Una utopía en el corazón del conflicto sirio

Punta de lanza de la batalla de Raqqa contra el Estado Islámico, los kurdos del norte de Siria intentan implementar un proyecto político original en Medio Oriente. Sin embargo, la construcción de su “confederalismo democrático” con participación igualitaria de hombres y mujeres, tiene lugar en un territorio en ruinas y en un contexto donde los enfrentamientos étnico religiosos y las alianzas con las grandes potencias hipotecan su futuro.

A pesar de que es de noche, en Qamishli el calor aún sofoca. Salimos del pequeño aeropuerto que sigue bajo el control de decenas de policías y soldados del régimen de Bashar al-Assad y entramos de inmediato en el territorio de la Federación Democrática de Siria del Norte, al que se suele denominar Rojava (“oeste” en kurdo). Al menos dos millones de personas viven allí y el 60% son kurdas. Las tierras, ubicadas a lo largo de la frontera turca, entre el Éufrates e Irak, se recuperaron por las armas a los yijadistas del Estado Islámico (EI). Desde 2014, estos sirios viven una experiencia política inspirada por Abdullah Öcalan, el fundador del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), que está detenido en Turquía desde 1999. Tras abandonar el marxismo-leninismo, el PKK y el Partido de la Unión Democrática (PYD), su aliado sirio, refieren al comunalismo libertario del ecologista estadounidense Murray Bookchin (1921-2006) desde el año 2000 (1). En 2014, adoptaron su texto fundacional, el Contrato Social de la Federación Democrática de Siria del Norte, que rechaza el nacionalismo y preconiza una sociedad igualitaria y respetuosa de la paridad y los derechos de las minorías...