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‘’Anatomía de un nuevo ciclo político en Latinoamérica’’ Entrevista a Alfredo Serrano. Por Rony Núnez Mesquida

1. Una segunda ola progresista en consolidación.

Decir que Alfredo Serrano[1] es hoy uno de los principales referentes intelectuales de Latinoamérica no es una exageración. El actual Director Ejecutivo del del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), es una de las agudas miradas frente al vaivén incesante y a veces excesivamente fluctuante de nuestra política continental, que, desde su prolífico análisis, nos permite adentrarnos en los recovecos de un contexto político altamente complejo y líquido, cuyo devenir ha desconcertado a académicos, políticos y expertos electorales de distintas latitudes.

En este sentido, en su columna titulada “Anatomía de la Segunda Ola en América Latina’’[2] nos dice: ‘’Generalizar siempre es un arma de doble filo; por un lado, resulta útil porque ordena y simplifica, pero, por otro lado, es arriesgado debido a que se pierden la complejidad y los matices.

El término de ‘Segunda Ola Progresista’ nace, precisamente, como consecuencia del anhelo de encontrar una única categoría que permita explicar como un ‘todo’ el conjunto de procesos políticos que se vienen sucediendo en América Latina en el último lustro (2017-2022).

Las victorias de AMLO en México, Alberto Fernández en Argentina, Luis Arce en Bolivia después del golpe de Estado, Pedro Castillo en Perú, Gabriel Boric en Chile, Xiomara Castro en Honduras y Gustavo Petro en Colombia, constituyen, indudablemente, un nuevo fenómeno geopolítico. Estos nuevos gobiernos tienen como factor común el freno al neoliberalismo vigente en cada uno de sus países y, además, que se desarrollan en un tiempo histórico distinto al de la llamada ‘Primera Ola Progresista’ que, a su vez, las diferencias de sus antecesores.

Sin embargo, a pesar de ciertos rasgos característicos en común, sería erróneo asumirlos como bloque monolítico y homogéneo’’.

A dicho grupo de líderes, cada uno de ellos con sus propias especificidades, en sus procesos diversos; un conjunto bien vario pinto que, sin embargo, conecta con una característica común: construir su propia interpretación a fin de hacer frente a un modelo de desarrollo cuyos costos sociales en nuestros países son bastante evidentes, impuesto por la fuerza en la mayoría de los casos en base a prolongadas dictaduras militares como las que azotaron el continente durante buena parte del siglo XX inclusive en varios casos.

Como muy bien se señala en una columna en 2019 del Diario La Vanguardia[3], Laia Ros (a propósito del supuesto milagro chileno) sostiene: ‘’El desarrollo de Chile se conoce popularmente como “Milagro Económico”, pero esconde la gran desigualdad del país. Según la última encuesta de ingresos del Instituto Nacional de Estadística de Chile, en 2018 el sueldo medio era de 573.964 pesos chilenos (unos 694 euros al mes).

Pero la realidad es que más de la mitad de la población activa cobra un salario igual o inferior a 400.000 pesos (unos 484 euros). La situación es aún peor para las mujeres, que tienen un salario medio de 343.234 pesos (unos 415 euros)’’.

