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A río revuelto… la fragmentación partidaria v/s pactos electorales. Por Hernán García y José Orellana

Estando a firme ante el Servicio Electoral las candidaturas en los 4 niveles de elecciones populares que se efectuarán en octubre y noviembre del año 2024 y, constatadas las diversas combinaciones logradas por los partidos políticos para tal efecto, es que importa preguntarse otra vez por la necesidad de ajustar el sistema político vía reforma a la ley del sistema electoral, como también la de partidos, dada la diversidad de “acuerdos” que presentan las diferentes organizaciones políticas, partidarias y de independientes.

Por lo menos, la pregunta se viene repitiendo insistentemente en el mundo legislativo-congresal, entre otras coberturas, dadas las variaciones o cambios de sector que la/os “representantes” electa/os, se permiten de un día para otro, pudiéndose traducir esto en ingobernabilidad o falta de concurrencia presencial que se crea en ambas Cámaras Congresales, con más intensidad en la de diputada/os, cuando hay que ‘legislar-crear’ política pública, además, bien cansina en este último tiempo.

Un primer problema son las dificultades para lograr acuerdos entre representantes que se “representan a sí mismos”, v/s “bancadas de representantes agrupados por partidos”, proyectando poca seriedad hacia el ejercicio de la política, cuando se constata el acto de “migrar” de un sector a otro. A propósito de lo anterior, conviene indicar, en tono irónico quizás, que quienes luego de ser electa/os por un partido o agrupación política y abandonan esas plataformas para irse a otras, junto con dejar a sus electores a la deriva y, de paso, menoscabando la actividad política, lo harían convencida/os que sus votaciones obtenidas son producto, exclusivamente de sus méritos y virtudes individuales. Dicho de otra forma, la autorreferencia o sobrevaloración de la persona y, por ende, sus intereses, terminan primando por sobre los intereses colectivos ante sus representados.

Pero si ampliamos la mirada, podemos encontrar las auto-referencias en otras escalas de representación (Alcaldías, Concejalías, Gobernaciones y Consejerías Regionales), tanto en elecciones uninominales como proporcionales. No es solo atribuible el problema a la/os legisladores-congresales, que son una parte importante, pero, también proyectado a cada sesión de un Concejo Regional y/o Comunal. Finalmente, se podría indicar que es una de las materializaciones de la individualización de la política, que, con los sistemas electorales y sistema de partido vigentes, no hace más que exacerbarse.

Si, además, consideramos que, en este contexto electoral actual, el proceso de acuerdos regionales no logró decantar y se impidió materializar el compromiso inicial del oficialismo, en orden a presentar una sola postulación en los cargos uninominales, “consagrándose” con ello, el riesgo de elegibilidad de Gobernaciones Regionales, que, sin perjuicio de ejecutar una mejor expresión de la democracia electoral ofreciendo a la ciudadanía “más rostros” en la primera vuelta, profundiza un efecto polarizador, desafiando alcanzar acuerdos para la segunda vuelta, lo que no es garantía de éxito, si es que se logran. Así, el incentivo por no pactar en la primera vuelta v/s resolver en segunda vuelta la situación, se transformó en regla, además, transversal en el sistema de partidos. Por ello la esquiva y necesaria “unidad”, no se alcanza en ninguno de los sectores políticos del país. Ante esto, la discusión de ideas o de acuerdos programáticos, se verá luego.

Así las cosas, en cada sector se establecen alianzas de poder, más que de programas que aporten a la ciudadanía respecto de los problemas y/o demandas propias de cada territorio. Redundando en no ayudar a mejorar la imagen de la actividad política, más bien la hundiría.

