Hoy enhebramos el hilo rojo de nuestras memorias para poner en el centro las luchas y resistencias del pueblo, mujeres y disidencias durante los mil días del gobierno de Allende y durante la dictadura cívico militar. Nuestra memoria es motor y luz para cuestionar el presente y organizar el futuro de nuestras estrategias, y proyectos de lucha. Reafirmamos la alternativa de vida que nuestras compañeras y todo un pueblo, construyó y abrazó, y hacemos nuestra en su hondo sentido histórico. No nos pueden arrebatar la memoria ni el futuro.
Hace 50 años no sólo se bombardeó la Moneda o la Democracia, se bombardeó el proyecto político de la Unidad Popular, proyecto construido por los pueblos de Chile, pobladoras, mujeres, niñeces, juventudes organizadas, sindicalistas, obreras, intelectuales, artistas. Con toda su complejidad y diversidad, de acciones y organizaciones, formas de ver y luchar, la vía democrática al socialismo representó un sueño común de emancipación, justicia y dignidad.
Nuestra memoria ayer, hoy y mañana. Más que un recuerdo obsoleto del pasado, es una herramienta para comprender y transformar el presente. A lo largo de la historia, las luchas y resistencias han intentado ser acalladas con políticas de represión contra los pueblos y sobre todo contra quienes se organizan y luchan. Así, recordamos a las víctimas de la dictadura como personas con trayectorias de vida y proyectos de lucha que siguen vigentes.
Las mujeres y disidencias fuimos primeras en organizarnos contra la dictadura civil-militar. Salimos venciendo el miedo y el horror. Nos convocamos contra el autoritarismo en el país y en la casa. Resistimos, con nuestras madres, tías, abuelas, hermanas o amigas resistimos juntas en ollas comunes, sostuvimos colectivamente la vida, cuidamos y trabajamos. Fundamos periódicos clandestinos, nos arriesgamos bailando la cueca sola, registramos y fotografiamos las vidas cotidianas y alzamos la voz desde el exilio. Fuimos las familiares, amigas y compañeras de personas detenidas y desaparecidas, torturadas o ejecutadas políticas, que nunca dejamos de buscar en cada rincón, en cada momento. La memoria es porfiada y nosotras también.
Nuestra memoria es feminista y disidente por aquellas violencias que nunca se contaron y que hoy la derecha tiene el descaro de negar. La portamos en nuestras pañoletas verdes que nos recuerdan que la dictadura nos arrebató el derecho al aborto legal. Es por todas las diversas mujeres, personas trans y travestis que sufrieron la violencia estatal por ser quienes eran antes, durante y después de la dictadura, a quien hasta el día de hoy se les niega el reconocimiento de su experiencia. Tampoco tienen justicia ni reparación.
En los últimos meses la memoria popular, persistente e imborrable ha vuelto a florecer, una vez más, en todos los territorios, en las rendijas de nuestras vidas cotidianas cansadas y desesperanzadas, para recordar nuestros sueños y dolores. Esta memoria colectiva honra nuestras personas asesinadas por el terrorismo de estado, que nos dan su fuerza y su valor al combatir. Hace 50 años, las fuerzas armadas, la derecha y centroderecha, los dueños de Chile, los capitales e intereses de Estados Unidos, destruyeron y masacraron los pueblos, sus sueños y sus derechos. Y en estos 50 años, nuestras memorias y resistencias porfiadas renacen, para reencontrarnos en el anhelo de justicia y dignidad. Porque al silencio no volvemos nunca más.
Quienes vivimos la dictadura, sobrevivimos, ahogamos nuestro temor a las lacrimógenas, gritamos y gritamos y gritamos, enseñamos, contamos nuestras historias, bailamos, criamos, denunciamos, nos devolvimos en micro en una ciudad sitiada, nos torturaron, mataron a nuestra hermana, recordamos las protestas y el odio a los pacos, crecimos en poblaciones con miedo a ser perseguidas y así aprendimos del coraje a resistir, levantarnos y volver a luchar, vivimos la violencia político sexual de los gendarmes.
Sabemos lo cruenta que era. Luchamos para no olvidar y para que nunca más se vuelva a repetir.