De esta forma, la reconfiguración de esta posible segunda ola de gobiernos progresistas en gestación, irrumpe como una respuesta política a pueblos cansados de jamás llegar a aquel espejismo que, para millones de latinoamericanos ha significado la palabra crecimiento económico, o ingreso per cápita, o el hoy tan desprestigiado y superado concepto de progreso. Sin embargo, la primera ola de gobiernos progresistas y de izquierda, que comienza un ciclo de más de diez años iniciada a finales de la década de los noventa, al no dar respuestas estructurales al modelo neoliberal en muchos de nuestros países, (más allá de significativos avances y lawfare mediante en algunos casos) significaron en su momento un giro hacia la derecha, el cual fue indudable en el Argentina de Macri, el Brasil de Bolsonaro, o el Ecuador de Lasso. Sin embargo, la disputa por un modelo de desarrollo alternativo no es hoy suficiente. Hoy ante el preocupante auge de la ultraderecha en Europa, desde Hungría a Polonia. Desde el crecimiento sostenido de Le Pen en Francia, pasando por la crecida de la ultraderecha en Suecia hasta la victoria de Meloni en Italia. Dichos modelos y estilos, han rápidamente encontrado también acogida en nuestro continente. Teniendo por desgracia un campo fértil, siguiendo los sucesos de estos países europeos como referente (Trump o Bolsonaro son por desgracia casi un lugar común). De ahí que el desafío cultural de esta posible segunda ola en gestación, es también construir un cordón sanitario frente a una nueva arremetida de una ultraderecha, la cual no sólo se nutre de fenómenos humanos como la migración, la pobreza, la corrupción, la baja participación electoral producto de la desilusión colectiva. Sino que han contado y seguirán contando con un blanqueamiento por parte de medios de comunicación masiva, cuya concentración de la propiedad, atenta directamente contra la convivencia democrática, donde hábiles campanas de fake news y desinformación ya han probado calar hondo en un electorado cansado de promesas incumplidas y apremiados por una crisis económica y sanitaria, que ha golpeado duramente los bolsillos en especial de las clases populares: este es el caldo de cultivo y fuente de crecimiento electoral de la ultraderecha. Este desafío mayúsculo, como muy bien lo ha advertido el politólogo y ex vicepresidente del gobierno español Pablo Iglesias, se enfrenta con aplomo: a la ultraderecha se le combate con políticas de izquierdas, sin complejos ni miedos. Puzle que, de ser solucionado adecuadamente en estas latitudes, podría consolidar una segunda ola de gobiernos progresistas y de izquierda que fue capaz de plantar cara a las versiones de la ultraderecha made in latinoamérica.

En efecto, la irrupción de la ultraderecha confirma un panorama dramático en Europa y significa una nota de alarma no menor para nuestros países que debe necesariamente llamar a la reflexión. Precisamente en este contexto, en la crónica ‘’Giro político a la derecha en Italia, peligro para Europa’’[4] la DW Alemana resalta el enorme peligro de la irrupción del fascismo en Italia de la mano de Meloni en los siguientes términos: ‘’Nunca antes, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, un Parlamento italiano se había posicionado tanto a la derecha en el espectro político como el que acaba de ser electo. La formación de Meloni, Hermanos de Italia, tiene su origen en el neofascismo y es la principal fuerza política. Junto con la Liga nacional de derecha, de Matteo Salvini, y el partido cristianodemócrata Fuerza Italia, de Silvio Berlusconi, alcanza una mayoría absoluta’’.

2. Entrevista a Alfredo Serrano: ‘’América latina sigue en disputa’’

En este contexto y a pocos días de una dura derrota en el caso de Chile el recién pasado 4 de septiembre[5], donde el texto constitucional fue rechazado por un amplio margen (propinando la peor derrota para la nueva generación de políticos encabezados por Gabriel Boric), pero al mismo tiempo a pocos días de un posible gran triunfo de Lula en Brasil, que reabre nuevamente la esperanza en el gigante sudamericano, el profesor Alfredo Serrano, repasa los principales hitos que remecen la actual coyuntura política. A continuación, su análisis.

a. ¿Cuál es su opinión del actual contexto político en Latinoamérica? ¿Se puede ya hablar de un nuevo ciclo de gobiernos progresistas?