Expresiones de alianzas al estilo “Lista del Pueblo” que se presentaron en el proceso de convención constitucional 2021, son voces parciales que pudieron irrumpir en el imaginario sociopolítico como una expresión para cambiar la política, terminando en el desdibujamiento de las opciones de los propios independientes que, de forma mayoritaria, habitaron ese proceso coalicional. Agregar que, en este proceso electoral (2024), apareció un autodenominado centro político, conformando una lista denominada Centro Democrático (Amarillos por Chile, Demócratas); sumándose la/os postulantes del Partido de la Gente (PDG), tomando el camino propio para este proceso electoral. Además de los independientes en general, ex partidarios de algún sector o ex habitantes de algún partido.

Lo anterior, da cuenta de la diversidad de partidos políticos constituidos (23 a la fecha), más 4 en proceso de formación ante el Servicio electoral (SERVEL), traduciéndose ello en la conformación de 26 listas que la/os ciudadana/os tendrán que seleccionar para emitir 4 votaciones. Entonces, si para la ciudadanía será complicado elegir, de hecho, en el presente un 49% de los electores aún no tendría claro su voto (Pulso Ciudadano agosto 2024); con mayor razón resulta complicado proyectar como ciudadano/a, que un concejal/a electo/a en una lista distinta al Alcalde/sa de la comuna, lo /la apoye en el futuro. Pues, se presentan en líneas diferentes.

Claro, podríamos indicar de forma más precisa, señalando que “líneas” o letras diferentes es un elemento real, pues las diferencias actualmente son un imaginario social donde referenciamos a los sectores políticos según lo que la tradición indica: las derechas representan a los empresarios y las izquierdas a sectores populares. Pero la discusión de fondo respecto de los ideales, valores y expresiones que cada sector busca, no están delimitados.

Dicho así, la base de los acuerdos está en el poder y no en los programas. Esto no es desechar las ideas o su dinámica v/s los proyectos programáticos, es la necesidad de cambios en la expresión política para basar el acuerdo, en función de proyectos que la ciudadanía requiere, ¡que los territorios requieren!

Por ello mantener la idea basal que todo representante electo se debe a sus electores es anular la representación partidaria y dejar a estos últimos como mero instrumento administrativo para acceder a los cargos. El representante electo por un partido debe adscribir a UN ALGO (ideales) del partido que utiliza como instrumento, por ende, dejar el partido es dejar el cargo y las ideas. Es decir, los cargos deben ser de los ciudadanos, no de los electos, es decir, deben ser DE las ideas colectivas. Esto generaría menos dispersión e interés por conformar bancadas propias y, así fortalecer el tránsito hacia el valor de lo colectivo.

Si a ello se suma un umbral “mínimo” para ser partido, ayuda a que sectores con baja representatividad puedan buscar ejercer presiones a las mayorías. Esto se traduce en permitir que los electos de estas orgánicas adscriban como Independientes o pasen a conformar las filas de otro sector, en el marco del proceso que dura su elección.

Ante esto, la democracia, es un régimen o un ideal político, siempre perfectible. Obliga al permanente monitoreo en sus resultados de su trabajo en favor de las personas, implicando modificaciones que apunten a disminuir la desconfianza hacia la política y lo político, ideario central de la convivencia de una nación que busca un marco de cohesión social, también, por medio de este expediente. La prudencia en el análisis, parece ser buena consejera en esta oportunidad (siempre lo es), no buscando soluciones mágicas o reactivas. Por ende, se deben fortalecer los ideales colectivos por sobre los proyectos individuales. Así, la respuesta a la pregunta inicial es que, habrá que obrar comprensiva y lo más transversalmente posible para optimizar el sistema político de representación desde lo programático y colectivo.


Hernán García Moresco, Magister© Ingeniería Informática USACH. Diplomado en Big Data Universidad Católica. Diplomado en Ciencias Políticas y Administración Pública. Universidad de Chile. Licenciado en Educación en Matemática y Computación USACH

José Orellana Yáñez, Doctor en Estudios Americanos Instituto IDEA-USACH, Magister en Ciencia Política de la Universidad de Chile, Geógrafo y Licenciado en Geografía por la PUC de Chile. Integrante del Centro para el Desarrollo Comunal Padre Hurtado.

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