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A 48 años del Golpe de Estado ¿existe una comprensión real de su significado? Por Luis Osorio

Aparte de los recuerdos que se vienen encima sobre la fecha 11 del septiembre de 1973, y que han sido ampliamente difundidos, con la claridad absoluta de la imposición de la fuerza por parte de la derecha y militares, bajo el único norte de imponer un modelo vigente hasta el día de hoy, también, parte de la memoria, nos presenta frases contundentes de los discursos del presidente Salvador Allende, que sus supuestos partidarios más cercanos, no han tenido el propósito de llevarlas a los hechos a lo largo de la historia, como lo que podría haber sido un acto de reivindicación que repercutiera en hechos concretos. Las grandes alamedas, no las abrieron y alguien tenía que abrirlas, eso no iba a ocurrir en forma espontánea.

Tampoco, se tuvo la osadía de reivindicar la memoria de tantos caídos, sólo con el acto de aprovechar los tiempos debidos para llegar a una patria justa, sin exclusiones.

Una condición mínima desde el 11 de marzo de 1990, era el volver a un estado de cosas situadas en un contexto normal, bajo una concepción del cambio en profundidad, de una sociedad y un Estado que había sido golpeado.

Se salía en ese momento de un gobierno dictatorial, que, para el bienestar de los chilenos y chilenas, no había dejado ningún legado, salvo que la mirada de los que entraran al poder tomara un rumbo distinto y se adscribieran a beneficios del modelo que empezaban a administrar. Eso fue lo que ocurrió, y las brechas se fueron acrecentando.

El 18 de octubre, no fue casual, fue parte de una construcción social de un rumbo solventando en el engaño de promesas no cumplidas y una vez más referirse a la desigualdad de gran magnitud. Cuando la brecha en la educación o en la atención de salud es alta, tiene consecuencias, la persona no puede optar por una educación o salud diferente, fuera de la que permiten sus posibilidades reales. A la vuelta de la esquina no se encuentra un buen colegio.

Podría haber una gran entrega de los profesionales de la educación y de la salud, pero su acción no alcanza a mitigar la brecha entre lo público y lo privado, entre ese colegio o recinto de salud que tiene un tope, y que se levanta en un entorno no privilegiado, de mundos paralelos en una misma nación.

En lo que se ha avanzado, en el presente artículo, va quedando en evidencia la comprensión de la consecuencia del Golpe de Estado, se trataba de un cambio estructural de largo plazo, en el cual desparecía la figura del gobierno militar, siempre y cuando estuviera garantizada la continuidad estructural. Para ello hubo y hay garantes que otorgaron el respaldo debido, acuerdos entre bambalinas.

Existen en esto reincidentes, que no alcanzan a internalizar los efectos de sus actos y responsabilidades que les competen. Más aún tienen el concepto que fueron parte de una gran obra post años 90, tomando distancia de la derecha la cual finalmente se convierte en una cercanía considerable, no importándoles haber ocupado la categoría del mal menor. Lo manifestado el 18 de octubre, era la situación social precaria, de un país que despertaba al menos en apariencia. No se trataba de una demanda centrada únicamente en lo constitucional, sino de algo que requería y requiere de suma urgencia por resolver.

Entre octubre de 2019, y marzo de 2020, no se avizora ninguna intención de un cambio sustancial, ello en consideración a que se trataba del período de precedía al estallido social y antecedía a la pandemia.

Lo constituyente, surge como un paliativo de una situación política que será necesario ir analizando en el transcurso de la historia, lo que sí queda claro y ello sin mayor análisis, es que una nueva Constitución no tiene el efecto de resolver las demandas sociales presentes a octubre de 2019 y agudizada en los tiempos siguientes, a los menos por un período que podría alcanzar otra década más. Por tanto, lo concreto es que el significado de la brecha estructural sigue en pie, la Constitución redactada en dictadura plenamente vigente y hay carencia enorme, en cuanto a observar la elaboración del pensar hacia una sociedad diferente.

Con los tiempos desaparecerá el significado de las grandes alamedas, que hablan de la puerta de entrada a una ciudad, rodeada de avenidas con álamos en los que se debería pasar para ir construyendo algo diferente. Hay una deuda pendiente de los gobernantes de fines del siglo XX e inicios del siglo XXI, que la mejor forma en que la paguen es dando un paso al costado.

El significado es mucho mayor en los tiempos actuales, también habrá que abrir las montañas y mares del desierto, los recursos naturales que se encuentran a lo largo del país y cerrar las injusticias levantadas con aval del Estado, ese Estado que hace 48 año sufrió un gran Golpe, y frente al cual algunos se levantaron y siguieron, pero por la senda equivocada. Son las nuevas generaciones, las que en este momento deben cargar una gran mochila, heredada de los que aportaron al beneficio propio. Hay que modelar nuevamente y saldar la deuda con los caídos que soñaban con un país muy diferente.

6 de septiembre de 2021

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