América latina sigue en disputa. Creo que a veces nos precipitamos con buscar categorías muy genéricas para caracterizar lo que ocurre en toda la región y, si bien eso es necesario también eso tiene una contracara: la posibilidad de que se pierden los matices, la letra pequeña, las diferencias epistemológicas en cada país, las diferencias también incluso biográficas de los liderazgos, las diferencias en las estructuras organizativas sociales, inclusive las diferencias entre las maneras que tiene el neoliberalismo de actuar en cada lugar no siempre actúa de la misma manera. Pero sí es cierto que en estos últimos años electoral y políticamente ha habido, por un lado, un retroceso del modelo neoliberal con derrotas electorales y políticas de la importancia de las que tuvo en Colombia, la que ocurrió en Perú, la que ocurrió en Chile, en México, en Honduras, inclusive en Bolivia con el ensayo de golpe de estado y el posterior triunfo político y electoral a manos de Luis Arce que fue, estimo, un gran rasgo característico del último lustro. También es verdad que emergen esas nuevas propuestas progresistas donde cada una avanza a diferente velocidad, donde hay avances y mejoras más rápidas en algunos países que en otros, hay más consolidación por ejemplo en el caso mexicano y el caso boliviano. También se atisba algo similar en Colombia, quizás más compleja es la situación de Perú y Chile porque en ambos países hay una gran crisis institucional que viene de lejos en el caso peruano es un país muy fragmentado en términos políticos y, además, hay que recordar que tanto Pedro Castillo como Gabriel Boric ganaron en segunda vuelta, pero con un apoyo menor en primera vuelta. De esta forma, ambos sacan entre el diez y doce por ciento del padrón electoral a diferencia de por ejemplo Andrés Manuel López Obrador o Luis Arce que obtienen más de cuarenta por ciento del padrón electoral y digo del padrón electoral no hablo de voto válido. Yo creo que eso es importante considerarlo así que me parece un contexto político en disputa, donde los modelos neoliberales o los proyectos no liberales se intentan reinventar después de su crisis de expectativa; una crisis de horizonte, una crisis de respuesta con líderes y lideresas a veces renovadas como el caso de Rodolfo Hernández de Colombia, o como el caso de Milei en Argentina o el propio Bolsonaro en Brasil y por eso yo creo que hay que plantear que es una América Latina en disputa

b. En su opinión, ¿Cómo se puede combatir el lawfare por parte de los gobiernos progresistas?

Lo primero y principal es que sin una transformación profunda de las estructuras del poder judicial es imposible sostener niveles de alta exigencia democrática. Ello porque el poder judicial obedece a modelos viejos, a reglas viejas que han intentado siempre blindar un modelo neoliberal anterior. Además, el poder judicial está teniendo una participación en la vida política, no sólo proscribiendo candidaturas como ha hecho en estos últimos tiempos y los que todavía podría llegar a ser hacia adelante. En este sentido, hay que recordar en los últimos años que, tanto Evo Morales, Rafael Correa como Lula no pudieron participar en las últimas elecciones presidenciales y hoy en día está encima de la mesa el intento que hacen con Cristina Fernández de Kirchner de proscribir hacia adelante por la petición de inhabilitación de ejercer cargos públicos. Pero no solo participan en estas proscripciones, sino también incluso están intentando boicotear determinadas políticas públicas o garantizar otro tipo de políticas económicas. En Argentina, por ejemplo, el poder judicial está permitiendo que se lleven a cabo políticas importadoras determinadas, cuando las directrices de la política económica que están avaladas en un gobierno democráticamente electo van por otro camino. Por tanto, hay que tener una panorámica y lo que sí es cierto es que los gobiernos progresistas deben de afrontar esta temática como uno de los principales cánceres que tienen hoy en día las democracias en la región, los cuales siguen estando tan presentes y protagónicos. Podríamos decir que hay una democracia lisiada, fallida, en tanto en cuanto no se estén respetando las reglas mínimas del juego y hay que si o si plantear unas reglas nuevas sobre el poder judicial, tener mandatos muchos más cortos, mayores exigencias a nivel de calidad de su formación, hacer más democráticas las propias estructuras del poder judicial, sin que eso vaya en detrimento con las lógicas de nivel de formación, por lo tanto, si o si es una exigencia de cortísimo plazo.

c. ¿Cómo se explica el golpe al presidente Morales en Bolivia?

