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“Apruebo” por lo Apolíneo y lo dionisiaco: Notas sobre la prostitución femenina y LGTBIQ+- Por Nicol A. Barria-Asenjo y Ariel Sperling Batic

Desde temprana data en Chile se ha intentado justificar la violencia y la vulneración de derechos, recordemos que, en el año 1973, luego de que Augusto Pinochet se tomará el poder y lanzará a los militares a las calles, Jaime Guzmán[i] bajo el seudónimo de Julio García publicó un artículo en la revista Tizona en el cual intentaba justificar el golpe de estado acudiendo a la noción de legitimidad. A partir de aquí, la Derecha política del país ha intentado justificar el modelo instaurado y el edificio social que persiste en el presente.

Los dilemas sociales o temas que se mantienen alejados del debate son variados, algunos de ellos son los previamente mencionados -segregación; vulneración; violencias-, sin embargo, hay otros que colisionan con estos y pese a las consecuencias que desencadenan parecer seguir siendo un dilema olvidado que es necesario abordar para dilucidar al lector que el modelo capitalista-neoliberal, impregna todo -coloniza todo-.

El machismo -patriarcado- va de la mano de la colonización de la subjetividad que la ideología neoliberal arrasando con todo a su paso. Precisamente en este texto abordaremos una de las innegables consecuencias que la cultura machista mantiene, produciendo nuevas formas de violencia que son cruelmente normalizadas. Una de ellas es el dilema de la prostitución, la perspectiva de la cual se mira y la discriminación de la población LGBTIQ+. La violencia en este terreno es clara: Discriminación; hastío; maltrato; asesinato.

Hoy por hoy, hay una gran variedad de temas que se pueden abarcar en relación con la prostitución. La posición que juega el mercado en la sexualidad, la mercantilización del cuerpo femenino en un mundo patriarcal, cómo se ha transformado ese mundo en un contexto neoliberal, etcétera. A partir de aquí, nos centraremos en las premisas que Virgine Despentes (2018) propone en su libro “Teoría King Kong”, en donde relata su experiencia en el mundo de la prostitución, y sus posteriores análisis y teorías desprendidas.

La autora, propone la tesis en torno que la negatividad que tiene la prostitución en el imaginario colectivo es causada por la potencial amenaza que tal oficio genera en la permanecía del matrimonio y la familia en nuestra sociedad. Debido a la gran libertad y autonomía económica que le permite la prostitución a la mujer, le llevaría a pensar al matrimonio y la familia como una institución controladora y coaccionaría para lo que su libertad de acción. En una familia la libertad para una mujer -sobre todo en un mundo patriarcal- se ven radicalmente disminuidas. La autonomía de la prostitución es, y representa, la posibilidad de romperlas cadenas del matrimonio y la cultura patriarcal (Despentes, 2018).

¿Cuáles son las las cosmovisiones que rodea al mundo de la prostitución, junto a las réplicas políticas que esta visión causa? Veremos cómo el ejercicio tal trabajo se enmarca en el mundo de Dionisio, para luego ser condicionado como algo contaminante. Para después terminar con las posturas políticas y legales de la cual el Estado toma posición. Y así terminando con la condición de castigo que recae sobre las prostitutas.

En primer lugar, llevando el concepto de Nietzsche (2012) sobre la visión apolínea -donde todo es perfecto, y se visualiza el ideal de la sociedad y la vida en un general-, y la dionisiaca del mundo -que refleja lo negativo, lo salvaje de la persona, sus gustos más profundos y repugnantes- se condice con lo que Virgine (2018) expone sobre sus experiencias vivida, y posteriormente análisis. La prostitución vendría siendo la parte dionisiaca de la vida social; y el matrimonio, vendría siendo la parte apolínea. Dos instituciones que vistas desde un punto objetivo no parecieran ser muy distintas, ya que un matrimonio vendría a ser “un intercambio en el que la mujer se compromete a efectuar un cierto número de tareas ingratas asegurando así el confort del hombre por una tarifa sin competencia alguna” (Despentes, 2018, p.69); lo que sería una descripción muy similar a lo es el comercio sexual. Sin embargo, socialmente, toman posiciones morales completamente alejados de sí, debido a que el matrimonio es el pilar de la familia, y la prostitución se vería como un agente que amenaza la destrucción de tal constitución. Dado que hay un ethos occidentalista que pone a la familia como una especie de soporte societal que educa y forma a los futuros adultos, los niños– lo que justificaría su carácter de apolinidad. Con la prostitución se da lo contrario, simboliza gorgojo, y la animalidad del sexo, que tiene potencial de destruir la institución.

