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¡Vivan los Bárbaros! Por Nicolás Camerati

En nuestras grandes ciudades contemporáneas, están apareciendo (1) de manera cada vez más frecuente e importante una multiplicidad de eventos festivos en el espacio público. Musicales, artísticos, espirituales, sexuales, deportivos, culturales o políticos. De hecho, estas nuevas manifestaciones festivas más o menos espontaneas, han devenido algo eminentemente sospechoso… Y a justo título, pues estas formas de celebración colectiva, no solo están generando dificultades a nuestras políticas urbanas, sino que, aún más importante, están contradiciendo la concepción que la burguesía tiene de lo que es un evento festivo, aquella que se caracterizaba por estar restringida al espacio privado y a la felicidad individual.

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Foto de la Fundación Chile inteligente: “la fiesta de la luna llena “ 24 de febrero 2013, Santiago de Chile.

Las personas y particularmente los jóvenes, nos están mostrando a partir de sus prácticas festivas urbanas (los botellones en España, los aperitivos gigantes en Francia, los carnavanales de la calle en Ukrania, la fiesta de la luna llena en Chile, la fiesta sin pantalones en en el mundo y miles de otras múltiples y variadas,) que al parecer ya no se conforman de eso que la poesía francesa describía como el principio de la felicidad burguesa, ”les petits bonheur”: el arte de ser felices entre cuatro muros, entre la cama y el clóset , el sillón y la mesa, entre el gato y el macetero de flores. Por lo contrario, nos están mostrando un tipo de felicidad de carácter colectivo que siguen al pie de la letra las palabras proféticas de Nietzsche cuando declaraba que “algún día.. aprenderemos a repudiar esta individualidad imaginaria. Y descubriremos los errores del ego!... Trascenderemos el yo y el tú! Y sentiremos de manera cósmica” (2).

Experimentar la acción colectiva de festejar, tiene mucho que ver con el hecho de liberarnos a nosotros mismos del hábito crónico de pensar que somos fragmentos inconexos y con el hecho de dejar de creer en el yo aislado y en la conciencia de que sólo podemos sentir individualmente. La búsqueda de felicidad, ya no se reduce exclusivamente a una felicidad productiva, regulada y contenida al espacio privado, sino más bien a una experiencia estética en el sentido amplio del término, el hecho de experimentar emociones comunes. El goce de la vida, no trasladado a un futuro prometido, sino más bien a un presente vivido aquí, en mi cuerpo y ahora, en mi presente, mal que bien, en la tierra y con los otros.

Si hay algo que es claro y que no podemos negar, es que el carácter de estas nuevas formas de celebración colectiva van más allá del entretenimiento o de un problema de desorden urbano. Las Fiestas urbanas modernas son momentos de “efervescencia” (3) concepto que Durkheim define de manera espléndida como eventos donde las personas se confortan y reafirman el sentimiento que la comunidad tiene de ella misma y es en torno a esta, que se estructura en última instancia, el "estar juntos", el lazo social: “Un día llegarà en el que nuestras sociedades conocerán de nuevo momentos de efervescencia creadora en las que surgirán nuevos ideales y emanaràn nuevas fórmulas que servirán, durante un tiempo, como guías a la humanidad” (4).

Si lo formulamos en términos un poco abruptos y necesariamente parciales diremos que la aparición frecuente del evento festivo colectivo en nuestras ciudades debemos entenderlo como signos de una nueva era de efervescencia social, que está sustituyendo la triada ideal moderna, que se articula a partir de la Razón, del YO y de la proyección, por una nueva fórmula, articulada a partir de la emoción, el NOSOTROS y el “presenteismo” (5). “Voila”, eso que caracteriza las prácticas compartidas de los diversos encuentros festivos en nuestras ciudades modernas y que sería infantil e ingenuo descuidar y por sobre todo irresponsable de estigmatizar.

Quizás ya no hay hoy más razones para ser un viejo gruñón, obnubilado por las pequeñas alegrías de una unidad encerrada en sí mismo, por un mesianismo futuro radiante o por la pérdida de un pasado idílico. Pues hoy, en medio de nuestras ciudades contemporáneas, secas, reguladas y controladas, están apareciendo gracias a fuentes de aguas subterráneas, una nueva vida que se levanta, espacios de socialización que se escapan a la norma y que no faltan de animación, en el sentido propio del termino latín ”animare” : que quiere decir dar la vida, pero a la vez de ánima: que quiere decir alma. Sentir, estar juntos y ser felices, pueden ser bien las ideas que nacen de las diversas formas festivas urbanas, bastante “inocentes”, muy instintivas, comunitarias, un poco animales y por sobre todo de un gran “impulso vital” (6). Es decir, de una gran fuerza creadora.

Más amplias que una reforma, más profundas que las contestaciones políticas voluntaristas, estas nuevas formas de efervescencia social, diversas y polimorfas, reales o virtuales, debemos entenderlas como modelos reducidos de nuevas prácticas de actuación humana que están desencadenando el re-alineamiento cultural más rápido de nuestra época moderna. Si hay en algo en lo cual un gran número de autores y especialidades están en acuerdo: historiadores, biólogos, cientistas naturales, cientistas sociales y otros... es que toda evolución y todo cambio, se aprecia en un primer tiempo observando las tendencias: conductas y trayectorias inusuales, y que rara vez el cambio o la evolución tiene lugar de forma lineal, sino por lo contrario, generalmente se anuncian a partir de pequeños estallidos de aquí y de allá.