Es un golpe a un modelo político, a un modelo económico, a un modelo social, a un modelo cultural. Es un golpe que pretendía evitar el proceso de nacionalización del litio, recordando que Bolivia es de los principales países del mundo en reservas de litio, es un golpe a los modelos de nacionalización exitoso como fue el de los hidrocarburos y ahora insisto en el litio. Es un golpe también a lo indio: a no permitir que los gobernantes puedan ser como sus pueblos. En efecto, el caso boliviano del presidente Evo Morales era el fiel reflejo de una mayoría ciudadana (en Bolivia). A su vez, es un golpe también a un modelo de éxito macroeconómico que había sido aplaudido por todos los organismos internacionales expertos en la materia. No obstante, se explica porque además participan muchos actores de un golpe de estado en Bolivia que no se explicaría sin actores internacionales involucrados. Sin organismos internacionales como la OEA y su secretario Almagro, el rol protagónico de los Estados Unidos que avaló desde el minuto uno el golpe de estado, inclusive organismos internacionales como la propia Unión Europea. También se explica por el poder mediático: hay que recordar que diarios como Página Siete, el Deber de Santa Cruz, fueron actores también protagónicos en el golpe de estado, contribuyendo en un marco que propiciaba un clima de desestabilización. Un ejemplo para no hablar en abstracto es como en la misma noche electoral, el Página Siete sostuvo que, a pesar que los resultados electorales daban otros valores, sostuvo lo que decía una consultora colombiana privada muy desconocida hasta el momento llamada ‘’Víaciencia’’ que planteaba que la victoria de Evo Morales respecto a Carlos Meza había sido solo por cuatro puntos, y esto obligaba a una segunda vuelta. Esto perduró en la tapa principal de Página Siete durante días a pesar de que el órgano electoral iba en otro camino. Y luego se explica también, por una clase política minoritaria pero golpista que no respeta las reglas del juego democrático y ahí hay referentes como Camacho, Carlos Meza, Tuto Quiroga, que después de una derrota electoral, pues acuden a estos mecanismos y a ciertos poderes económicos locales que también contribuyeron a financiar el golpe de estado. Así que nunca hay una variable que explique un golpe, pero si hay un gran vector de explicaciones que se definen un poco y que se sintetizan en esa suerte de no querer avanzar a un modelo político, económico y social que, con sus dificultades, sus desafíos, sus tensiones, estaba, no obstante, basado en un grado de satisfacción alto en las mejoras sociales de la ciudadanía, en las mejoras económicas del país, de las mejoras macroeconómicas inclusive de ciertos sectores del poder económico

d. ¿Cuál era su expectativa del proceso constituyente chileno?