La familia vendría ser lo ideal, algo que mantiene el orden en el mundo y la sociedad. Mientras que, en la contraparte, la prostitución vendría a ser una acción que es sumamente atrayente, pero que lo condicionamos como algo erróneo, que no se debe hacer; pero que, sin embargo, se desea. Visión que hace que los hombres sientan mal. “Que se corran pagando, si quieren, pero que para hacerlo tengan que meterse en el fango, la vergüenza y la mísera” (Despentes, 2018, p.94). Y que las mujeres sientan vergüenza socialmente de su trabajo. Niegan hablar con el rostro descubierto públicamente “saben que es un trabajo que no debe asumirse” (Despentes, 2018, p.79). La prostitución es vista dionisiacamente. Sabemos que existe, pero somos hipócritas, actuamos como si fuese algo que no es parte de nuestro mundo.

Complementario a la visión dionisiaca y apolínea del mundo. Es la prostitución vista como algo contaminante, algo que se debe mantener alejado. Esta labor, y toda la peligrosidad que representa al mundo ya formado, debe mantenerse fuera de lo público (Douglas, 1973). El enmarcar socialmente al mundo de la prostitución como algo no-deseado, algo que sabemos que existe con un carácter dionisiaco, pero queremos hacerlo parecer que no; se ve materializada políticamente legal con algunas normas jurídicas que aprobó Sarkozy en su periodo presidencial en Francia. “Las leyes de Sarkozy sacan a las prostitutas de la calle fuera de la ciudad, obligándolas a trabajar en el bosque” (Despentes, 2018, p.95).

Ahora, la prostitución se debe ejercer en la periferia de la ciudad, junto con la pobreza, y lo indeseado. La ley de Sarkozy hace uso muy claramente del concepto de “contaminante” que expresa Mary Douglas (2018). En la realidad chilena, la prostitución se lee desde el mismo prisma, no podemos decir que en el Estado chileno la prostitución es cosa del pasado, deambula por cada ciudad del país, en la clandestinidad, en la oscuridad, en el secreto. Va oculto, incluso son temas que no se hablan, la moralidad como engaño. Evitar tocar dilemas como este es mantener el engaño sobre los grandes Otros -la familia, los amigos, las redes profesionales-. Un engaño que mientras más se mantiene, más se expande. Este tema se ubica geográficamente en un sector determinado mediante políticas como si fuesen presos que se llevasen a una prisión. Eso, ya predispone a las trabajadoras sexuales a tener cierto tipo de vida como consecuencia de la ubicación obligatoria que debe tener para mantener el medio de producción en el cual se encontraba. Por ello, es que se dice que la política controla el deseo y el uso de la biología en el marco sexual para satisfacer esos deseos; porque se desincentiva el comercio sexual. La biología, junto a la potencialidad sexual y de desear, se trata de coartar y controlar con políticas de Estado (Foucault, 1996).

La prostitución, es parte de la independencia y autonomía de libre elección que tiene la mujer de ser pieza de una familia, y de poder generar su propio dinero, se ve como un peligro para la cosmovisión social de la familia (Despentes, 2018). La ilegalidad de la prostitución, le coarta el potencial que tiene mediante el uso de su biología para llevar a cabo una autonomía económica, y de pareja. Junto a las proyecciones normalizadas que tenemos sobre a lo que deriva una pareja, que serían el casarse, tener hijos, una casa propia, etcétera. La prostitución choca con los marcos mencionados, por lo que el poder político y del estado, no permiten que sea llevado a cabo con facilidad. El poder estatal coarta la economización del cuerpo en esta atmósfera, debido a que es considerado culturalmente algo inmoral; pone en marcha su máquina burocrática y sus juegos de poder con la idea de eliminar estas conductas (Foucault, 1996).

