El 11 de septiembre en la Plaza Salvador Allende de París, se realizó un acto conmemorativo, organizado por la Asociación de expresos políticos chilenos. Francia. Reproducimos el discurso central:
11 de septiembre 2024: ¡la lucha continúa!
51 años han pasado desde el golpe de Estado en Chile, 17 de dictadura y 34 de gobiernos de transición. La derrota sufrida por el campo popular hace 51 años no se ha reducido sólo a nuestros asesinados, desaparecidos, encarcelados y exiliados, sino también al impacto que esta derrota tuvo en la inmensa mayoría de nuestro pueblo. La dictadura impuso por la fuerza un sistema dominado por una pequeña elite política y económica, que pudo mantenerse en el poder gracias al control que logró imponer sobre las instituciones del Estado y los medios de comunicación.
Durante 34 años, los distintos conglomerados políticos que han gobernado el país han insistido en que la dictadura ha quedado atrás. Pero, al mismo tiempo, siguen ensalzando y profundizando los pilares de esta:
• como el modelo económico neoliberal, que ha convertido a Chile en uno de los países más desiguales del mundo, un modelo de desarrollo basado en la sobreexplotación de los recursos humanos y naturales.
• el mantenimiento de las fuerzas armadas y policiales sin ningún control por parte de la ciudadanía, que siguen reprimiendo y estafando a las arcas del Estado sin que nadie se les oponga
• continúan acomodándose a la constitución de Pinochet, que sigue vigente
• aceptar que el Estado juegue un papel subsidiario, dejando la gestión de la salud, la educación, las jubilaciones, el agua en manos del sector privado.
NO. PARA NOSOTROS LA DICTADURA NO HA TERMINADO. Las consecuencias de la dictadura siguen manifestándose en la vida cotidiana de todos los chilenos. Y cuando los chilenos han intentado derrocar este orden, como fue el caso de la revuelta de 2019, han sido reprimidos por todas las fuerzas del Estado, como en los tiempos de la dictadura. Y, como en los días de la dictadura, los crímenes y violaciones de los derechos humanos quedan impunes. ¡Ningún dirigente político ni oficial de alto cargo policial ha sido juzgado por ellos! La impunidad es uno de los legados más dolorosos de la dictadura.
Las multitudinarias manifestaciones de 2019 reclamaban cambios políticos y económicos profundos para el país. La elección en 2021 de un presidente que no perteneciera a los partidos que habían dominado la escena política durante treinta años suscitó enormes esperanzas. Han pasado tres años desde entonces y seguimos esperando que se abra una vía de transformación. Se habla de buscar acuerdos para sacar adelante proyectos que beneficien a los más desfavorecidos, pero amplios sectores son dejados al margen de este proceso. La decepción ha sido grande.
Citemos, por ejemplo, los desalojos de los campamentos de los sin techo, donde la gente esperaba que el gobierno propusiera soluciones al grave problema de la vivienda en lugar de la represión. Lo mismo ocurre con las demandas del pueblo mapuche: se ha favorecido la respuesta represiva militarizando parte del Wallmapu, encarcelando y procesando a sus dirigentes en condiciones que ni siquiera respetan los tratados internacionales firmados por Chile. Esto no es lo que esperábamos del actual gobierno. Tampoco esperábamos que este gobierno defendiera a la jerarquía de Carabineros, responsable de las violaciones a los derechos humanos cometidas durante el levantamiento social de 2019. Esta protección consolida la posición intocable de las fuerzas armadas y los carabineros.
Así, aunque han pasado 34 años desde que Pinochet dejó el poder, su oscuro manto sigue oscureciendo el futuro de Chile. El surgimiento de una alternativa política es necesario y posible, pero como vemos, no vendrá de las actuales élites gobernantes.
Allende nos decía que los procesos sociales se pueden retrasar o prolongar, pero no detener. La lucha contra la impunidad, la lucha por la verdad y la justicia, por una asamblea constituyente, la lucha por recuperar los derechos a la educación, a la salud, a una pensión justa y a la vivienda, son las luchas que nunca han cesado y que están más vigentes que nunca.
Este 11 de septiembre de 2024, nosotros reiteramos nuestro compromiso ¡Por el derecho a una vida digna! ¡Por el derecho de los pueblos a la autodeterminación! ¡Por un Estado palestino! ¡Por la liberación de todos los presos políticos! ¡LA LUCHA CONTINÚA!