Tal vez ya es hora de comenzar a observar, describir y comprender las formas festivas urbanas de nuestras ciudades, como signos de conductas y prácticas excepcionales, como formas de socialidad que se encuentran a las afueras de las prácticas contractuales de la modernidad, como formas de socialidad inusuales y que ya no pertenecen a los cánones de conducta festiva de nuestra civilización racional moderna. En vez de la fe en el futuro, estamos frente a la acentuación del presente, en vez de la fe en la razón individual, estamos frente a la acentuación de los sentimientos, en vez de la acentuación del utilitarismo, estamos frente a la acentuación de las experiencias estético-sensibles. En vez de la utilización del espacio público como espacio de debate (7), estamos frente a la utilización del espacio público como espacio de vida, en fin, en vez de estar frente a grupos civilizados burgueses, estamos frente a grupos de bárbaros, en el sentido amplio y renovado del término, frente a aquellos que no participan de los modos de vida de la modernidad.

Quizás habría que escuchar eso que expresaban los surrealistas, cuando destacan, con cierta ironía, que ciertamente somos bárbaros, puesto que ya una cierta forma de civilización nos asquea, o pensar en eso que nos decían con cierta ironía los situacionistas cuando proclamaban “Vivan los Bárbaros”, o escuchar eso que nos dice con cierta ironía Maffesoli, cuando expresa que son los bárbaros donde podremos encontrar la sangre nueva que viene a fertilizar nuestras tierras, a forzar al establecimiento institucional del pensamiento, y como Dionysos, a re-animar a la sociedad!. En todo caso, un cierto reconocimiento de estos bárbaros nos permite a lo menos, una mayor prudencia en nuestras apreciaciones y nos incita a una cierta audacia del pensamiento, a las afueras de las las certezas que nos reconfortan, y quizás así tener la posibilidad de comprender el aspecto rejuvenecedor de lo que está “apareciendo”, o “re-apareciendo” en nuestro mundo social, en las junglas de asfalto modernas.

En fin, basta con que nos dispongamos a observar a los bárbaros con un poco de profundidad, con mucha intuición, sin apriorismos y sin rechazos previos, o de que sepamos !ir a las cosas mismas! (8) como decía Husserl y de retornar al mundo tal como es experimentado en su inmediatez sentida o de “volver a ese mundo que precede el conocimiento” (9) como decía M.Merleau-Ponty, para que nos demos cuenta de que la vuelta de los bárbaros a nuestras ciudades no es mala cosa, sino más bien signo de “efervescencia”. La reaparición de nuevas estructuras de lazo social, signos de una nueva fuente de “belleza”, entendido en el sentido que le da STENDHAL (Henri Beyle), es decir, una promesa de Felicidad (10).

¡Bienvenidos los bárbaros! Muéstrennos en vuestras prácticas, lo que es el tiempo, el espacio y la Felicidad. Aduéñense de nuestras calles, olviden a sus dioses, osen besar la belleza y aprendan los cantos de rebeldía de la masa desgraciada. Y sin impaciencias, muestrennos que este mundo es infausto y que deberíamos ver algunos otros.

Notas:

1. Utilizamos la palabra «aparecer» («aparición») en un sentido fenomenológico, a fin, de poner el acento en dos dimensiones importantes de la formación de entidades sociales: en algo que aparece, distinguimos lo que la cosa es en sí y de por sí, su identidad social, a través de su temporalización y su espacialización y también distinguimos la distribución de este fenómeno, la manera como se nos muestra a nosotros, es decir de la recepción por un publico externo (eso que se percibe y se juzga). Dicho de otra manera, el “Aparecer” lo entendemos no como una manifestación secundaria y facultativa de entidades ya determinadas, sino más bien como el momento de su determinación. Uno encuentra un trabajo muy interesante del concepto de “aparición” en el espacio publico, en el análisis sobre la antropología del espacio publico de: Quéré. L. L’espace public : de la théorie politique à la métathéorie sociologique. In: Quaderni. N. 18, Automne 1992. Les espaces publics. pp. 75-92..

2. Nietzsche, F.(1995). La volonté de puissance. Paris, Editions Gallimard.

3. Durkheim, E. (2007). Les formes élémentairers de la vie religieuse. Livre II : Les croyances élémentaires pp.114. Édition électronique, LES CLASSIQUES DES SCIENCES SOCIALES.

4. Durkheim, E. (2007). Les formes élémentairers de la vie religieuse. Livre III : Les principales attitudes rituelles pp. 126.Édition électronique, LES CLASSIQUES DES SCIENCES SOCIALES.

5. Uno encuentra un trabajo muy interesante de la concepcion del tiempo presenteista en el trabajo de, Maffesoli, M. (1998). La Conquête du présent, sociologie de la vie quotidienne. Paris, Desclée de Brouwer.

6. Berson, H.(2012). L’Evolution Creatrice. Editeur PUF.

7. Habermas, J. (1978). L’espace public, Paris, Payot.

8. Husserl, E. (2011). Recherches logiques. Tome 2, volume 2. Recherches pour la phénoménologie et la théorie de la connaissance. Editeur PUF.

9. Merleau-Ponty, M. (1945). Phénoménologie de la perception. Paris, Editions Gallimard.

10. STENDHAL. (1987). Rome, Naple et Florence, 1826. Collection Folio classique, Gallimard.

Nicolás Camerati es Doctor en Sociología, Centro de estudios de lo actual y lo cotidiano (CEAQ), La Sorbonne, Paris Descartes.

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