El poder de la política excluye la prostitución de la ciudad, del mundo en el cual se mueve la familia. La política separa el mundo de lo apolíneo y lo dionisiaco (Nietzsche, 2012). Enmarcando lo dionisiaco como lo que se debe mantener al margen de la sociedad, no completamente ajena de la sociedad, sino al margen.

El castigo cumple un rol importante. Es importante comprender que se castigan no porque deban ser castigadas por haber cometido algún prejuicio, sino porque son un grupo de personas no aceptadas en el marco cultural, y quienes debe sentir que no son bien vistas en la ciudad (Fassin, 2018). Sumado, a que la sociedad no se puede permitir ver a la mujer en tal condición de autonomía y libertad; y la peligrosidad que puede generar para la constitución de la familia considerada culturalmente normal. “Si la prostituta ejerce su negocio en condiciones decentes, similares a la esteticista o la psiquiatría, si libera su actividad de todas las presiones legales que se ejercen actualmente sobre ella, entonces la posición de la mujer casada se vuelve de repente menos interesante” (Despentes, 2018, p.69).

Pero este dilema no solo incluye al género femenino, la población LGTBIQ+ también es parte del comercio sexual, siendo incluso más activa, en este contexto, podemos afirmar que la discriminación y el rechazo es aún peor. En Chile, contamos con bastantes casos en donde a las minorías sexuales se les maltrata solo por su orientación sexual, incluso son asesinados por dar a conocer su identidad en escenarios públicos, simplemente se les censura y se les exige que toda expresión de su amor o afectos se mantenga en la esfera privada.

En la actualidad, cuando nos encontramos en tiempos complejos, atravesados por una pandemia que trastoco al mundo, azotados por las consecuencias políticas y económicas de la fisura generada desde el 2019 con los movimientos sociales, estos temas debes ser abordados, el próximo 25 de octubre el país se detiene en la espera que el “Apruebo” comience a cambiar el edificio social que se ha construido y reforzado desde que la Dictadura Militar se apoderó del país, desde ese momento en que la constitución se incorporó y de ese modo aseguro que el modelo persista con una clara imposibilidad respecto de las opciones que hay para la población.

En medio de estos tiempos, es necesario rememorar las diferentes formas de violencia que atraviesan el país, la discriminación, la censura, la vulneración. Si algo es seguro, es que el virus ideológico que lleva años en Chile es mucho más dañino que el mismo Covid-19 que aún nos persigue, por eso, y por mucho más, es necesario que todes este 25 se muevan, se unan y alcen la voz por los que ya no están, por todas las muertes que se esconden, por lo que nunca fueron encontrados, y por lo que siguen ignorados.

 

 

 

 

Referencias:

[i] Para más información véase la columna de Renato Cristi (2020) recuperado de: https://www.ciperchile.cl/2020/09/06/jaime-guzman-y-la-legitimidad-del-pronunciamiento/?fbclid=IwAR2bAnspMUDmPFKgUQ2aC7oUDyh4OcPJ9bDCaaXzsqUsIDmnVCWBo8PPgDA

Nietzsche, F. (2012). El nacimiento de la tragedia. Barcelona: Anagrama.

Foucault, M. (1996). Del poder de soberanía al poder sobre la vida. En Genealogía

del racismo. La Plata: Altamira

Douglas, M. (1973). Poderes y peligros. Madrid: Siglo XXI.

Despentes, V. (2018). Teoría King Kong. Santiago: Penguin Random House Grupo Editorial.

Fassin, D. (2018). Castigar: Una pasión contemporánea. Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora.

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