Texto en francés:
11 SEPTEMBRE 2024 : LA LUTTE CONTINUE !
51 ans se sont écoulés depuis le coup d’État au Chili, 17 ans de dictature et 34 ans de gouvernements de transition. La défaite subie par le camp populaire il y a 51 ans ne tient pas seulement à nos assassinés, disparus, prisonniers et exilés, mais aussi à l’impact que cette défaite a eu sur la très grande majorité de notre peuple. La dictature a imposé par la force un système dominé par une petite élite politique et économique, qui a su se maintenir au pouvoir grâce au contrôle qu’elle a réussi à imposer aux institutions de l’État et aux médias.
Depuis 34 ans, les différents conglomérats politiques qui ont dirigé le pays insistent sur le fait que la dictature est désormais derrière eux. Mais, au même temps, continuent de vanter et approfondir les piliers de celle-ci :
• en commençant par le modèle économique néolibéral, qui fait du Chili l’un des pays les plus inégalitaires au monde, modèle de développement basée sur la surexploitation des ressources humaines et naturelles.
• maintenaient les forces armées et de carabiniers sans aucun contrôle par les citoyens, les quelles continuent à réprimer et escroquer les caisses de l’État sans que personne ne s’y oppose
• continuaient à s’accommoder à la constitution de Pinochet qu’est toujours en vigueur
• acceptaient qu’el l’État joue un rôle subsidiaire, laissant la gestion de la santé, de l’éducation, des retraites, de l’eau aux mains du secteur privé
NON. POR NOUS, LA DICTATURE N’A PAS TERMINÈE. Les conséquences de celle-ci continuent de se manifester dans la vie quotidienne de tous les Chiliens. Et lorsqu’ils ont tenté de renverser cet ordre, comme ce fut le cas avec la révolte de 2019, ils ont été réprimés par toutes les forces de l’État, comme à l’époque de la dictature. Et, comme à l’époque de la dictature, les crimes et les violations des droits humains commis sont restés impunis. Aucun dirigeant politique, aucun policier de haut rang n’a été jugé pour cela ! L’impunité est l’un des héritages les plus douloureux de la dictature.
Les manifestations massives de 2019 réclamaient un changement politique et économique profonde pour le pays. L’élection en 2021 d’un président n’appartenant pas aux partis qui avaient dominé l’échiquier politique pendant trente ans a suscité d’énormes espoirs. Trois années se sont écoulées depuis lors et nous attendons toujours que s’ouvre une voie de transformation. On nous parle de la recherche des accords pour faire avancer des projets qu’aillent en bénéfice des plus démunies mais, dans ce chemin sont laissées de côté vastes secteurs. La déception a été grande.
Citons par exemple les expulsions contre les campements de sans-abri qui attendaient du gouvernement qu’il propose des solutions au grave problème du logement au lieu de la répression. Il en va de même pour les revendications du peuple mapuche : la réponse répressive a été privilégiée en militarisant une partie du Wallmapu, en emprisonnant et en traduisant en justice leurs dirigeants dans des conditions qui ne respectent même pas les traités internationaux signés par le Chili. Ce n’est pas ce que l’on attendait du gouvernement actuel. On ne s’attendait pas non plus à ce que ce gouvernement défende la hiérarchie des carabiniers, responsable des violations des droits humains commises lors de la révolte sociale de 2019. Cette protection consolide la position d’intouchabilité des forces armées et des carabiniers.
Ainsi, bien que 34 ans se soient écoulés depuis que Pinochet a quitté le pouvoir, son manteau sombre continue d’obscurcir l’avenir du Chili. L’émergence d’une alternative politique est nécessaire et possible, mais, comme nous pouvons le constater, elle ne viendra pas des élites dirigeantes actuelles.
Allende nous disait que les processus sociaux peuvent être retardés, prolongés mais qu’ils ne peuvent pas être arrêtés. La lutte contre l’impunité, la lutte pour la vérité et la justice, pour une assemblée constituante, la lutte pour la reconquête des droits à l’éducation, à la santé, à une retraite équitable, au logement, sont des luttes qui n’ont pas cessé, qui sont plus que jamais d’actualité.
Ce 11 septembre 2024, nous réitérons notre engagement Pour le droit à une vie digne ! Pour le droit à l’autodétermination des peuples ! Pour la libération de tous les prisonniers politiques ! Pour un État palestinien! ... LA LUTTE CONTINUE!