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Alteridades sociales y desarrollo de vínculos seguros como mecanismos de respuesta a la enfermedad de la violencia entre pares e iguales. Por Marco Silva Cornejo

A Ernesto Pincheira Alderete; sembrador de afectos y compañero de trincheras

El sistema de valores implantado por el dispositivo cultural de capitalismo y agudizados en el periodo de la nueva era neoliberal han derivado en la construcción de una ortopedia social donde la violencia y las diferentes formas de abuso aparecen como expresiones del cotidiano en nuestro país.

Primero fue la impunidad de los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura contra el mundo social y político aglutinado en la izquierda tradicional y revolucionaria de Chile entre los años setenta y ochenta. Luego el exterminio de las formas de resistencia para garantizar gobernabilidad en los noventa, auspiciado por la transicional democracia en la medida de lo posible. Todo lo anterior como contexto para que la mas brutal de las violencias se hiciera cotidiano; las colusiones sistemáticas y el abuso del capital transnacionalizado que controla nuestras existencias en la dinámica consumo- crédito-endeudamiento, lo que sin duda se ha erguido como una de las nuevas formas de colonización y esclavitud (Chomsky; 2004).

La violencia y la consecuente impunidad son elementos que parecen ser formas naturales del modelo económico y cultural en el que ha derivado el neoliberalismo en nuestro país, la domesticación de nuestras respuestas de malestar queda circunscritas al ámbito de lo institucional y de los marcos regulatorios; diseñados y legislados por la misma casta de gobernantes que alternan sus posiciones entre los sistemas de gobierno y la administración y asesoría de los grandes grupos económicos.

En general se constata que todas las acciones ideológicamente diseñadas han derivado en fortalecimiento de un individuo competitivo y desprovisto de empatía y solidaridad social, la extinción intencionada del sujeto social para sustituirlo con un consumidor compulsivo, con baja resonancia y compromiso de comunidad y con una menor tolerancia a la frustración.

Es este individuo (mamífero neoliberalizado) desprovisto de alteridades significativas, abusado y gobernado bajo un manto de injusticias el que despliega su violencia y frustración en su intimidad contra su pareja o sus iguales. Los últimos crímenes cometidos en el país en el reciente mes son el epitafio que consagra la barbarie descarnada de una forma de sociedad que padece de manera progresiva la perdida de sus afectos mas profundos y genuinos, la cronología de una manada que se despedaza a si misma, en medio de un refuerzo sistemático por los valores de la competencia sostenidos por todos los dispositivos de reproducción del modelo.

En escenario descrito, sin duda la tarea política de la actual coyuntura es avanzar en la articulación de una sociedad civil activa y combativa, reconstruyendo los tejidos del espacio comunitario fragmentados por el modelo y sus sistemas de reproducción. De manera complementaría y siguiendo a Barudy; resulta fundamental comprender que la empatía, el desarrollo de alteridad en definitiva el desarrollo de los buenos tratos son producciones sociales, por tanto el cultivo de nuestros afectos y la protección de nuestros espacio íntimos hoy amenazados por la violencia de un individuo egoísta y narcisista, deben ser activamente rechazados desde la acción colectiva volviendo al útero de la comunidad y de las relaciones intimas fundadas en la generosidad y los afectos. Sin duda tareas tan psicoeducativas como el cuidado y el cultivo de la amistad, parecen ser hoy la trinchera que los revolucionarios debemos asumir y defender.

Marco Silva Cornejo
Mg. Ciencias Sociales Aplicadas UFRO

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