se trata entonces es generar instancias en donde la planificación local se convierta en verdaderas plataformas democráticas de participación social. Se trata de generar instancias de decisión para practicar la democracia en el espacio local. Para esto es que se necesitan de mecanismos y pilares sólidos que mantengan anclaje con las preferencias ciudadanas.

Notas:

1 De sousa Santos Boaventura; democratizar la democracia, los caminos de la democracia participativa

2 Coraggio; Descentralizar: barajar y dar de nuevo. La participación en juego. Quito. FLACSO-Ecuador.

3 Ocles Alexandra; participación y socialismo en la revolución ciudadana.

4 Tenesaca Delfin; Pueblos indígenas: excusión histórica, aportes civilizatorios y nuevo contexto constitucional

5 Retamozo Martín: Esbozos para una epistemología de los sujetos y movimientos sociales

6 Adorno T. epistemología y ciencias sociales

7 González, A. 2009. Espacio y lugar en Yi-Fu Tuan: Desde el trabajo social y hacia una intervención emancipadora.

8 De sousa Santos Boaventura: conciliar diversas formas organizativas

9 Ídem

10 Constitución política de Venezuela, articulo 62.

11 Harnecker Marta; construir un Estado desde abajo

12 Montecinos Egon; los incentivos de la descentralización en la gestión municipal chilena. Política sin planificación democrática.

13 Ídem

Carlos Fernández Jopia Magister en Ciencias Sociales ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Atacama Área de investigación social

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