Yo creo que es importante entender la victoria del rechazo en Chile con una mayor perspectiva que una mirada muy coyuntural. Son muchas las razones que probablemente explican la situación chilena: por un lado, creo que hay un clima de época que podría estar dándose en Chile y es que cada vez que hay una convocatoria electoral prevalece una suerte de votar en contra de. De la misma manera que en su momento las movilizaciones aparecen en base a estar en contra de la subida del precio del transporte, pero sobre todo de un conjunto de medidas neoliberales, pero al mismo tiempo, estar en contra de un viejo modelo. De hecho, cuando se vota que hubiera o no una convención constitucional para hacer una nueva constituyente, desde mi punto de vista, se vota en contra de una vieja constitución. En esta misma clave, Boric gana porque se vota en contra de los representantes del modelo neoliberal y ahora seguramente se vota en contra de una propuesta que no satisface. Creo que hay un espíritu que habría que empezar a estudiar con mayor rigor de por qué prevalece y predomina esa suerte de votar en contra de, pero además de eso, también es cierto que otra variable seguramente es que estamos también en un clima de época donde hay una suerte de grandes vaivenes electorales. Dicho de otro modo, el voto es más volátil y cambia con mayor velocidad, así como la victoria electoral cada vez más efímera. Algunos teóricos alemanes hablan de esto como la ‘’Democracia Spotify’’, porque justamente es como que van cambiando permanentemente las canciones y de la misma manera van cambiando las elecciones. Que se van dando en la ciudadanía además teniendo en cuenta que cada día hay más fragmentación partidaria. Es Chile también un caso donde en la última elección presidencial hubo una gran variedad o la conformación de la convención constitucional había una gran fragmentación de iniciativa política y eso también seguramente es otra variable que haya hecho dificultoso tener un texto constitucional quizás más homogéneo más claro y no tan disperso. A pesar de eso, probablemente también faltó algo de audacia en cómo abordar un plebiscito tan relevante como este, a lo mejor el actual gobierno llegó demasiado tarde a entender que esta discusión de la constitución no era una cuestión paralela a su día a día del ejecutivo, sino que estaban implicadas y eso puede ser otra explicación y otro aspecto es que cuando, al final de cuenta, uno duda en exceso de cuál deberían ser los ejes fundamentales de una constitución. Sin embargo, es probable que todo esto calara en una suerte de desencanto, falta de expectativa y provocó que el voto fuera en contra o, dicho de otro modo, hubiera sido necesario hacer entender a la ciudadanía que votar a favor de una nueva constitución era votar a favor de una, dos, tres, o cuatro grandes medidas que tienen un fuerte impacto en lo cotidiano. En el caso boliviano, por ejemplo, era aprobar una nacionalización de hidrocarburos o restringir la tenencia de tierras improductivas por encima de cinco mil o diez mil hectáreas. Estos fueron ejes que permitían de alguna manera concretar al máximo los resultados de un nuevo proceso constituyente. Sin embargo, dicho todo esto, y colocándose en perspectiva, es importante tener en cuenta una máxima: y es que no todo proceso constituyente desde la perspectiva más política comienza ni termina con un resultado electoral. Yo creo que es normal que haya ciclos al interior de ese proceso, momentos más álgidos, momentos más complicados. Hay que recordar lo que pasó también en Bolivia, lo que ocurrió en Ecuador, lo que ocurrió en la misma Colombia y son fases al interior de un proceso constituyente. En este sentido, yo creo que esto no tiene que ser interpretado porque la ciudadanía chilena hace dos días era muy progresista y hoy es muy conservadora, probablemente es más complicado que eso. Habría que ver en qué es progresista y en que quizás es más conservadora un poco siguiendo los marcos de Lakoff y, a partir de ahí, lo que sí es cierto es que había un gran hartazgo y cansancio de los viejos modelos, pero todavía no se logra entender por dónde hay que transitar y caminar hacia adelante, hay que buscar las respuestas al respecto.

[1] Alfredo Serrano Mancilla es doctor en Economía por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), España. Realizó estancias predoctorales en Módena y Bolonia (Italia) y Québec (Canadá) y un postdoctorado en la Université Laval (Québec, Canadá). Es especialista en economía pública, desarrollo y economía mundial. Se desempeña como profesor de posgrado y doctorado en universidades internacionales. Autor de libros como América Latina en disputa, El pensamiento económico de Hugo Chávez, ¡A Redistribuir! Ecuador para Todos y Ahora es Cuándo Carajo. Columnista invitado en Página 12, La Jornada, Público, Russia Today. Actual director ejecutivo del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG)

[2] Ver https://www.celag.org/anatomia-de-la-segunda-ola-en-america-latina/

[3] Ver https://www.lavanguardia.com/vida/junior-report/20191113/471551454730/desigualdad-chile-desencadenante-protestas-pobreza.html

[4] Ver https://www.dw.com/es/giro-pol%C3%ADtico-a-la-derecha-en-italia-peligro-para-europa/a-63246561

[5] Ver https://www.lemondediplomatique.cl/plebiscito-en-chile-cronica-de-una-dura-derrota-por-rony-nunez-mesquida.html

Rony Núnez Mesquida es escritor y columnista de Le Monde Diplomatique Chile

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