Quienes no vivimos la dictadura, vivimos con las heridas de un país que no sanarán con la impunidad y el silencio. Nos duele que el plan de Pinochet y de los poderosos aún someta al pueblo chileno. Somos hijas, nietas y sobrinas de una persona detenida desaparecida. Sabemos que merecemos una educación pública de calidad. Hicimos preguntas y escuchamos los silencios heridos. Fuimos reprimidas en el estallido social. Luchamos para que nunca más se vuelva a repetir.
Chile y el mundo no son lo que eran hace 50 años. El modelo neoliberal, impuesto por la fuerza armada de la dictadura civil-militar, se ha expandido en el mundo, usando a Chile de país modelo. Así se expandió una administración del mundo y de la precarización de nuestras vidas, para enriquecer a unos pocos.
Mientras tanto, en Chile, seguiremos exigiendo y luchando hasta que la dignidad se haga costumbre. Recogemos el legado de quienes nos antecedieron, pero siendo creativas para enfrentar los desafíos de hoy. Lucharemos contra el negacionismo de la dictadura y de la revuelta; por justicia, verdad y reparación, para las víctimas de ayer y de hoy; contra el fascismo, las derechas y el autoritarismo; contra la violencia patriarcal y colonial, que es también represión estatal. Denunciamos la falsa unidad en un país de impunidad, dónde es más grave saltar un torniquete que la tortura y la desaparición. Se nos promete futuro en un presente donde los sueldos no alcanzan, se venden los ríos y la violencia machista nos sigue matando. Se nos habla de paz mientras los presidentes declaran la guerra a los pueblos. Se criminaliza la protesta. Se mutilan, se gasea, se reprime.
Seguimos enfrentándonos a un negacionismo estructural por parte de la oposición como del propio gobierno. No se puede hablar de memoria sin el reconocimiento de lo sucedido la revuelta social de 2019 cuando Piñera militarizó de nuevo las calles contra el pueblo. No se puede hablar de Nunca + cuando se militariza el Wallmapu y se niegan las violaciones sistemáticas a los derechos humanos que han dejado cientas de personas mutiladas.
En esta lucha tenemos la certeza de que no estamos solas y que en este momento complejo vamos a poder reflexionar y sostenernos juntas como tantas veces lo hemos hecho, por una vida digna, una vida que valga la pena vivir para todas las personas, para nuestras hermanas, madres, comunidades y familias. Seguimos buscando una alternativa a este sistema de miseria que nos mata y nos deja morir. Nuestra memoria es seguir juntas y sostenernos, no renunciar a nuestro programa por vidas libres de violencia machista, por un país libre de militarización del Wallmapu y las fronteras, donde las niñeces y los ríos corran libres por las tierras que les y nos pertenecen, porque los usurpadores son aquellos empresarios que se llenan los bolsillos a costa de nuestros esfuerzos, tiempos y vidas.
Mientras nos siguen criminalizando a quienes protestamos, a los pueblos empobrecidos. Seguiremos gritando que No es No frente a la violencia en la casa y en las calles, porque sabemos que quiénes nos llaman a callar son los mismos que abusan de su poder y su riqueza. Por las adultas mayores que resistieron antes, por las estudiantes valientes que se enfrentan a la represión de Carabineros y por todas las mujeres que desde su propias vidas exigen su derecho a manifestarse en el país, en la calles y también en la casa. Por todas las víctimas de trauma ocular, de tortura, de prisión política y asesinadas, la memoria está viva y sigue luchando.
Saludamos a todas las personas que han sufrido y resistido las diversas opresiones en dictadura y democracia, al pueblo mapuche que se levanta contra la colonización de su cultura y territorio, al movimiento estudiantil que nunca ha bajado la cabeza, a las trabajadoras que han dado una lucha sin igual por la igualdad y valorización de todos los trabajos, a las pobladoras que se levantan contra la ley de usurpación y a todas las personas que salieron a las calles y apoyaron el estallido y la revuelta popular de octubre de 2019.
Como un conjuro que nos viene de la tierra y de las entrañas, hoy les recordamos que las feministas no olvidamos ni perdonamos ningún golpe.
No +, Nunca +
¡Arriba las y les que lucharon, luchan y las que lucharán!
Coordinadora Feminista 8M